Karsten Dusse, el autor alemán que nos hace plantearnos si el mindfulness tiene un lado oscuro

Tras el gran éxito conseguido en su país ha vendido los derechos de su thriller a Netflix

Karsten Dusse, el autor best seller de Alemania. / Foto cedida por Grupo Planeta

Karsten Dusse es un abogado alemán que cada vez trabaja menos con las leyes y más con la creatividad de su trabajo en televisión o en la literatura. Acaba de publicar en España su primera novela, Mindfulness para asesinos, un thriller cargado de un ácido humor negro que nos presenta a Björn Diemel, un abogado estresado que encuentra dificultades para conciliar su vida familiar con la laboral.

Su cliente es un criminal al que tiene que defender de cada acto delictivo que comete y a su mujer no le gusta ese trabajo y el poco tiempo que le deja para dedicarle a ella y a su hija. Le recomienda ir a sesiones de mindfulness para salvar su relación y lo hace. No sabía lo mucho que le iba a cambiar la vida.

A sus 42 años comete su primer asesinato, los demás le siguen en cadena. De este lado oscuro del mindfulness hemos hablado con Dusse que nos cuenta cómo surgió la idea en su bar favorito mientras tomaba un cocktail sin imaginarse el éxito que iba a suponer su historia, primero en su país donde ha liderado las listas de ventas y luego, en el extranjero. Ahora ha llegado a España y Netflix ya ha comprado los derechos para hacer una serie.

No sé por qué hay tantos divorcios si existe el mindfulness, ¿lo entiendes tú?

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El mindfulness es una técnica para reducir el estrés que tienes ante un problema, no se trata de una técnica para reducir problemas en sí. Si tienes una técnica para reducir el estrés tendrás más capacidad para pensar por qué existe ese estrés y si eso lo llevamos al matrimonio, con menos estrés y más tiempo para pensar si me he casado, o no, con la persona adecuada, quizás los divorcios aumentarían más.

Tu protagonista intenta salvar su matrimonio yendo a sesiones de mindfulness, ¿conoces algún caso en el que haya funcionado?

Por mi experiencia propia, no conozco ninguno, pero lo que hace el personaje es encontrar un equilibrio entre su vida profesional y personal para salvar el trabajo, conciliar. Otra técnica sería terapia matrimonial que podría aparecer en otro thriller, pero como digo al principio del libro es algo que me gusta, es un hombre, es su culpa y si cambia durante el matrimonio se lo tiene que trabajar para volver a cambiar.

Últimamente no dejo de escuchar las bondades del mindfulness y te agradezco que nos hayas mostrado que puede tener un lado oscuro, ¿qué dice tu coach de la perspectiva que has dado?

Si realmente practicas el mindfulness no caes en esas categorías de bueno, malo, oscuro, con más luz, es una técnica y ya, es como un martillo o un cuchillo. No hay un martillo o un cuchillo bueno o malo. Puedes utilizarlo como un escarpelo para operar o lo puedes utilizar para matar a alguien. Cuando hago giras hay varios psicoterapeutas entre el público y el feedback que me dan es muy positivo y que el enfoque que le doy es muy bueno. De hecho, me dicen que les dan mi libro a sus clientes a modo de introducción al tema. Es un honor para mí porque no me gusta hacer chistes ni bromear sobre el mindfulness, pero sí que quiero crear humor con el mindfulness, es un contraste, de esa pieza interior que es el mindfulness y la brutalidad externa que tenemos con el asesinato. Con ese contraste a mí me resulta más fácil explicar cómo funciona el mindfulness. Si yo fuera un pintor, el mindfulness sería una paloma blanca que pintaría sobre un fondo que sería una nube negra.

Eso es porque te ha ido bien con esta técnica, ¿no?

Me ha ido bien, pero no la he usado toda la vida. La llevo usando desde hace unos siete años y me llevó un tiempo entender de qué trataba. Cuando ya conseguí entenderla estaba la motivación de crear a Joschka Breitner que explicase desde el mismísimo comienzo lo que era y eso me llevo un tiempo entenderlo bien.

Dentro de la novela hay otro libro, que es el que repasa las premisas del mindfulness, ¿cuál de los dos libros te ha costado más?

La novela fue más difícil escribir. Tenemos un libro dentro del libro y la parte más importante está dentro de la cabeza del lector. Lo único que hago es presentar unos coletazos, unos fragmentos principales del mundo del mindfulness y el lector al final se imagina que debe haber un libro de sabiduría por algún lado, pero es solo imaginación. Me gusta esa idea imaginativa de que Joschka Breitner tenga su propia vida, que haya escrito varios libros y a menudo me preguntan si él o el libro existe y es un halago para mí. Es una forma de entender que lo he escrito de la forma adecuada.

