Hidrógeno verde: la energía que genera dudas entre los ecologistas
El proyecto H2Med conectará España con Europa para mover dos millones de toneladas de hidrógeno verde al año. No todos lo ven con buenos ojos.
El nombre suena, a priori, seductor. Al menos para quienes nos preocupamos por el medio ambiente. El hidrógeno verde se ha vendido como un aliado clave en el camino hacia la descarbonización y, por tanto, como una pieza fundamental en la lucha contra el cambio climático. Dos palabras que estos días están en boca de todos a raíz del anuncio de los planes del gobierno de España de construir el conducto H2Med, que transportará hidrógeno verde a Europa.
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El H2Med, proyecto del que ya forman parte Portugal, Francia y Alemania, consiste en toda una serie de conductos y tubería que, si todo sale según lo previsto, llevarán dos millones de toneladas de esta fuente de energía cada año a partir de 2030, lo que representará el 10% del total consumido por la UE. Se calcula que, en 2050, el hidrógeno verde representará el 20% de toda la energía en Europa.
Pero, ¿en qué consiste exactamente esta tecnología? ¿Por qué se la denomina “verde”? Y lo que es más importante para muchos: ¿Por qué han manifestado sus dudas los principales grupos ecologistas?
De entrada, lo más básico: el hidrógeno es el elemento químico más abundante en el planeta. De hecho, se cree que representa aproximadamente el 75% de la materia visible del universo. Pero no se trata de una fuente de energía, sino de lo que se denomina vector energético. Es decir: requiere de un proceso químico para su producción. Y he ahí el problema: para poder utilizarlo hay que separarlo del resto de la materia. Para ello se utiliza electricidad, que si es de origen renovable y no genera emisiones convierte a esta fuente de energía en lo que denominamos “verde”.
Ineficiencia y riesgos
Pese a todo ello, los principales grupos ecologistas se han opuesto frontalmente al proyecto al considerarlo “de dudosa viabilidad”. En un comunicado hecho público la semana pasada, Ecologistas en Acción denunciaba que “el H2Med es una apuesta que pone en riesgo la viabilidad de la transición energética, desviando para la exportación una energía imprescindible para la descarbonización de la demanda nacional. Además de usar un vector energético como el hidrógeno (H2) muy ineficiente, este tipo de infraestructuras perpetúan un modelo centralizado que va en contra de las personas, el medio ambiente y sigue privilegiando a las grandes empresas energéticas”.
Para los ecologistas, no hay duda de que el hidrógeno verde “puede ayudar a alcanzar un sistema energético 100% renovable”. Pero en su opinión, su utilización “debe reservarse para casos concretos en los que sería inviable utilizar otro tipo de energía renovable, especialmente para sustituir el uso del hidrógeno como materia prima en determinados procesos industriales, así como en aquellos que requieren de altas temperaturas que no tienen por el momento otras opciones de descarbonización”.
Esta apuesta por la exportación de hidrógeno a gran escala implica, para los grupos ecologistas, toda una serie de riesgos. Esencialmente, debido a “la inmadurez de la tecnología que se contempla tanto en la producción como en el transporte de hidrógeno”. Por ello, consideran que la inversión pública “estaría mejor empleada en medidas cuyo funcionamiento ya ha sido comprobado como lo es la electrificación, la apuesta por proyectos renovables con participación ciudadana, el autoconsumo, las comunidades energéticas y mejoras en la eficiencia energética de los hogares”.