Leticia Sala sobre maternidad: “Creo que no existe en la calle un diálogo muy honesto sobre qué es ser madre”

La compositora de Rosalía, Aitana o Natalia Lacunza nos habla de emociones en su nuevo libro

Leticia Sala, una de las voces milenials. / Foto de Diego de la Fuente cedida por Penguin Random House

Leticia Sala es una de esas mujeres que juegan con las palabras para transmitir aquello cotidiano que caracteriza a su generación, la millennial. De ahí que esté considerada como una de las voces de referencia para los de su edad.

Encontró en las redes sociales el lugar para compartir sus poesías y textos que, primero versaban en torno a su perrita o su marido y, poco a poco, se fueron abriendo a temas más existenciales con los que muchos se identifican.

Trabajó en la ONU en Nueva York, hasta que decidió centrarse en la escritura y no sólo de libros sino también de canciones. Ha compuesto con Rosalía, Aitana, Ana Torroja o Natalia Lacunza, entre muchos otros.

Y ha publicado recientemente Los cisnes de Macy’s, un libro de relatos que nos permiten conocerla mejor a través de las emociones, las que le han provocado la maternidad, el paso de la edad o la era tecnológica en la que vivimos.

Rigoberta Bandini ha dicho que narras “desde la ingenuidad y la profundidad a la vez, es como ir descubriendo mundos desde los ojos de una niña y de una sabia ancestral al mismo tiempo”, ¿te ves reflejada en sus palabras?

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La verdad es que me hizo una ilusión tremenda saber que Paula lo veía de esta forma porque no es que yo misma pueda poner esas palabras de mí misma porque es incapaz uno mismo de hablar de su obra así, pero cuando lo leí, pensé, entiendo a qué se refiere. Es algo que hago de manera inconsciente, que tal vez la forma en que me gusta componer las frases, que sean muy accesibles y al mismo tiempo con mi uso del supongo, intentar huir de lo categórico y dogmático, pero al mismo tiempo, sutilmente, ir introduciendo mensajes. Te la cuelo por ahí y te estoy hablando de la amistad, la maternidad o lo que sea. Me pareció muy fina Paula en la forma en lo que lo describió. No me di cuenta hasta que leí sus palabras.

¿Cuál es tu relación con ella?

Tenemos amigos en común y yo conocía a su pareja, Esteban, pero en realidad la amistad real cuando me escribió un día por Instagram, ‘oye, me gustaría conocerte’. Muy Paula. Es una chica muy increíble por la dirección que tiene, que es algo que admiro mucho de ella. Le dije, ‘cuando quieras’. Típico que nos costó cuadrar agendas, pero un día quedamos y fuimos a comer un restaurante y no parábamos de hablar. Es una persona muy conectada a cosas que yo también estoy muy conectada y la compatibilidad fue del 100%.

Hay gente que tienden a pensar que, si hablamos de relatos o cuentos, la cosa es más frívola que otra cosa, nada que ver con Los cisnes de Macy’s, ¿falta de conocimiento?

Es verdad. Me encanta que me lo digas de esta forma porque hay como un sistema de creencias que a mi juicio es totalmente erróneo, en España, sobre todo, que pone al cuento en algo inferior por ser más corto y el formato. Y en cambio la novela, como algo más trabajado cuando creo que no está mal el trabajo de armar un libro de relatos, que significa que en cada momento que comienzas un relato, generar unos personajes, generar un conflicto que avanza y luego matarles, simbólicamente, cuando pones punto final a ese relato. Y luego volver a empezar. En el fondo son mini novelas. En la novela hay mucho rato muerto, hay mucha descripción y explayarse en los detalles y el relato te obliga a que cada frase importa y cada frase te tiene que estar permitiendo llegar a la siguiente y que muestre que el personaje ha evolucionado de alguna forma. Tendemos a pensar que uno excluye al otro y yo creo que no es para nada así, creo que se puede escribir novela, se puede escribir relato y todo tiene cabida.

¿A dónde querías llegar con Los cisnes de Macy’s?