Lo complicado es la interpretación que hace el abogado de esa filosofía, ¿no?

No lo interpreta mal, pero lo utiliza en el contexto erróneo, es como una herramienta que utilizas de manera no correcta. Puedes utilizar un martillo para pintar la casa y el resultado va a ser horroroso porque lo has pintado con un martillo. Tenemos una técnica en el derecho alemán, y supongo que en el español, en el que lees un párrafo y lo aplicas en la vida. Lees lo que pone en el párrafo y lo intentas aplicar a la vida para resolver un problema que tengas en la vida diaria. Si haces una mala interpretación de lo que ocurre en la vida, la ley no es de aplicación porque interpretas mal esa vida y eso es lo que hace este abogado. Aplica una buena regla para algo para lo que esa ley no ha sido creada. Funciona, no de la manera prevista, pero es una buena técnica para resolver el estrés y da igual el origen del estrés, el caso es que funciona.

“No maté a mi primer hombre hasta los 42 años”. Esta frase es brutal y nos deja ver que nunca es tarde para nada, ¿no?

Tal cual. Nunca es demasiado tarde para empezar el resto de tu vida.

Es un poco como el mindufulness, el estar aquí y ahora y no pensar más allá. Conseguí que lo publicaran, pero no a cualquier precio y ahora soy un autor feliz.

Ni para publicar una primera novela, como es tu caso. ¿Qué te ayudó a decidirte a hacerlo?

Era un deseo muy profundo que tenía, escribir una novela. Yo escribía para televisión hace muchos años y eran cosas muy cortitas como sketches, pequeñas actuaciones. Era todo muy efímero. Lo escribía, se emitía y desaparecía. Tenía ese deseo profundo dentro de mí, de crear mi propio mundo en el que pudiera sumergirme y ver cómo crear personajes con los que pudiera vivir durante mucho tiempo y fue muy divertido meterme en ese mundo que yo mismo creé. Eso es lo que quería hacer. Estaba como en el país de las maravillas donde podía hacer lo que me diera la gana. Es un sentimiento muy satisfactorio, primero escribirlo y ahora también el hecho de conocer y ver de qué manera llega este libro al mundo real. Eso era el primer libro. Después de acabarlo busqué un agente y encontré uno muy bueno que mandó el libro a 20 editoriales distintas y 19 dijeron que estaba muy bien escrito, pero habría que cambiar algunos personajes y algo del argumento porque la combinación es demasiado oscura. Tendría que cambiar algo y yo no quería porque es el libro que quería escribir. Estaría muy bien que me lo publicaran, pero mi objetivo no era que lo publicasen a toda cosa, quería publicar ese libro. Quedaba una editorial y estaba preparado para repetir lo mismo, pero me lo publicó sin tener que cambiar nada. Todo lo que ha venido después es un regalo. Es un poco como el mindufulness, el estar aquí y ahora y no pensar más allá. Conseguí que lo publicaran, pero no a cualquier precio y ahora soy un autor feliz.

Me choca que las editoriales digan que es oscuro cuando a mí me ha parecido que tiene mucha luz y mucho punto de vista positivo, ¿tendré una mente muy retorcida?

Es algo muy personal. A mí me interesaría vivir en tu mundo un tiempo para poder darte la respuesta adecuada, jajajaja. Pero sí, el libro tiene muchos capítulos llenos de risa y de humor. Todo lo que es la interacción entre el personaje principal y su hija no es nada oscuro, es el amor, la risa, la vida y saber aquello por lo que tienes que vivir.

En un bloc de comandas en tu restaurante favorito de tu isla favorita escribiste el inicio de toda esta historia. Dime que es Mallorca.

Tengo dos islas favoritas. El bar al que me refería está en la isla de Fehmarn, en el Mar Báltico, mi isla favorita en Alemania. Pero Mallorca tiene mucho que ver con mi vida laboral. Entré en el mundo de los medios, de la televisión, porque gané por casualidad un premio de un periódico alemán que era poder trabajar como el chico que se ocupa de los cables en la tele para un programa alemán que se emitía durante vacaciones desde Mallorca. Yo era muy joven, tenía 21 o 22 años y dije, ‘Mallorca allá voy’. Me presenté, me dieron el trabajo y fue un poco mi entrada en el mundo de la tele y me sigue gustando muchísimo Mallorca. El año pasado fui tres veces. Pero he ido cuatro veces a Fehmarn.

