Richard Osman, el presentador de televisión, hermano del bajista de Suede, que sigue los pasos de J.K. Rowling
Triunfa con ‘El club del crimen de los jueves’ y hemos mantenido con él una interesantísima charla
El club del crimen de los jueves se ha convertido en todo un fenómeno literario en el Reino Unido. No se veía, en cifras, nada parecido desde el éxito de J.K. Rowling con su saga de Harry Potter. Richard Osman ha conseguido que millones de personas que enganchen a su pandilla de ancianos de más de 70 años que resuelve crímenes desde su día a día de jubilados.
Una obra maestra del cozy crime que lleva ya tres entregas, la última, El misterio de la bala perdida. Sus cuatro protagonistas se enfrentan a un nuevo caso que les hace meterse en el mundo de la televisión. Un ambiente que el autor conoce de sobra porque lleva décadas siendo un reconocido presentador de concursos. De hecho, este mismo verano se despedía de Pointless, un programa que llevaba presentando 12 años.
Además, conoce de sobra el tipo de vida de un rock star porque su hermano es Matt Osman, el bajista del mítico grupo Suede formado a finales de los 80. De eso y muchos otros temas hemos podido hablar con él durante su visita a España. Una oportunidad para conocerle en persona y quedarnos impactados por sus más de dos metros de altura y su forma de entender la vida.
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Ha superado los 50, está a punto de casarse con la actriz Ingrid Oliver (The Who) y atraviesa uno de sus mejores momentos.
¿Qué sería lo primero que pensarías si recibieras una bala con tu nombre grabado como le ocurre a uno de tus personajes?
Ohhhh, muy buena pregunta. Lo primero, me asustaría muchísimo. Lo segundo, me pondría místico. Y lo tercero, me preguntaría si eso vale dinero. Me daría mucho miedo. Todavía no he recibido ninguna, pero si recibo una después de la entrevista ya sabes a quién le voy a echar la culpa.
Mi hija me pidió el otro día, con 12 años, que le comprara 10 negritos de Agatha Christie, ¿hay géneros para los que el tiempo no pasa?
Muchos niños han aprendido a leer con Agatha Christie y es maravilloso porque las historias que escribe son muy complejas, sin todo lo gore ni la sangre que es lo que habría que evitar en niños de 12 años. Y lo bueno de El club del crimen de los jueves es que yo escribo sobre cuatro héroes que están al final de su década de los 70, pero hay muchos jóvenes veinteañeros que leen el libro y para mí eso es una cosa maravillosa.
Mencionas a esos héroes de setenta y pico años. ¿Un homenaje a una edad que no siempre está considerada o una respuesta a la crisis de los 50 para recordarte que lo bueno no se acaba?
Básicamente es algo mío esperando estar bien dentro de 30 años. En realidad, es que mi madre vive en un hogar de jubilados y he pasado mucho tiempo hablando con la gente que vive ella y en el primer segundo que empiezas a escuchar sus historias -algunas no las puedo reproducir-, y tienen esa mirada en los ojos, siguen buscando aventuras, están en Tinder y se ponen a beber a las 11 de la mañana, me hizo pensar, ‘tienes que escribir sobre ellos’.
Tenemos cosas que nos activan y una de esas cosas son los crímenes y asesinatos.
Te has creado una pandilla tan envidiable, de la que no sé yo, si la tuya real no ha llegado a sentir celos.
Me encantan las pandillas. Con cualquier grupo de amigos siempre te sientas y hablas, entre todos nosotros, ¿cómo podríamos robar un banco? Piensas, si robáramos un banco, ¿cuál sería el papel de cada uno? Yo, como soy muy alto, tendría que romper lo que estuviera alto, es mi especialidad. En cualquier grupo de amigos uno lo podría planificar, otro sería el conductor que espera fuera para sacarnos a todos de allí, y el resto, no tenemos muchas habilidades, y entonces tendríamos que pensar muy mucho cómo podríamos contribuir, en la medida de lo posible a una banda así. No lo hemos hecho, si lo hiciera, no me podría a escribir libros.
