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Crítica ‘Todas las veces que nos enamoramos’: Un amor que se sale de la ‘Élite’ de las comedias románticas
La nueva serie de Carlos Montero muestra una relación convulsa a través de un tiempo aún más revuelto
Chica conoce a chico puede ser la premisa a la que más miedo le tienen los que se enfrentan a contar una historia audiovisual, aunque está claro que en ese grupo no entra Carlos Montero. La mente detrás de los desenfrenos de Física o Química y los amores estamentales de Élite firma ahora la gran apuesta de Netflix para este San Valentín... Y el resultado es tan inesperado como adictivo.
Primero, pongámonos en situación: Madrid, 2021. Una chica trabaja en el guion de la que es su historia con el ¿amor de su vida? con el que lo ha dejado y ha vuelto montones de veces. Ella, en voz en off, ya avisa de que será una de esas historias que, pese a saber su final, querrás verla igual. No se equivoca.
Ella se llama Irene, y acaba de llegar a Madrid desde Castellón para estudiar Comunicación Audiovisual en la Complutense; él se llama Julio y sobrevive a la carrera de derecho en la misma universidad conviviendo con un padre al que le encantan los excesos. El romance de Irene y Julio es el motor principal de una serie que habla de juventud, primeras veces, sueños y, por supuesto, amor.
Cualquiera diría que los ingredientes que hacen posible Todas las veces que nos enamoramos retroalimentan el propio cliché, sin embargo, darles el mismo valor en cada puesto de la ecuación la convierten en un producto atractivo en todos los sentidos. Quizá tenga la culpa una trama con tantas historias abiertas como años pasan entre escena y escena —hay saltos temporales de 2004 a la actualidad—, pero lo cierto es que funciona.
Más allá del romanticismo
Puede que el título de la serie invite a los más románticos a verla, y éstos no acabarán decepcionados en absoluto; aunque tampoco lo harán todos aquellos que estén huyendo de las historias de amor que tanto se han explotado en el género juvenil. Sí, el hilo conductor de TLVQNE es cómo dos personas explotan su relación tóxica hasta consumir sus ganas y su tiempo; pero no es lo único que cuentan.
Los sueños tienen mucho peso en la trama, sobre todo teniendo en cuenta la relación de los personajes con el mundo del cine. Y es que Irene no solo está enamorada de Julio, también lo está de su profesión; y de hecho, lo que realmente mueve a su personaje es conseguir establecerse en una industria tan atractiva como complicada. Como le vaya con el chico de turno, en ocasiones, es hasta secundario.
El hecho de que los protagonistas sean estudiantes de Comunicación Audiovisual hace que en ocasiones caigan en humor de nicho —todos aquellos que tengan un intenso estudiante de CAV cerca, entenderán—, pero muy extrapolable al espíritu de juventud que quieren establecer plano a plano. Porque todos ellos se enamoran, sufren y van aprendiendo decepción a decepción; pero ninguno de ellos ponen por delante el amor al trabajo. Aquí viene una de sus grandes cuotas de realidad: ¿Quieren trabajar, o tener pareja? Pues eso.
Más allá de lo que sus personajes busquen, también hay que destacar lo bien ambientada que está la trama. Si bien era inevitable no mentar Operación Triunfo en una serie ubicada en los 2000, el submundo que se forma con referencias a los propios cinéfilos —que no solo al cine como tal— acaba siendo muy enriquecedor para el propio universo que forma la serie.
Una juventud real
Las comparaciones son odiosas, pero en un 2023 en el que Élite sigue siendo lo más comentado de Netflix España —para bien como para mal, aunque parece que eso es algo que la propia ficción busca con el paso de sus temporadas—, es imposible pasar por alto que esta serie la firma la mente pensante detrás de los chicos de Las Encinas.
Puede que la autoría de este proyecto atraiga a muchos de esos espectadores que hacen del sexo indiscriminado y de las vidas de ensueño de Élite su guilty pleasure, pero aquí no lo encontrarán. TLVQNE podría romantizar todo aquello que los del uniforme granate romantizan, pero no parecen tener intención ni de acercarse.
Los protagonistas también son chavales de 18 años, sí, pero alejados del mundo idílico en el que papá y mamá pagan todo y se hacen los deberes desde una infinity pool. Ahí solo queda especular: puede que su intención sea el cambiar la idealización por la personificación, algo que logran extrañamente bien viendo lo capaces que son de alejarse de la realidad para mostrar vidas de millonarios que no logran la mayoría de edad.
En definitiva, TLVQNE es una apuesta que abraza la comedia romántica para diferenciarse totalmente de ella, con un resultado tan óptimo que consigue encandilar a los fans y haters del género. Por sacar peros, quizá una estructura de miniserie le hubiera funcionado mejor, aunque solo fuera por saciar a todos aquellos impacientes que no quieren esperar un año para saber cómo continúa la historia.
Todas las veces que nos enamoramos se estrena el 14 de febrero en Netflix.
Javier Rodrigo Saavedra
Cine y música. Música y cine. Y más, claro. Me encontrarás en todo tipo de saraos cubriendo todo, desde...