Y qué pasó en ese bar de Fehmarn para ponerte a escribir sobre ese bloc de comandas.

Varios meses antes yo tenía un argumento en la cabeza. Un abogado que mata a su cliente y se escapa porque puede seguir firmando documentos y fingir que el cliente sigue vivo. No podía empezar a escribir porque sentía que faltaba algo. Estaba sentado en el bar, tomándome una cerveza y un cocktail un poco especial que es vodka, hielo y un pez tipo anchoa, que está super salado, y ahí fue donde empecé a pensar qué es lo que faltaba, ¿por qué un abogado mataría a un cliente simplemente porque está estresado? ¿Qué tiene que pasar primero para que eso sea realista? Lo realista es que trabajar ese nivel de estrés que tiene y el mindfulness podría ser una manera porque yo algo mindfulness. Esa noche fue donde todo encajó. Le pedí a la camarera que me diera un cuaderno y lo tracé todo. Lo tenía en la cabeza y luego fui a un teatro a ver a un amigo y le conté la idea. Quería que saliera de mi cabeza para ver cómo funcionaba en la realidad. Cuatro meses después, la primera versión estaba ya lista.

Ahora mismo no tengo ganas de matar a nadie.

El protagonista es un abogado, como tú... ¿preocupado por lo que puedan pensar ahora de él sus clientes?

Mis clientes están preocupados ahora por saber cómo reaccionaría yo en caso de que yo me estresara. Cada vez trabajo menos de abogado porque no dejo de escribir libros. Al final, está claro que todo es ficción. Ahora mismo no tengo ganas de matar a nadie.

Eso es que no estás estresado…

Todavía no, pero eso podría cambiar.

Planteas los dilemas morales de los abogados defensores, ¿tú como abogado te has tenido que enfrentar a dilemas de este tipo?

No del tamaño tan grande como los que describo en el libro, pero sí que pasa que a veces llega un cliente al bufete y descubres que no tiene problemas jurídicos y legales, sino problemas personales. Por ejemplo, disputas entre vecinos, si la valla debería estar más a la derecha o a la izquierda. El problema no es tanto ese, sino que se odian los unos a los otros y ahí tienes que decidir si pones por delante ganar dinero, por encima del odio que se tienen dos personas, y dices, ‘sí, tu vecino es lo peor y yo te voy a ayudar y si pierdes recurrimos y así sigo ganando pasta’ o si por el contrario le dices, ‘¿por qué no os vais a un bar y resolvéis vuestros problemas?’. Eso no tiene nada que ver con resolver problemas como resolver un asesinato, está claro, pero es la razón principal de la mayor parte de las disputas.

Metes a la Mafia, ¿tienes fuentes?

No que yo sepa. Esa investigación fue esa misma noche del bar, cuando estaba trazando el libro, en el teatro de mi amigo. Es como una librería abierta donde puedes dejar un libro viejo y coger uno nuevo. Cuando le conté mi novela con cierto trasfondo mafioso me dijo que tenía allí un libro sobre la mafia y ahí lo tenía todo.

Cuando pienso por qué la música de los ‘80 era mejor que la de ahora es porque en los ‘80 el único problema era que el mundo podría acabarse por una guerra atómica.

Somos un medio, sobre todo, musical. Tú solo haces apuntes en este sentido en dos ocasiones y siempre en el coche, ¿es donde sueles escuchar música?

Sí, sin duda. Tengo además una radio nueva digital y en Alemania tenemos una emisora que se llama 8080 y me encanta la música de los 80. En el segundo libro hay más referencias a la música. Cuando pienso por qué la música de los ‘80 era mejor que la de ahora es porque en los ‘80 el único problema era que el mundo podría acabarse por una guerra atómica. Los artistas eran más creativos a la hora de crear música que ahora si lo vemos con los problemas que tenemos a día de hoy. Que un hombre pueda quedarse embarazado, por ejemplo.

¿Es más de escuchar música alemana o internacional?

En los ’80 es más música extranjera la que era más popular en Alemania. Para mí no depende del idioma sino del sonido que tenga. No elijo la música por el idioma. Hay un artista del que me impresiona el texto, las letras de su música, que es Leonard Cohen. Me da igual la música que haya detrás porque sus canciones son poemas, imágenes que me encantan.

Rolf Zuckowski, uno de los artistas que suena en el coche, perdona mi desconocimiento, ¿es música para niños?