Después de tanta ficción criminal sangrienta y violenta, este tipo de novela más blancas y con menos sangre, ¿son un respiro?
Yo he trabajado muchos años en televisión y me gusta que las cosas que hago sean cálidas y tengan corazón. No me interesa la televisión cruel. Agatha Christie pudo decir muchas verdades sobre los seres humanos, de lo malos que podrían llegar a ser. Contó historias sobre venganzas, avaricia y no había sangre por todas partes, no mutilaba cuerpos y, aun así, todo el mundo la quería leer. Por tanto, este género del cozy crime es todo lo contrario. Te da la bienvenida, te abraza, te permite entrar, pero luego te va a contar historias sobre la naturaleza más oscura del ser humano. Pero está muy bien envuelto y parece todo muy bonito.
Ahora en España se ha estado hablando mucho de la serie de Dhamer, el true crimen, genera interés, ¿qué opinas del interés que despierta este género?
Vemos cosas sobre true crime siempre, en todo momento, cada dos por tres. En casa nos miramos en el sofá mi mujer y yo y nos preguntamos qué estamos viendo, por qué narices pensamos que esto puede llegar a ser entretenido. Y decidimos dejar de verlo, pero es como, ‘espera, espera, otro episodio más’. Somos muy sencillos los seres humanos. Pensamos que somos muy sofisticados y muy complejos, creemos que somos personas civilizadas, pero no lo somos, esa es la verdad. Tenemos cosas que nos activan y una de esas cosas son los crímenes y asesinatos. Es una señal que llega a nuestro cerebro que nos dice, estoy aterrorizado, pero dame más.
En tu caso, un grupo de ancianos que transmiten valores de educación, empatía, respeto, comunidad... ¿parece un mundo muy diferente al nuestro?
Totalmente. Mis libros tratan todos sobre la empatía, pero también tratan sobre gente con empatía que son fuertes. Hay una mentira en este mundo, el hecho de decir que la gente amable es débil, eso es mentira. Hay gente que está dirigiendo países que dice que ser amable es algo de débiles y estos libros y sus personajes son amables, considerados, quieren entender que hay gente distinta a ellos, pero son muy duros y si te pasas de la raya con ellos, lo vas a lamentar. En este mundo nos hace falta más gente así, amable, pero dura, firme.
¿Hay una Joyce en tu vida?
Mi madre un poco, tiene 80 años y parece que siempre está muy tranquilita y es muy amable, pero no siempre es así. Es un poco como Joyce. Pero sinceramente, cuando escribía este personaje, al final, a lo largo he ido aceptando que yo soy Joyce, que tengo la mente y el corazón de una mujer de 70 años. Sin duda, puedes tener una mente y un corazón peores que el suyo.
¿Tan cotilla como Joyce?
Me encantan los cotilleos. Creo que podría guardar un secreto, aunque creo que costaría. La única razón por la que decimos, ‘cuéntame un secreto que se va a quedar aquí’ es para que nos lo digan y vayamos corriendo al de al lado a contarlo. Todo el mundo lo hacemos.
Pasados los 70 uno se puede seguir enamorando.
Sí, claro que sí. Los libros están llenos de amor, de romances y eso es porque nuestros cerebros no cambian. Un chaval de 22 años o una chica al que le acaba de dejar su novio o alguien que quiere a alguien que a su vez quiere a otra persona… tengo una mala noticia para ellos, van a seguir sintiendo lo mismo cuando tengan 70 u 80 años, esa intensidad va a seguir estando ahí, el amor no cambia. Siempre te pueden romper el corazón. Lo bueno es que el amor está ahí y se puede encontrar.
Y puede seguir fumando porros. Al final no todo es terreno reservado para la juventud, ¿no?
Cuando tienes más de 70 años puedes hacer un poco lo que quieras, de todo. Ellos quebrantan la ley y pueden decirle a la policía, ‘a ver, ¿qué me vas a decir? No me vas a encerrar porque me estoy fumando un porro, no vas a querer meter en la celda a una mujer de setenta y pico años’. Pueden hacer lo que les dé la gana, que es una de las mejores cosas de cumplir años.
