Especial
‘No Mires Arriba’: sátira sobre el trumpismo, el negacionismo y la estupidez en tiempos de crisis
Hay mucha más actualidad en la película de Adam McKay de lo que pueda sugerir su trama apocalíptica
Cuando comienza a revisar los comentarios sobre No mires arriba, la nueva película de Adam McKay para Netflix, se entiende mejor cómo el ser humano parece estar llegando a un callejón sin salida de estupidez supina. La nueva teoría de la iluminación negacionista sostiene que Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence, Meryl Streep, Timotheé Chalamet y prácticamente todo Hollywood están compinchados con las élites masónicas y que No mires arriba es una advertencia sutil de los reptilianos que nos informa de que dentro de unos años la pandemia no será, ni de lejos, el más preocupante de nuestros problemas, sino la llegada de un meteorito que acabe con la Tierra.
Precisamente lo que hace No mires arriba es burlarse sin piedad de estos conventículos conspiranoicos, ridiculizando algunas teorías que a veces no se sabe muy bien si son cachondeo o alguien las piensa sinceramente. Hay más actualidad en su trama de lo que sugiere la historia: dos científicos descubren un asteroide que amenaza con destruir nuestro planeta pero son ignorados sistemáticamente por los medios de comunicación y los políticos, además de por una sociedad reaccionaria que responde con escepticismo a la ciencia y niega su validez, tomando por locos o comprados a los dos astrónomos que dan la señal de aviso. ¿Nos suena a algo? Una pista: el movimiento antivacunas, el desfase terraplanista o aquellos sujetos que hablan de que los gases de efecto invernadero reverdecen el planeta. No mires arriba es una "carta de amor" hacia todos aquellos sujetos que hacen de este mundo un lugar peor.
McKay coloca en el foco un asteroide, pero bien podría ser la crisis del coronavirus o los efectos ya devastadores del cambio climático. El cineasta elabora una sátira inteligente y la dota de un oscuro humor negro, pero en realidad No mires arriba es una cinta aterradora. Porque esa idea que plantean otras películas apocalípticas sobre una Humanidad hermanada contra la destrucción, o unos presidentes de Estados Unidos comprometidos con la salvación de la Tierra (tratamientos surrealistas, sí, pero que nos dan cierta esperanza y nos reconfortan), aquí es transformada en lo que probablemente sería el fin del mundo en la era post trumpiana: un completo disparate de información falsa, negacionismo, histeria colectiva, fanatismo y sucio electoralismo político.
Más allá de su interesante guion y sus personajes bien caracterizados e interpretados, No mires arriba es un genial estudio de la idiotez humana en tiempos de crisis, de cómo nuestra especie parece abocada a una catástrofe climática de consecuencias irreversibles mientras que la gente de a pie, suficientemente ahogada ya con problemas más mundanos, prefiere hacer caso omiso de la ciencia o (des)informarse a través de las redes sociales e Internet en vez de afrontar los problemas con entereza, conciencia e información de calidad apartada del ruido mediático. Desde luego, es un estupendo retrato de cómo podría ser realmente el apocalipsis.