Sí, cuando yo era niño era muy popular y lo sigue siendo. Me gustan esas canciones infantiles que tienen cierto sentido, que hablan de los problemas que tienen los niños y que intentan resolverlos de una manera divertida. Esa canción que menciono en la novela explica por qué se llaman así los distintos meses del año y qué pasa con ellos. Como adulto sabes que hay 12 meses y te sabes sus nombres y con 20 segundos de la canción tienes suficiente. Pero si los niños lo quieren escuchar una y otra vez, podría convertirse en una causa para asesinar a alguien.

Ya que hablamos de niños, entramos en el terreno de la crítica más dura que he visto en la novela y es al sistema de adjudicación de las plazas de guardería, ¿algo parecido a lo que reflejas en la novela ocurre realmente en Alemania?

Sí, sí que ocurre. Tenemos una ley que prevé que todas las familias tienen derecho a una plaza en una guardería, pero plazas y guarderías no tenemos. La ley no te da nada. Solicitas plaza en 20 guarderías y tienes suerte si dos te contestan. No tiene sentido para nadie. Es como solicitar un puesto de trabajo, tienes que hacer mucha burocracia.

Una relación siempre se puede acabar, pero la relación con tus hijos va a durar toda la vida.

Planteas una relación padre e hija en el fondo muy tierna, ¿para contrastar con su faceta de asesino?

Sí, es un poco el símbolo de la conciliación laboral. El trabajo está descrito, es ese lado oscuro, la mafia, los asesinatos. Para la parte familiar ese equilibrio se consigue así, tiene la disputa con la mujer y ese amor puro que siente por su hija. Ambas cosas son necesarias para intentar encontrar un equilibrio y ver cuál es la motivación principal. Una relación siempre se puede acabar, pero la relación con tus hijos va a durar toda la vida y por eso elegí que eso fuera el motor de su vida.

¿Qué tienes contra los hipsters?

Es interpretación tuya que no me gustan los hípsters… aunque tienes razón. No me gustan los comportamientos falsos y no me gusta que para fuera yo sea el bueno, el que quiere salvar el bueno, pero lo haces por aparentar y hacer ver que quieres salvar el mundo y no te preguntas si acabas haciéndolo o no. Eso te da igual. Eso no me gusta. Pero en general, no me gusta esa fachada falsa y, en absoluto, me gusta cuando lo combinan con esa sensación de superioridad moral. Todos nosotros somos seres humanos con fallos, nunca hemos tenido un comportamiento cien por cien correcto y no me gusta que brillen de puertas hacia fuera. Volviendo a Leonard Cohen, como él dice, siempre hay una grieta por donde entra la luz. Y no entiendo a esa gente que de puertas hacia fuera parece tan brillante, si no hay un agujero dentro no entra la luz.

Siguiendo con la música, ¿te inspira para escribir?

Sí, es el tono, el humor que tengo.

¿Has escuchado música oscura para esta novela?

No con el primer libro, pero cuando empecé a escribir el segundo libro escuché mucho Leonard Cohen, su último álbum. Hay una canción en la que hace un tratado con Dios y es muy oscura la canción, pero muy confidente, también. Hay una frase que dice, ‘solo uno de los dos será real, y ese era yo’. Es un contacto muy intenso con alguien a quien al final le dices que no existe, pero, aunque no existe tienes mucha interacción con él. Ese tipo de música oscura, pero cierta, es la que escuché antes del segundo libro. Hay una palabra en alemán para definir esa música que aún sigue siendo oscura, no lo es en plan destructivo, sino que sigue habiendo esperanza y anhelas algo mejor. También me gusta mucho escuchar música clásica cuando escribo, con mucha cuerda y mucho piano. Depende del estado de ánimo que tenga ese día.

Cuando trabajas en la tele tienes tantos jefes y superiores que quieren hablar y cambiar cosas sin añadir nada creativo que es algo que me estresaba.

Tendrá adaptación para Netflix, ¿te apetece ver tu historia en imágenes?

Como he trabajado tanto tiempo en televisión no es que esté muy emocionado. Sé que es algo totalmente distinto. Empecé a escribir novelas por una razón y lo disfruto y hay otras personas con las que hablo sobre mis libros que son mi agente y mi editor y lo que me dicen es importante para mí. Cuando trabajas en la tele tienes tantos jefes y superiores que quieren hablar y cambiar cosas sin añadir nada creativo que es algo que me estresaba. Disfruté el poder sentarme tranquilamente a escribir sin fecha límite prefijada, es distinto para trabajar para la tele o para una serie de televisión. Estoy agradecido por eso, me gustó, y muy orgulloso de que Netflix haya querido hacer la serie y estoy emocionado de algún modo por lo que va a pasar ahora, pero tomé la decisión consciente de soltar lastre y que ocurra lo que tenga que ocurrir.