Lo que no me parece tan realista es que una mujer de esa edad pueda hablar con tanto conocimiento de las criptomonedas.
Que sí que lo es. Es un poco lo mismo, si hay algo que te emociona, con cualquier edad puedes coger un ordenador y tirarte una semana entera estudiando todos los detalles de las criptodivisas, las criptomonedas, ver cómo van los tipos de cambio. Si tienes ese tipo de cerebro, yo tengo ese tipo de cerebro también, siempre vas a estar buscando y te va a emocionan lo nuevo que está por venir en el mundo. Los bitcoins los vas a ver y vas a preguntar qué es, y perderán dinero, como todos, pero se van a emocionar igual.
¿Pero tu madre sabe lo que es un bitcoin?
No, mi madre, no. Quizás lo haya oído, pero no le voy a pedir consejos de inversión.
En esta dulcificación de la tercera edad, ¿no resulta a veces un poco engañoso tratar temas como la demencia senil de forma tan amable?
Siempre digo que estos cuatro personajes mayores son héroes, nos reímos mucho con ellos y nos divertimos mucho por el hecho de que son mayores, pero la única razón por la que puedo hacerlo es porque conocemos la verdad de sus vidas. No puedo escribir estos libros sin escribir sobre muerte, pena y dolor o el terror que supone la demencia. Es cierto que son libros divertidos, pero solo lo son porque son ciertos. Lo cierto es que ser mayor es mejor de lo que nos dicen, pero también hay partes muy oscuras en esa edad avanzada y es algo que quiero mostrar. Creo que la gente mayor que ha leído los libros, una de las razones por las que creo que les gusta tanto es porque no digo que todo es de color de rosa, que todo está bien, no. Reconozco que la muerte está muy presente entre ellos y eso puede dar miedo, pero también te puede liberar.
Mi generación -con 50 años y-, seguimos teniendo cerebros del siglo XX y nos han dado armas del siglo XXI y, al final, hace que nos volvamos locos.
Por cierto, ¿qué habría dicho tu pandilla del fallecimiento de Isabel II?
Tengo dos personajes de clase media y dos de traje trabajadora. Joyce es un personaje de clase trabajadora, pero le encantaría la reina. Ron, también es clase trabajadora y cree que deberíamos deshacernos de la monarquía. Elizabeth es muy de clase media, pero posiblemente también querría deshacerse de la monarquía e Ibrahim yo creo que diría que la reina es muy buena para la salud mental del Reino Unido. Eso era lo bonito de la reina, que cada uno tenía su opinión sobre ella, era como el tiempo, siempre estaba ahí.
En este entorno tan entrañable, quedan ciertas críticas sutilmente planteadas. Volatilidad del interés mediático por la información, ¿para bien o para mal?
Vivimos en un mundo cada vez más acelerado. Tenemos noticias 24h al día. Tenemos que ir bajando por la barra de Instagram, de TikTok, de Twitter y nos creemos muy sofisticados, pero somos muy básicos y esto no nos vale, es mucha información. Nuestros cerebros no tienen las conexiones adecuadas para absorber eso. La generación que viene detrás, ha nacido con eso y encontrará una manera de lidiar con esa situación y encontrará la manera de poner cada cosa en su sitio. Pero mi generación, con 50 años ya, seguimos teniendo cerebros del siglo XX y nos han dado armas del siglo XXI y, al final, hace que nos volvamos locos. Pero, de verdad que espero, que la generación venidera, utilice esto para un bien mejor que lo que estamos haciendo nosotros.
Como hombre dedicado a la televisión, reflejas este ambiente, ¿es tan despiadado como mencionas?
No debería decir eso porque me encanta la televisión y me encanta trabajar en ella. He trabajado con grupos de personas con habilidades muy diferentes y siempre son mejores que yo en algo. Lo único que puedes esperar es hacer algo mejor que ellos para poder formar parte de ese equipo. Es una lección no solo para la tele, sino también para la vida. Tienes que encontrar gente brillante que pueda hacer cosas que tú no puedas hacer, esperando que tú seas lo suficientemente útil para ellos para que puedas estar ahí.
