¿Vivirías en una casa hecha de paja? Sus ventajas te van a sorprender
Resistentes, con un aislamiento único y 100% sostenibles. Así son las casas de paja, un material que gana terreno poco a poco en la construcción
España es (o al menos fue hace no tantos años) el paraíso del ladrillo. Pero, ¿y si el material del futuro fuera mucho más barato, natural y sostenible?
Son sólo tres de las cualidades que reúnen las balas de paja, un material que no para de ganar adeptos entre los defensores de la llamada bioconstrucción, aquella que se hace priorizando el respeto al medio ambiente y tratando de reducir al mínimo el consumo energético.
“Todos los sistemas constructivos empleados en la arquitectura vernácula fueron creados como respuesta a las condiciones climáticas del entorno. Son sistemas eficientes construidos con materiales de proximidad”, explica Eve Blanco, de la empresa KalmaK, especializada en esta tipología de construcción. “El resultado eran perfectas viviendas biosostenibles que utilizaban materiales renovables que no emiten emisiones nocivas para el medio ambiente. Hoy han cambiado muchas premisas de partida, pero la esencia del procedimiento es tan válida como entonces”, añade.
“De todos los sistemas de construcción sostenibles, me decanto por la construcción con paja”, afirma Eve. “Es un material de alta eficiencia energética, que permite la construcción de viviendas pasivas. La combinación de paja y morteros de cal permiten la transpirabilidad de los muros. La paja es un material procedente de un desecho agrícola, que se puede conseguir fácilmente en un entorno relativamente próximo. Se requiere menos destreza para la construcción con paja. De hecho, muchos de nuestros clientes son autoconstructores. Además tiene muy buena resistencia al fuego. Y son viviendas muy duraderas, entre 80 y 100 años, mientras que las de hormigón tienen 50 años de vida. Por último, los edificios hechos con paja tienen un coste energético muy bajo, y en vez de emitir CO2 lo absorben”.
Más de un siglo en pie
Lo cierto es que, aunque las casas de paja se han puesto de moda en los últimos años, hace mucho más tiempo que empezaron a levantarse en lugares muy alejados entre sí. Las primeras comenzaron a aparecer en las llanuras de Nebraska (EEUU) a finales del siglo XIX. Allí, y ante la ausencia de otro tipo de materias primas, los colonos norteamericanos comenzaron a usar balas de paja para construir hogares. En Europa, la vivienda más antigua hecha de este material es la conocida como Casa Feuillette, ubicada en la localidad de Montargis, a 125 kilómetros de París. Lleva en pie más de un siglo, desde 1921.
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Es posible que el futuro pase por este tipo de construcciones. Para arquitectos como Eve es, más que una recomendación, una necesidad. “La construcción, como el resto de sectores, ha de iniciar el cambio hacia modelos más sostenibles. Los edificios en su conjunto son uno de los principales emisores de CO2: emiten un tercio de los gases de efecto invernadero. Es necesario avanzar hacia un modelo de construcción que no despilfarre energía y recursos naturales. Que no desborde nuestros vertederos con una avalancha de residuos y que, además, genere espacios saludables para el habitante”, concluye.
En el cuento de los tres cerditos, la casa hecha de paja volaba por los aires ante los soplidos del lobo, mientras que la que había sido levantada con ladrillo aguantaba el vendaval sin moverse ni un milímetro. Al parecer, los cuentos no siempre se corresponden con la realidad.