Pink Floyd: el largo y doloroso parto de ‘Wish you were here’

La sombra de 'The dark side of the moon' era muy alargada y había dejado agotada a la banda

Roger Waters, Nick Mason, Syd Barrett y Richard Wright de Pink Floyd / Getty Images/Hulton Deutsch

Los cuatro Pink Floyd estaban exhaustos, mental y físicamente. Se sentían desorientados. No sabían lo que querían hacer. En ese ambiente de apatía y distanciamiento, la banda londinense empezó a elaborar 'Wish you were here". Ellos mismos lo califican de "periodo difícil", y dicen que las sesiones de grabación, además de "tortuosas", fueron "larguísimas y tediosas". De esa ardua y dolorosa tarea, finalmente nacieron cinco canciones que hicieron historia.

A punto de acabar con todo

En Septiembre de 1975, Pink Floyd publicó su noveno álbum, Wish you were here. Cinco canciones. Las cinco, con letras de Roger Waters. 44 minutos. Más de 20 millones de copias vendidas. Su sello no daba abasto; era incapaz de satisfacer la elevada demanda. Nº1 en ambos lados del Atlántico (España incluida). Aclamado como uno de los grandes álbumes de todos los tiempos. Y de todos los publicados por el grupo londinense, es el favorito del guitarrista David Gilmour y del teclista Richard Wrigth, por su emotividad y complejidad.

Complejo sí que fue. Para la banda supuso un largo y doloroso proceso que empezó a principios de Octubre de 1973 y que estuvo a punto de acabar con todo.

Exhaustos

Portada del álbum 'Dark side of the moon' de Pink Floyd. / Michael Ochs Archives/Getty Images

Resultó que su anterior trabajo, The dark side of the moon (1973), se había convertido en uno de los discos más aclamados en la historia, uno de los más vendidos a nivel mundial. Fue el que cimentó la popularidad de Pink Floyd en el mundo entero. Su mastodóntica y multitudinaria gira (que empezó incluso antes del lanzamiento) les mantuvo en la carretera dos años. Entre concierto y concierto de su etapa europea, el grupo inglés ya empezó a componer el nuevo material. Pero no fue tarea fácil. El tremendo éxito del disco, producido por Alan Parsons, había hecho que se crearan enormes expectativas en torno a ellos. Su sello discográfico quería más de lo mismo… y rápidamente. Y repetir ese nivel de éxito parecía un reto casi imposible de lograr. La sombra del 'lado oscuro de la luna' era muy alargada.

Según Waters, la gira dejó exhaustos, mental y físicamente, a los cuatro Pink Floyd. Habían entrado en un estado de inercia, y estaban desprovistos de cualquier idea sobre lo que harían a continuación.

Distanciados y desorientados

La situación fue incluso más difícil porque ya no tenían un contacto tan cercano. Necesitaban espacio para sí mismos y era raro que se encontraran en el mismo lugar al mismo tiempo. El sentimiento de camaradería que antaño les había unido, en ese momento era casi inexistente. Por eso, reagruparse para grabar el nuevo álbum, fue complicado. Tampoco estaban seguros o confiados por el éxito que les precedía: "¡Ni mucho menos fue así!", confesaba Gilmour en Paul Rappaport. "Estuvimos desorientados durante mucho tiempo, perdiendo el tiempo, intentando encontrar el camino a seguir a ciegas".

Apáticos

Los primeros intentos de la banda de componer nuevo material estuvieron marcados por la apatía. El ingeniero de sonido, Brian Humphries, explicaba en 'Sound on sound': "Había días en los que no hacíamos absolutamente nada. No creo que supieran lo que querían hacer. Teníamos una diana de dardos y un rifle de aire comprimido y jugábamos, o nos sentábamos, bebíamos, íbamos a casa y regresábamos al día siguiente. Eso era todo lo que hacíamos hasta que, de repente, todo empezó a encajar en su sitio".

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Tortuoso, doloroso, difícil

Las sesiones en lo que hoy son los Estudios Abbey Road, se prolongaron siete meses, desde Enero hasta julio de 1975. Cuatro días por semana. De 2:30 pm hasta bien avanzada la noche. El teclista, Richard Wright, describiría posteriormente esas sesiones como "un periodo difícil", y Waters las calificó de "tortuosas". Por su parte, el batería Nick Mason, dijo que la grabación fue "larguísima y tediosa".

Para David Gilmour, esas primeras sesiones fueron "difíciles" y "dolorosas". Según declaró en en 'In the Studio': "Tengo que decir que fue un periodo muy difícil. Todos tus sueños de infancia, de alguna forma, se habían cumplido y teníamos los discos más vendidos del mundo y todas las cosas que habíamos perseguido. Las chicas y el dinero y la fama y todas esas cosas… lo teníamos todo. Había que replantearse hacia dónde seguir, y fue bastante confuso, una especie de vacío en el tiempo".

Tristeza

Y a todo esto se sumó una visita inesperada que les produjo una gran desazón, además de incredulidad y profunda tristeza. Es uno de los episodios más cautivadores en la carrera de Pink Floyd. El 5 de Junio de 1975 apareció, por sorpresa, Syd Barret (le habían obligado a marcharse en 1968 por las consecuencias de su excesivo consumo de LSD). Fue un hecho inquietante porque, precisamente ese día, la banda había empezado con las mezclas finales Shine on you crazy diamond, un tributo a quien había sido miembro fundador de la banda. Waters confesaba: "… me rompí en lágrimas".

"Empezamos a funcionar a toda máquina"

En las siguientes semanas, a pesar de haber empezado a grabar en lo que Gilmour llamó "un pozo de mierda", las aguas retomaron su cauce. Fue cuando Roger Waters determinó los conceptos que actuarían como catalizador del álbum: ausencia, distanciamiento y melancolía (tras la marcha de Syd Barrett), además de criticar el cinismo de la industria musical. "Empezamos a funcionar a toda máquina", recalcaba Gilmour.

Afortunadamente, Pink Floyd volvió a encaramarse a su cumbre creativa y esas sesiones difíciles, tortuosas, dolorosas, tediosas y larguísimas, se vieron más que recompensadas cuando finalmente vio la luz Wish you were here.

Alicia Sánchez

Periodista en busca de historias chulas del pop...