¿Qué es el retardismo climático y por qué supone una amenaza?
Ante la evidencia científica del cambio climático, cada vez son más las voces que tratan de obstaculizar los planes para frenarlo. Son los llamados retardistas.
De un tiempo a esta parte, los negacionistas del cambio climático han ido progresivamente desapareciendo del mapa. Los discursos que rechazaban el consenso científico mayoritario han perdido peso y protagonismo en los medios de comunicación, y los políticos que amplificaban dichas tesis se han dado cuenta de que la sociedad está tomando conciencia de la gravedad del problema. El negacionismo climático está de capa caída, y eso es una buena noticia para todos.
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Sin embargo, y frente a lo que muchos considerarían deseable, ese cambio de actitud en buena parte de la sociedad no ha dado paso a un compromiso serio, inequívoco y global contra una de las mayores amenazas que afronta la humanidad. Por el contrario, el negacionista ha derivado en una nueva forma de pensar y actuar. Más sutil y soterrada. Más vendible y, sobre todo, más fácil de comprar. Su nombre: el retardismo.
Sí, pero no así (ni ahora)
A grandes rasgos, los retratistas son aquellos que, pese a reconocer la existencia de un cambio climático contra el que hay que actuar, consideran que no se trata de algo urgente. Todo puede esperar, especialmente si lo que está en juego es la economía o los intereses estratégicos de una empresa, un país o la sociedad en su conjunto.
Pero, ¿cuáles son sus herramientas de persuasión? ¿Qué dicen los gurús del retardismo para regalar los oídos a las grandes compañías y gobiernos de los países más contaminantes de la tierra? Según un estudio realizado por la Universidad de Cambridge, existen cuatro grandes líneas argumentales que caracterizan a todo discurso de corte retardista que se precie. Son las siguientes:
“No es culpa mía”. A menudo, los discursos retardistas señalan una obviedad: como ciudadanos, nuestro papel en la lucha contra el cambio climático es como una gota de agua en el océano. Y por tanto, no debemos preocuparnos lo más mínimo. Un razonamiento que obvia que todos tenemos un papel que jugar en esta batalla, por pequeño que pueda parecer.
“El tiempo lo cura todo”. Existe una tendencia retardista que confía ciegamente en la tecnología, hasta el punto de considerar que el propio desarrollo de ésta traerá consigo, inevitablemente, una solución al problema del cambio climático.
“Las políticas climáticas nos hacen retroceder”. Cambiar nuestro estilo de vida requiere un esfuerzo colectivo que el discurso retardista considera inasumible. Para ellos, las políticas de lucha contra el cambio climático suponen una seria amenaza al desarrollo.
“Ya es demasiado tarde”. A mitad de camino entre el retardismo y el derrotismo, este argumento niega la capacidad de la sociedad para llevar a cabo grandes transformaciones socioeconómicas. Y por tanto, es mejor dejar que los acontecimientos se desarrollen sin hacer nada contra ellos.
Ante todo ello conviene recordar, una vez más, los datos. La temperatura de la Tierra es 1,2 ºC superior a la época preindustrial. Y el calentamiento se acelera cada vez más: ha ido el doble de rápido en los últimos 50 años que en los 100 anteriores. De hecho, y de seguir así, se prevé que la temperatura media de la tierra pueda llegar a aumentar hasta 4°C en el año 2050, lo que resultaría devastador para todos los que vivimos en el planeta. Al mismo tiempo, el aumento de la frecuencia y la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos se ha hecho evidente en los últimos años.
Sí: el consenso científico es prácticamente unánime: un estudio de Sage Journals, plataforma online que agrupa publicaciones científicas de todo el mundo, muestra que el 100% de los 11,602 artículos científicos publicados y analizados hasta 2019 sostienen que el cambio climático está provocado por el hombre. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), organismo de la ONU cuya misión es proporcionar datos objetivos y científicos sobre el cambio climático, no deja lugar a dudas: "La evidencia científica sobre el calentamiento del sistema climático es inequívoca".