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Leo Harlem abre el debate en ‘El Hormiguero’ sobre cocina creativa vs tascas españolas
Para gustos, los colores, pero él lo tiene claro
Leo Harlem hará el próximo 9 de marzo una única función de su obra Leo Harlem 20 años no es nada en el Teatro Rialto de Madrid. Luego se podría ver en Movistar+. Y con ese motivo, o tal vez que también en verano volveremos a verle en Padre no hay más que uno 3, se pasó a divertirse por El Hormiguero.
Entre otros temas hablaron de los restaurantes. Ya no son lo mismo, ahora se han internacionalizado y la comida ya no es tradicional sino gourmet.
El humorista y Pablo Motos se han puesto nostálgicos recordando las viejas tascas españolas. “Yo creo que la gente se quiere relajar después del trabajo, como es lógico, pero vas a los sitios y es que no ves una palabra en castellano. After work, los nombres de los cubatas, tómate un brunch, dxixienmfje, dixiciek… capuccino… qué capuccino, café con crema de toda la puta vida”, empezaba diciendo el actor.
Tascas españolas vs cocina creativa
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“Todo está en inglés. Yo me manejo porque no voy a esos sitios. Me parece excesiva la invasión esta. Me gusta mucho ese bar de toda la vida, de terrazo, esa vitrinita, ese tío hostil, la bayeta que tiene mierda porque ha limpiado y limpiado la entrada de Altamira, pero que da sabor. La cortina de macarrones de plástico, cuántas gafas ha arrancado…”, recordaba sobre los viejos tiempos.
Nada que ver con lo que nos ofrecen ahora en restaurantes de cocina creativa como el de Dabiz Muñoz. “¿Sabes el problema de la cocina creativa? La gente hace un esfuerzo enorme por sorprender y trabajar y tal, que es loable, porque hay gente que son auténticos genios y auténticos fenómenos, pero de esa comida te cansas. Llega un momento que dices, oye, qué bien me venía un cocidito o una sopa de pescado, lo de toda la vida. Pero son cosas ya tan complicadas, tan alambricadas que dices, coño, que ya he perdido las referencias”, reflexionaba.
“La tortilla desestructurada. Eso es echar un huevo batido y unas matutano flotando, es que no es otra cosa”, se atrevía con una de las recetas.
Aunque hay algo específico que no soporta de este tipo de restaurantes gourmet. “Yo llevo muy mal las instrucciones a la hora de comer. Ahora te dicen, tienes que coger la cucharilla con la derecha, moverla dirección noroeste, 45º, que resbale por los dientes, cuando caiga al otro lado introduces la otra gominola y explota junto y es un sabor único. Puede ser un sabor único, pero yo ya no estoy para instrucciones”, admitía.
La era de los sumillers aficionados
“Hay que reconocer el mérito que tienen porque hacen una labor impresionante”, reconocía como mérito. “Los ingredientes, tienes que tener un amigo en la ONU y que te los traiga porque no vale lo de aquí. La alcaparra de Madagascar, la sémola de Etiopía, las patas de pollo… que solo sirven las dobladas de unos que hay en Melbourne”, ironizaba.
Y sí, también entraron a hablar del tema de los vinos y los entendidos que proliferan. “Las etiquetas de vino han hecho un daño irreparable. La gente empieza a leer la contra etiqueta y ya viene… mi cuñado sabe mucho de vinos, se ha leído todas las etiquetas, pero ha probado dos”, explicaba.
“Si la gaseosa mejora un vino malo, qué no hará con el bueno”, reivindicaba sobre su manera de consumir el vino.
Así que, todo apunta a que le veremos antes en Casa Lucio que en Diverxo.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...