Los escribí mucho desde, quiero escribir todo el rato desde la emoción que está imperando en mí y, a partir de ahí, armar un relato y por eso me fue también. Mi hilo conductor fueron mis emociones y no solo la idea de transmitir un solo mensaje. Es la forma en la que consumimos información, con las series, con el Instagram, con el TikTok y esto influye. Tendemos a estar más acostumbrados.

De hecho, te ha llevado tres años escribirlo, ¿notas la evolución del primer al último relato que escribiste?

Cien por cien, para mí este libro ha venido a ser un poco el representante de un momento muy catártico en muchos sentidos. En el aspecto universal, evidentemente la pandemia, que nos ha afectado a todos, las guerras, la situación de inestabilidad. Cosas que de una manera directa o indirecta te colocan en una posición y sentido de pertenencia al mundo, distinto al que teníamos. Eso ha sido un impacto importante. Y desde el aspecto particular, desde luego, ha pillado una pérdida de embarazo, un embarazo a término, mi llegada a la maternidad que ha sido muy catártica, boda, época muy convulsa, ahora vivo a las afueras de Barcelona. Todo suma. Ha habido cositas.

Muchos hablan de ti como una de las voces de la generación millennial, ¿qué es lo mejor y lo peor de esta generación?

Creo que lo mejor es la capacidad heroica que tenemos de adaptarnos a todo. Creo que somos una generación busca trufas porque hemos sabido encontrar oficios en lo que otros solo veían hobbies. Y no viene porque seamos super mujeres y super hombres, viene porque hemos pillado tantas crisis y cambios a nivel social que nos ha obligado a redefinirnos, readaptarnos y reconfigurarnos muy rápido. La crisis de Lehman Brothers que fue en 2009 me pilló en primer año de universidad, que es este momento de querer comerte el mundo y, de pronto, el mundo tal y como lo conocía cambió porque hubo una crisis enorme. Se desmoronó todo literal y metafóricamente hablando. El covid también, ahora la guerra también. Siempre estamos con la sensación de crisis y es algo muy intrínseco en nuestro sentido identitario. Creo que estamos muy preparados a cambiar de oficios. Las redes sociales también han reconfigurado muchos mercados y nos ha obligado a readaptarnos. Son tan constantes las novedades y cambios hemos asumido que hay que actualizarse.

Eso lo positivo, ¿y lo negativo de esa generación?

La parte negativa tiene que ver con la positiva en el sentido de que nos hace pisar con bastante incertidumbre y eso para todas las esferas de nuestra vida es bastante dura y triste. Esa sensación de que yo podré estar haciendo mis pinitos en la literatura, pero quién sabe si interesará mi voz en 5 o 10 años. Las generaciones anteriores, si habías conseguido tocar ciertas teclas, ya tenías esa seguridad de sentir que ya estabas establecido. Nosotros, para nada. En el aspecto personal, y no puedo dejar de hablar de maternidad, cuántas amigas con las que hablan me dicen, ostras es que tengo una llamada de la naturaleza que me dice quiero ser madre, pero luego, miro mi cuenta, miro la baja laboral y el poco apoyo que tenemos en España con respecto a las madres y digo, ¿en qué momento voy a ser madre? Y muchas veces están renunciando y eso me da mucha pena.

Lo de mezclar ficción con autobiografía, ¿es una forma de esconderte tras la ambigüedad?

Me encanta esta pregunta directa. Desde luego en la ficción hay un lugar muy seguro, eso no lo vamos a esconder. Hay tres o cuatro relatos que son autobiográficos y en los que no he querido por la sensibilidad de los temas que toco, querer hacer ese ejercicio de irme a la ficción. Pero hay algunos que son totalmente ficción. Llega un punto en el que está tan entremezclada la realidad y la ficción que, de verdad que, con los años, yo ya no sabré lo que pasó y lo que no pasó. Te lo juro. La literatura está tan elevado respecto a la anécdota y el cotilleo, que yo entiendo que como homo sapiens nos movemos por el cotilleo y yo soy la primera que quiero saber si lo que leo es verdad o no, pero en el fondo, la literatura hace que se borra un poco esa pregunta y eleve esas historias al conflicto y la evolución de personajes y a la verdad entendida como algo más importante que la realidad.