Has trabajado en varios formatos audiovisuales, ¿cuál te hace sentir más cómodo?

Hay dos. Uno en el que trabajaba como escritor creativo que era la adaptación alemana del Saturday Night Live. Era un humor anárquico y profesional a la vez. El segundo formato se llama Ladykracher de la comediante que representó a Alemania en Eurovisión, es muy famosa. Es muy parecido al libro porque ahí también combinábamos cosas que no pegaban en una cena. Muy profesional también lo que hicimos ahí. Puede parecer arrogante, es lo que hago con mis libros y también lo hacíamos ahí y es que no nos preocupaba que el público se riera o no. Lo necesario era que nosotros nos riéramos. Solo si nosotros nos reímos con sinceridad, solo entonces podemos producir algo que alguien más pueda aceptarlo como honesto y no como algo falso. Ha habido muchos otros formatos que hacen investigación sobre lo que les va a gustar a los espectadores y creo que eso es un enfoque erróneo. Tener éxito o fracasar, pero que sea tuyo, esa es la base. Si algo que aprendí con estos dos formatos y también con los libros es que prevalece mi decisión y no cambiaría nada. Me gusta lo que está ahí y lo hago porque estoy convencido de que me gusta y todo el mundo está invitado a que le guste o no, gracias a Dios vivimos en una sociedad libre donde nadie te fuerza a querer o no querer algo, es una decisión libre.

Te gusta la comedia y el humor, en unos tiempos, en los que todo parece que ofende, ¿cómo se lidia con eso?

Es algo de lo que me río porque todo el mundo se ofende, pues ya está, ese es el problema de cada uno. Si tú te quieres ofender igual yo me ofendo si empieza a llover, pero va a llover, eso no va a cambiar. En el tercer libro la hija de Björn Diemel quiere disfrazarse como una india, con plumas en la cabeza. Alguien dice que es nativa americana y dice que no, que es una india. Es ridículo, de verdad. Para mí es un regalo porque puede hacer bromas con eso, tiene éxito y no tengo tiempo para pensar en eso, es demasiado ridículo. Si quieres ofender a alguien de verdad tienes que tener la intención de ofender. Eso es muy importante para el sistema jurídico. Lo primero, si quisiera ofender a un nativo americano llamándole indio tiene que ser mi intención. Lo primero, tengo que saber que la palabra indio es ofensiva, si no tengo ese conocimiento, no tendré la intención. Lo segundo, hay que entender lo ofensivo con un tercer objetivo que lo entienda igual, que es una ofensa contra los indios.

No podemos despojarnos de nuestra libertad por otras personas que se sienten ofendidas por todo.

Ahora que se habla tanto de salud mental, ¿no le preocupaban los ofendidos por su tratamiento del mindfulness?

No, es que ni lo pensé. Resulta que pasa lo contrario. La gente que hace mindufulness o que lo ha conocido ahora me da las gracias porque nunca habría entrado en contacto con él si no lo hubieran leído en este libro. Habrá quien piense que no puedes combinar el mindfulness con la brutalidad, está bien, no hay una línea objetiva por la que la gente se pueda ofender. Es una sociedad libre, gracias a Dios, y no podemos despojarnos de nuestra libertad por otras personas que se sienten ofendidas por todo. Además, no creo que haya tantas personas que se sientan ofendidas, el problema es que muchas de ellas trabajan en los medios.

Para ir acabando. Hablas del segundo y el tercer libro, ¿esto es una saga?

Se puede leer cada uno por separado, pero son los mismos personajes. Cada libro tiene su propio libro, pero si los lees seguidos puedes ver cierto progreso. Está el tema de la mejora personal, el mindfulness hace su papel. El segundo va sobre el niño que llevamos dentro desde un punto de vista serio. En el tercero Diemel va al Camino de Santiago y el cuarto es la historia de Joschka Brietner porque, cuando era joven, era seguidor de Osho, un gurú indio.

¿Tiene un final feliz para esta saga?

No pienso en un final para la serie. Estoy escribiendo el quinto ahora y quizás sea el momento para un descanso, pero no estoy esperando que vaya a morir Diemel.

Tal vez se reforme con el mindfulness.

Puede suicidarse de manera mindfulness.

Cristina Zavala

Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...

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