Al final no me has dicho si realmente la tele es despiadada o no.
No, en mi caso nunca lo ha sido. Siempre he hecho entretenimiento, he hecho una televisión muy cálida. Entre la industria de la moda, el cine… la tele es el mejor sector, el más agradable. Hay otros sectores creativos que son más amables que el de la televisión, uno es la radio y el otro, los libros, son dos sectores maravillosos.
Hablas de Fiona Clemens y esos personajes televisivos que acaban siendo esclavos de su propia marca, ¿te ha pasado?
Cuando empiezas a aparecer ante el público, si eres tú mismo, si puedes ser tú mismo, signifique eso lo que signifique, podrás ir haciendo crecer tu marca siempre, porque va a crecer sobre una base sólida, la verdad. Pero si eres alguien que se hace famoso con 20 años, cuando todavía no está realmente formado, va a tener que construir su marca sobre un terreno no tan sólido. Esa gente, al final, no es auténtica y se acaban descubriendo a los 5 o 10 años. Si quieres ser famosos para siempre, en algún momento tendrás que ser lo suficientemente tú para que puedas construir una constelación mayor con todo muy bonito a tu alrededor para que tu marca esté segura.
En la era de las plataformas, ¿cómo entiendes ahora la televisión de siempre?
Crecí sabiendo que la televisión tenía una programación que me permitía saber en cada momento qué iba a haber en cuatro o cinco canales. Pero eso es ya solo un recuerdo. Sigue existiendo todavía, pero dentro de 10 años eso ya no existirá, pero nosotros sí seguiremos existiendo. Lo que siempre habrá serán las historias, las ideas, los personajes, el poner en peligro algo, la emoción, gente joven que quiera entrar en el sector, en una industria donde puedan presentarse en pantalla para poder entretener a la gente y la verdad que me importa muy poco en qué plataforma lo hagan, mientras lo hagan bien, con amor y pasión.
Tú has dicho adiós a Pointless después de 12 años, ¿cómo ha sido?
Maravilloso. He hecho casi dos mil episodios. Intenté dar todo de mí mismo cada vez que grabábamos un episodio. Es cierto que lo echo de menos, pero es muy liberador porque me da más tiempo para escribir y estoy muy orgulloso de ello. Me fui antes de que me echaran, eso es lo mejor que se puede hacer en este sector.
También hay huecos para la frivolidad de esta cultura pop que nos rodea, como los consejos de belleza de Gwyneth Paltrow o las noticias sobre Kim Kardashian, ¿tendríamos que inventarlos si no existieran?
Totalmente. Uno de mis personajes, Joyce, tiene su propia cuenta de Instagram y, aunque el libro muestre a esas personas mayores de 70 años, me encanta meter un poco a gente de todos los ámbitos, música, moda, TikTok porque me interesan las cosas nuevas. Y me gusta meterlas para ver cómo reacciona gente de 70 años ante esas cosas nuevas. Y quiero que los libros traten sobre las cosas genuinas que tenemos a nuestro alrededor todos los días.
Unos pequeños apuntes musicales. Alice Cooper para uno de los personajes, ¿mitómano?
Lo elegí porque es un nombre famoso y se lo di a un personaje que es una mujer, no tiene nada que ver con el artista.
Pauline tomando LSD con Iron Maiden, ¿basado en hechos reales?
Cuando trabajas en televisión, uno de mis lugares preferidos es la sala de maquillaje donde hay profesionales del maquillaje y vestuario, que llevan trabajando en ese sector muchas décadas y han trabajado con todo el mundo, han visto de todo y son los mayores cotillas que te puedes echar a la cara. Muchos empezaron yéndose de gira con bandas y tomando LSD con Iron Maiden. Y que ahora a esos de 60 años, alguien de 20 años les diga que es más guay que ellos, se equivocan porque nunca van a ser tan guais que ellos.
Vikingo con su camiseta de Foo Fighters, ¿guiño en un momento complicado para el grupo?
