¿Qué es el antropoceno y por qué deberías saberlo?
La comunidad científica debate desde hace años sobre un término que explica el impacto de la actividad humana sobre el planeta.
2020 pasará a la historia como el año en que estalló la crisis del coronavirus a nivel global. Fue en aquel momento cuando, en cierto modo y de manera más evidente, nos dimos cuenta de nuestra propia fragilidad como especie. Pero 2020 también marcó un antes y un después en lo que respecta a la acción humana sobre el planeta Tierra. En diciembre de aquel año, un estudio publicado por la prestigiosa revista Nature arrojaba un dato impactante: por primera vez en la historia, la suma de todos los objetos producidos por el hombre, la denominada masa antropogénica, superó en peso a la de todos los seres vivos del planeta.
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Cuesta imaginarlo. Edificios, coches, puentes, carreteras, aviones. Todo lo que podemos concebir y fabricar alcanzó, según los responsables del estudio, la monstruosa cifra de 1,1 teratones, el equivalente a un billón de toneladas. Y va a más: cada año crece a un ritmo de más de 30 mil millones de toneladas. Para ponerlo en su contexto y hacerse a la idea de las dimensiones y la velocidad imparable de ese crecimiento, a principios del siglo XX la masa antropogénica equivalía sólo al 3% del peso de los seres vivos del planeta.
El estudio publicado por Nature parecía dar la razón a quienes, desde hace décadas, hablan de la necesidad de referirse a la época actual como el antropoceno, un término popularizado por el neerlandés Paul Crutzen, Premio Nobel de química en 1995. Con aquella palabra, procedente del griego anthropo (ser humano), y kainos (nuevo), Crutzen quiso definir una nueva era geológica que sucede al llamado Holoceno, la época actual del período Cuaternario en la historia terrestre, que comenzó hace unos 12.000 años. Crutzen, como otros científicos, lo tenía claro: el planeta y sus ecosistemas han cambiado tanto debido a la acción humana que debemos hablar de un tiempo nuevo.
Según Crutzen, el antropoceno se caracteriza por tres aspectos clave: el veloz progreso tecnológico siguió a la Primera Revolución Industrial, en la segunda mitad del siglo XVIII, la multiplicación de la producción y el consumo y, sobre todo, el crecimiento exponencial de la población gracias a la mejora de las condiciones de vida. Este último factor volvió a ser noticia el pasado mes de noviembre, cuando la población mundial alcanzó la cifra de 8.000 millones de personas, según la ONU. Antes de la Revolución Industrial, no llegábamos a los 1.000 millones. Y si viajamos mucho más atrás en el tiempo, hasta hace 2.000 años, apenas éramos 170 millones de personas en la Tierra.
Hacia un planeta sin vida
Parece lógico pensar que esa presencia masiva de seres humanos sobre el planeta ha cambiado sustancialmente la biodiversidad del mismo. Al menos, así parecen demostrarlo los datos. Incluso a pesar de que los seres humanos representamos sólo el 0,01% de la biomasa terrestre, nuestro impacto es colosal: de todos los mamíferos de la Tierra, el 96% son humanos y ganado destinado a su consumo, mientras que sólo el 4% son salvajes. En el caso de las aves, el 70% de ellas se destinan a la alimentación humana, y sólo el 30% vuelan en libertad. Desde el inicio de la civilización, se han extinguido el 83% de todos los mamíferos salvajes y el 50% de las plantas.
El Premio Nobel neerlandés falleció poco después de la publicación del estudio de Nature, en enero de 2021. Y aunque no llegó a ver cómo el término antropoceno era aceptado por una parte de la comunidad científica, dado que requiere la aprobación de la Comisión Internacional de Estratigrafía para que sea oficial, la influencia de Paul Crutzen sigue vigente a día de hoy, especialmente entre quienes consideran que ha llegado el momento de replantearnos las consecuencias de nuestra manera de vivir y relacionarnos con el planeta y el resto de seres que lo habitan.
Antes de morir, Crutzen se refirió a la intensa discusión que generó el término antropoceno entre los científicos. “Veo el debate como una oportunidad para lograr la reorientación ecológica que necesitamos con urgencia”, declaró. Del mismo modo, se mostró partidario de un cambio de rumbo para plantar cara a fenómenos como el cambio climático. “Es necesario adoptar medidas drásticas a nivel internacional para reducir las concentraciones de gases de efecto invernadero, en particular de CO2, mediante el ahorro de energía, las fuentes de energía renovables y el secuestro de CO2”, explicó. Si estamos o no a tiempo es otro debate que genera opiniones igualmente encontradas entre los científicos.