A mí, mientras leía el libro, me daba la sensación de estar viendo una colección de polaroids en movimiento, ¿es fácil seleccionar esos momentos entre todos los que habrá en tu vida?

Agradezco que digas que mi vida tiene muchas polaroids porque a veces me encuentro con la pregunta de si mi vida merece la pena escribirla. Están pasando tantas cosas en el mundo y es todo complejo que me pregunto si vale la pena. Pero luego pienso que todo cabe. En esta obra lo que he querido es moverme por la emoción. Pero una vez escrita la obra sí que podría decirse que hay cuatro grandes temas: la amistad, las redes sociales y la complejidad con la que afectan a nuestra identidad y nuestras relaciones líquidas, la maternidad y el hacerse mayor, ese paso de la adolescencia extendida en el tiempo a la adultez que cuesta mucho definir.

Como decías, uno de los temas es el de la maternidad que aparece en varios relatos y no precisamente en su versión más idealista, ¿era lo que pensabas?

Para nada era lo que esperaba, para mí fue una enorme sorpresa agridulce, porque tampoco esperaba todo lo increíble que ha sido. En mi caso, al no haber tenido personas cercanas que tuvieran criaturas pequeñas, había estado muy alejada de lo que era la maternidad. En el aspecto negativo ha sido mucho más duro de lo que pensaba. No sabía que implicaba un duelo contigo misma, no sabía el sacrificio que iba a implicar, no sabía lo poco preparada que está la sociedad para dar una cálida acogida a una madre recién parida. No sabía la existencia de la violencia obstétrica… millones de cosas que para mí ha sido una sorpresa. Les decía a mis padres que era como si toda la vida hubiera estado como en El show de Truman y han bajado el telón y mi padre me dijo una frase que me resonó mucho: ‘Leticia, la vida empieza ahora’. Yo ya me creía muy adulta porque tenía mi dinero en el banco, pagaba mi alquiler, me había casado y hacía las cuatro cosas de adulta y darme cuenta de que, para nada, que ahora estoy siendo adulta, ahora tengo una responsabilidad enorme y eso fue una sorpresa. Creo que no existe en la calle un diálogo muy honesto hacia lo que es ser madre. También ha tenido unas sorpresas inimaginables en el aspecto más positivo del mundo y yo no hubiera podido hacer un salto madurativo igual si no hubiera tenido a mi hija porque es un abandono del ego tal que dejas de ser el centro de mundo y es muy sano. Pero hay que matizarlo porque no significa que dejas de ser una persona que no importa. Eso yo que nos caracteriza un poco a los millennials es un yo más uno.

Hablas de un parto complicado y una unidad de neonatos con mucho sufrimiento, ¿eso marca?

Me ha marcado muchísimo. Dije que las heridas relacionadas con la maternidad son como si las pusiéramos en el mar en el sentido de que su capacidad de curación es mayor a otros tipos de heridas. La madre, en un momento muy incipiente como es el mío, que llevo siendo madre desde hace año y medio, es todo tan fuerte que tiras hacia delante, no hay mucho lugar a la autocompasión y a revisitar la herida. Tuve un inicio complicado, pero lo volvería a vivir ahora mismo. Es así de inexplicable el amor maternal. Lo dicen los psicólogos, nos olvidamos para seguir reproduciéndonos. Si nos acordáramos de todo ese inicio que pasamos, no volveríamos a repetirlo.

¿En qué ha cambiado la visión que tuvieras de tu madre?

Sí y tengo que decir con toda honestidad que cambió muy positivamente. Mi madre tuvo cuatro hijos que es algo que no entiendes el esfuerzo que ha tenido que implicar eso hasta que tienes uno. Me provoca una admiración no solo a mi madre sino a cualquier madre, se provoca una serie de comprensión en la que no hace falta el diálogo, que me parece algo increíble. Con mis amigas que son madres se crea también una especie de sororidad de madres que es increíble.

