Especial
COP15: Qué es y qué está en juego en la cumbre de Montreal
Los mandatarios del mundo se reúnen en la Conferencia sobre biodiversidad, que arranca hoy en la ciudad canadiense.
Es muy probable que a lo largo de las últimas semanas hayas oído hablar de la COP27, la Conferencia sobre el cambio climático que se ha celebrado en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij. Una cita clave para el futuro del planeta que ha hecho correr ríos de tinta y abierto los telediarios de medio mundo, y que concluyó de manera decepcionante para las principales organizaciones ecologistas. Y sin embargo, es menos probable que estos días hayas escuchado algo sobre otra conferencia no menos importante: la COP15, que tiene lugar en Montreal (Canadá).
En la COP15, que se celebra desde este martes y hasta el próximo día 19 de diciembre, 196 países de todo el mundo debatirán sobre biodiversidad. El objetivo: adoptar una hoja de ruta mundial para revertir la alarmante pérdida masiva de especies antes de 2030. “El tiempo se está agotando, necesitamos actuar ahora”, ha advertido en la sesión inaugural el ministro de Medioambiente de Canadá, Steven Guilbeault.
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La situación es especialmente dramática. Según el último informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), las especies de fauna salvaje han disminuido una media del 69% desde 1970. Este rápido ritmo de extinción es la consecuencia directa de la desenfrenada actividad humana. Según el Panel Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES organismo científico mundial equivalente al IPCC de cambio climático), se considera que una de cada ocho especies de plantas, animales, hongos o microorganismos existentes en la Tierra están amenazadas de extinción en el corto plazo. Al mismo tiempo, la degradación de los ecosistemas se está traduciendo en una pérdida de las funciones ecológicas que llevan a cabo.
Una de cada ocho especies de plantas, animales, hongos o microorganismos están amenazadas de extinción en el corto plazo
Los antecedentes de la COP15 no invitan precisamente al optimismo. Hace más de una década, tras la COP10 de Nagoya (Japón), nacieron los llamados Objetivos de Aichi. 20 metas con las que los países participantes se comprometían a “asegurar que, para 2020, los ecosistemas sean resilientes y sigan suministrando servicios esenciales, asegurando de este modo la variedad de la vida del planeta y contribuyendo al bienestar humano y a la erradicación de la pobreza”. Doce años después, y tal como denuncian las principales organizaciones ecologistas, aquellos compromisos son papel mojado y se han incumplido de manera flagrante. Ahora, de cara a esta nueva cumbre, se proponen otros 23 acuerdos que abordan problemáticas de todo tipo, desde la contaminación ambiental o acústica hasta el uso de pesticidas. Como objetivo principal, conseguir que el 30% de los ecosistemas del planeta estén protegidos de cara a 2030.
Un riesgo para todos
La pérdida de biodiversidad nos afecta a todos. Organizaciones como Ecologistas en Acción recuerdan que “aproximadamente 44 billones de dólares, es decir, más de la mitad del PIB mundial, dependen moderada o altamente de la naturaleza y sus servicios”, explican en una nota de prensa. “La pérdida de biodiversidad ya está comprometiendo la economía global. Por ejemplo, más de la mitad de los alimentos del mundo sufren pérdidas anuales de hasta el 16% de la producción total provocadas por especies invasoras. Además, la FAO estima que la producción agrícola mundial que depende directamente de los polinizadores está entre 235.000 y 577.000 millones de dólares al año. El 76% de la producción alimentaria en Europa depende de la polinización realizada por las diferentes especies de abejas. El alarmante declive en las poblaciones de insectos pone en riesgo el sistema alimentario, ya que se estima que el 40 % de las especies de insectos polinizadores se hallan en peligro de extinción como consecuencia de las actividades humanas”, añaden.
Tal y como asegura Ecologistas en Acción, aún más graves son los riesgos para la salud humana vinculados a la degradación de ecosistemas. El 75 % de las enfermedades infecciosas nuevas o emergentes tienen origen animal. La ciencia lleva décadas registrando un incremento de brotes vinculados a enfermedades zoonóticas, como la COVID–19, y alerta de que el riesgo de nuevas pandemias será cada vez mayor. El tratamiento contra el cáncer también está en riesgo, ya que la OMS advierte que alrededor del 70 % de los medicamentos oncológicos son productos naturales o sintéticos inspirados en la naturaleza.
Ni Pedro Sánchez ni los jefes de Estado y gobierno de la UE han comprometido su asistencia a la COP15
Dicho lo cual, ¿hasta qué punto nos la jugamos en Montreal? Lo que se decida en esta COP15 afectará de forma directa “no solo a la naturaleza sino a las condiciones de vida de todas y cada una de las personas que habitan el planeta”, vaticina Ecologistas en Acción. En el caso concreto de España, por su clima mediterráneo y por ser un “punto caliente” de enorme biodiversidad a escala europea y mundial, “puede ser de los países que salgan peor parados de esta crisis ecológica global". Pese a ello, ni Pedro Sánchez ni los jefes de Estado y gobierno de la UE han comprometido su asistencia a la COP15, en lo que para la organización ecologista es “una muestra irresponsable de falta de consciencia sobre lo que la ciencia alerta, de forma contundente, desde hace años”.