Especial
Crítica Temporada 6 de ‘Élite’: más reivindicación que sexo a la espera del aplauso o abucheo del público
La nueva tanda de capítulos parece otra serie aparte de la que llevamos conociendo estos años, pero, ¿aprueba o suspende?
Lo nuevo de Élite puede estrenarse en pleno noviembre, pero sus protagonistas empiezan en plena vuelta al cole. La temporada 6 de la ficción española más polarizada de Netflix llega con la novedad de no tener a ningún personaje previo a la temporada 5, dejando claro que ha empezado una nueva etapa. La cuestión —sin spoilers— es, ¿supera, se mantiene o baja el nivel de lo visto hasta ahora?
Mucha gente podría anticipar el fin de Élite con la marcha de sus últimas veteranas, aunque nada más lejos de la realidad. Este nuevo camino sin Claudia Salas ni Georgina Amorós —RebeK y Cayetana en la serie, respectivamente— no se vive como una pérdida, sino como toda una declaración de intenciones.
Tal y como nos contaron Jaime Vaca y Carlos Montero, Élite no son sus personajes, es Las Encinas. Ni que decir tiene que las temporadas pasadas han estado en gran parte sujetas por la presencia de nombres como Arón Piper, Danna Paola o por supuesto, Ester Expósito; aunque las tramas y las escenas siempre han ayudado a levantar el fenómeno. Además, sus continuos nuevos fichajes ayudan a transicionar al espectador, tal y como sucede con algunos de los actores de esta nueva tanda más queridos, Manu Ríos, André Lamoglia o Valentina Zenere.
Pero dejando a un lado su plantel, vayamos a lo importante. Nuestra crítica de esta temporada se centra en los tres primeros capítulos, que, pese a cambios radicales, deja muy claro el tono y nueva dirección que quiere seguir la serie. Y el primer aspecto no pasa desapercibido: es la temporada menos sexual de toda su historia.
Élite T6, más denuncia y menos sexo
Algo que llama la atención poderosamente de esta nueva tanda de capítulos es la ausencia de sexo. Entendamos ausencia de sexo con unos servicios mínimos que ofrece alguna escena —un Élite sin contenido erótico sigue incluyéndolo aunque en menor medida, va en su esencia—, y que no descarta contenido explícito en sus primeros episodios. Y aun así, no es un elemento central.
Parece que, en esta ocasión, el sexo es un instrumento de presentación de tramas y personajes, pero no un único fin como podía ser en la temporada pasada. La razón, confirmada por los propios actores y actrices en sus entrevistas, es evidente: las tramas son tan intensas que no dejan lugar al placer carnal. Y es algo que, a la espera del espectador más exigente, juega a su favor.
En tan solo un repaso rápido se puede ver qué puede deparar la temporada. El final de la quinta dejó a medias una trama sobre una violación, se presenta a un personaje trans y hay una trama también relacionada con violencia de género. Ahí es donde la ficción empieza a andar descalza sobre una cuerda colocada en un precipicio, pudiéndose caer o recibiendo un aplauso al llegar al otro extremo.
Y es que Élite ha dejado atrás las relaciones tóxicas, los celos y los cuernos que un día mantuvo en vilo a los espectadores. Ahora apuesta por temas igual de necesarios que retratar —aunque mucho más duros— y que se agradece ver en una ficción patria con una audiencia joven; pero que del mismo modo se arriesga a caer en la ficción para temas demasiado reales. La representación siempre es importante, pero Élite tiene que tener en cuenta cuando deja de plasmar "una vida idealizada" para contar los horrores del mundo real sin faltar al respeto a quienes los sufren.
La serie ya recibió críticas —algo que también va en su naturaleza— cuando presentó la trama de Philippe (Pol Granch) y el caso de violación en el que estaba implicado; y esta nueva trama con Isidora como protagonista promete hacer las cosas bien. Del mismo modo, Nico (Ander Puig) también se tendrá que enfrentar a la ignorancia de algunas de sus compañeras a su transición; o el personaje de Carmen Arrufat a atreverse a renunciar a una vida de apariencias para contar el infierno que vive dentro de su pareja.
Si están a la altura o no será algo que se juzgará en los nuevos ocho episodios, aunque está claro que ganarse el aplauso del público es más importante que nunca. Élite ha cambiado, quizá para enmendar errores del pasado o tratándolo de mejorar su imagen inconscientemente, pero todavía queda esperar a que lo hayan hecho bien. Y, de ser así, su valor se habrá reforzado lo suficiente como para cambiar la percepción de algunos de sus detractores.
Una nueva serie
El factor de la aprobación de los espectadores es más crítica que nunca por una sencilla razón: esto ya no es Élite, sino un spin-off. Mantiene nombre, línea temporal y tramas; pero está claro que este colegio no es el que conocimos en 2018. Parece que la promoción que se vio afectada por la llegada de tres alumnos de un instituto público fue la más sangrienta de toda la juventud madrileña, y ahora dan a otros problemas. Y otros personajes, claro.
Los creadores nunca han escondido su intención de estirar la serie todo lo que puedan, y esta es la prueba de fuego para ver si serán capaces. Élite ya no es Carla, ni Samuel, ni Lucrecia; ahora es Patrick, Isidora e Iván. Desde luego, su tono vuelve a enganchar como en ocasiones anteriores y su misterio, si bien ahora reside en segundo plano, vuelve a dejar tendido un hilo del que tirar para todos aquellos que no estén absorvidos por la historia de unos adolescentes que juegan en otra liga.
Queda la duda de si, dentro de cinco años, volveremos a ver otra serie distinta a la que vemos ahora —si la ficción sigue renovándose por otro lustro, claro—; pero de momento solo queda disfrutar. Élite ha nacido como un guilty pleasure mundial, y si cumple y sale orgullosa de todas las tramas tan complicadas que plantea en esta nueva aventura, podrá sacar pecho al fin como el fenómeno que es.
Élite, Temporada 6 se estrena el 18 de noviembre en Netflix.
Javier Rodrigo Saavedra
Cine y música. Música y cine. Y más, claro. Me encontrarás en todo tipo de saraos cubriendo todo, desde...