También hablas de un aborto… ese es un tema del que se habla menos, ¿por respeto, temor, tabú…?

No llegué a mundo de literatura con ganas de revolucionar porque empecé escribiendo sobre mi perrita y mi amor hacia mi marido, pero la vida te lleva por otros lugares y uno de ellos ha sido esa pérdida que no me esperaba para nada y ver las reacciones y cómo se lleva en el exterior. Solo cuando se lo empecé a explicar a la gente, me decían, ‘no, no, si yo he tenido tres pérdidas antes de tener a mi criatura’, ‘no, si yo, tal’ y es como por qué lo llevamos en silencio. Todo lo invisible, lo que no se nombra, no tiene poder, no tiene cabida. Y tú como persona que está viviendo eso que no tiene casi lugar lo vive desde la culpabilidad, el miedo, desde lugares que no tienen que ser.

Otro de los grandes temas es el de esta era tecnológica en la que has crecido. Abogas por un equilibrio entre la vida real y la virtual, ¿es posible?

Creo que nos ha comido bastante, pero creo que mi generación tiene un poco la responsabilidad… como yo siento que somos un poco conejillo de indias de todo, también en redes sociales… tenemos la responsabilidad social de darle el mejor uso posible. Todas estas neurosis como la del relato de la manicurista, vienen por las redes sociales y les tenemos que dar nombre a esas neurosis y así nos liberamos de un 50% de ese potencial problema que provocan las redes. Mi trabajo empezó en las redes.

Han sido básicas para ti. Empezaste a escribir ahí, conociste a tu marido ahí…

Total, y mi pandilla inicial con la que nos retroalimentamos para apoyarnos como artistas nos conocimos por Fotolog, que fue la primera red social antes de Facebook. Es una buena herramienta, pero hay que darle un buen uso. Es como el alcohol, que en realidad una copa de vino que ha salvado en muchas ocasiones, pero el exceso es malo.

En uno de tus relatos hay una youtuber que sube seguidores a base de vender miserias… de esos hay muchos… ¿quién es peor, el que crea el contenido o el que lo consume?

Wow, creo que es un poco como el huevo y la gallina. En relación con que somos cotillas por naturaleza porque somos homo sapiens, el motivo por el que nuestra especie es la ganadora, entre comillas, es por nuestro deseo de comunicarnos y por ello, la necesidad de saber si eso fue verdad y el cotilleo tienen un poco que ver con tu pregunta. Tenemos un hambre de saber… cuando me salen TikTok que dicen ‘tal influencer dice la verdad sobre la maternidad’ y me veo subscribiéndome para ver lo que está diciendo. Soy la primera que consume esto, es muy humano.

También hay varios relatos que les dedicas a tus perros, ¿qué te aportan?

Los perros son un lugar de tanta belleza, tanta vulnerabilidad, tanto cariño, tanto amor, que los perros lo ven todo. Mi perra Greta lo ha visto todo, ha visto más que todo el mundo que me conoce. Te dan un lugar de bondad infinito para escribir también. En este libro he recogido la luz y la sombra y ellos son la luz. Science, que es una perrita ciega, es una perrita que a mí vino a enseñármelo todo.

Hay mucho viaje y no extraña en una mujer que trabajó para la ONU en Nueva York, ¿echas de menos algún lugar en especial?

Echo de menos todo. Soy una persona muy nostálgica y culo inquieto, siempre me gustaría en otro lugar, es una enfermedad que tengo. Me encanta vivir en nuestro país, pero siempre tengo esa hambre de lo que está fuera y Nueva York es una ciudad super especial para mí a la que me iría mañana si pudiera irme y Estados Unidos es un país que me inspira muchísimo por su complejidad y por su rareza porque es un país rarísimo. Me interesa muchísimo, también el sudeste asiático, China, ahora en marzo voy a Japón, que me muero de ganas.

Cristina Zavala

Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...

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