Yo compraba sus álbumes en cuanto salían y los vi, incluso, en un pequeño pub antes de convertirse en famosos. Me encanta en todo lo que han hecho y, aunque no haya sido a propósito, yo estoy dispuesto a hacerles cualquier homenaje que me pidieran.
Me acuerdo que tras el concierto me asomé al balcón a la mañana siguiente y en el balcón de al lado estaba Iggy Pop tomando el sol desnudo. Sí que he visto un poco el estilo de vida de las estrellas de rock.
Tu hermano mayor es el bajita de Suede, ¿en alguna pelea de hermanos le chantajeas con contar los mayores secretos del grupo?
Tendría que hacerlo porque hay un montón de historias. Él se convirtió en una estrella de rock cuando yo tenía 20 años, pero nunca quise entrar en el mundo de la música. Estaba muy orgulloso de lo que hacía, salía con él, iba a ver sus conciertos. Recuerdo que una vez vine a Barcelona, en el 94 si no me equivoco, había un festival en los Pirineos con Rage Against The Machine y varios grupos y me acuerdo que tras el concierto me asomé al balcón a la mañana siguiente y en el balcón de al lado estaba Iggy Pop tomando el sol desnudo. Sí que he visto un poco el estilo de vida de las estrellas de rock, pero nunca he ido durmiendo en un autobús de gira como ha hecho mi hermano. De hecho, no sé cómo siguen vivos en esa banda, no tengo ni idea cómo lo hacen, y mucho menos entiendo cómo pueden seguir teniendo esa buena pinta que tienen, que parece que están en forma y están fenomenal. No me lo explico, es como ‘¿de verdad? ¿con las cosas que os he visto hacer, seguís así?’.
Entonces, ¿qué papel juega la música en tu vida?
Me encanta la música, mi hermano es músico, escucho música constantemente y me gusta ver cosas nuevas. No soy esa clase de persona que solo escucha música de los 80. Quiero ver quiénes son los Arctic Monkeys, quién va ser la nueva Taylor Swift. Escucho a los nuevos y a los que ya conozco, pero siempre quiero saber lo que viene.
Dicen que no hubo fenómeno igual en el Reino Unido literario desde J.K. Rowling. Ella niños y tú ancianos, ¿en los extremos está el éxito?
A mí me encantan las estadísticas y las cifras de ventas. Yo le pedía a mi editorial que me enviara todo lo que tuvieran, quería ver todo tipo de datos sobre la venta de mis libros, me parece algo fascinante. Me los enviaban y me decían, es que nunca hemos visto datos así. El 50% son lectoras y el 50% son lectores, que ya es tremendo. El 50% tiene más de 40 años, el 50% tiene menos de 40 años, que también es de locos. Lo maravilloso de El club del crimen de los jueves es que trasciende la edad, el género, no sé si será el humor lo que atrae a tantos tipos distintos de personas. Al principio pensaba que quizás solo lo leerían las personas mayores, pero me equivoqué y me encanta haberme equivocado.
El título te lo dio Ingrid, ¿le vas a dar derechos de autor?
Sí, porque, además, el título es muy difícil. Nos quedaba una semana para tenerlo y estábamos de vacaciones pensando en posibles títulos. Yo lo quería llamar La tercera bala e Ingrid me dijo el título actual, El misterio de la bala perdida. Dije, ‘vamos a enviar estos dos títulos a los jefes de ventas’, que son los que van por todo el país presentando los libros a las librerías, que son los que más entienden. De los 20 que había, 18 votaron por el título de Ingrid y asumí que ella tenía razón y que yo me había equivocado. Por eso es tan importante tener una buena pareja en la vida.
Ya has asegurado que habrá más entregas, pero, ¿no hay ganas de probar cosas nuevas?
Ahora mismo estoy escribiendo el cuarto, pero tras eso me tomaré un descanso de El club del crimen de los jueves. Volverá, sin duda, pero quiero escribir una novela sobre una agencia de detectives tradicional porque es más fácil encontrar un argumento con profesionales.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...