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Europa prohíbe el uso de plomo para la caza en todos los humedales
Se calcula que cada año se vierten al medio ambiente entre 4.000 y 5.000 toneladas de estos residuos tóxicos a causa de la caza.
La caza es una actividad muy extendida en España. Nuestro país cuenta con casi 800.000 licencias, y la mayor parte del territorio, un 87%, forma parte de algún coto de caza, según datos del Ministerio de Agricultura Pesca y Medio Ambiente. Una práctica que sigue despertando recelos, especialmente entre animalistas y ecologistas, quienes la consideran arcaica, cruel y muy lesiva para el medio ambiente.
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Entre los argumentos más esgrimidos en contra de la caza, el impacto medioambiental de la munición, fabricada con un material altamente contaminante: el plomo. Una sustancia altamente tóxica que, cuando se libera en el medio ambiente, contamina tanto el suelo como el agua, donde puede tardar hasta 300 años en degradarse. Se calcula que cada año se vierten entre 4.000 y 5.000 toneladas de plomo en los humedales de toda la Unión Europea.
Los efectos del plomo para la salud humana, así como para los animales, están ampliamente demostrados. Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, su presencia en el organismo puede afectar gravemente al sistema nervioso central, "particularmente al cerebro en desarrollo, principal órgano diana para su toxicidad”. Además, los compuestos inorgánicos que contiene han sido clasificados por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer como “probablemente carcinogénicos”.
En el caso de la fauna, las aves se llevan la peor parte: según un estudio liderado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y publicado en la revista Environmental Science and Technology, el plumbismo o intoxicación por plomo es una de las principales causas de intoxicación de las aves. Según otro informe de la Agencia Europea de Sustancias y Preparados Químicos, 14.000 toneladas de plomo podrían causar la muerte de hasta 2 millones de aves.
En España, un Real Decreto de 2021 ya prohibió el uso de este tipo de munición en los humedales incluidos en la lista del Convenio Ramsar, un documento suscrito en 1971 para proteger este tipo de ecosistemas. La normativa se alineaba así con recomendaciones de organismos científicos como el CSIC, que recomendaron "eliminar progresivamente" el uso de munición de plomo en todos los hábitats (no solo en los humedales) y que los cazadores opten por alternativas menos tóxicas, como el acero. Ahora, la prohibición dictada por la UE se extenderá a todos los aguazales del territorio nacional, incluidas las lagunas artificiales y balsas de riego.
Los cazadores, en pie de guerra
La prohibición del plomo ha puesto a la ofensiva a los cazadores españoles. Tras la aprobación de aquelarre normativa, la Real Federación Española de Caza (RFEC) remitió un informe a los ministerios de Agricultura, Transición Ecológica, Trabajo e Industria en el que alertó de las “nefastas consecuencias” que tendría para los cazadores españoles “y todo el mundo rural” la prohibición del plomo. Según los cazadores, la pérdida económica a causa de la prohibición del plomo sería de “al menos 5.700 millones de euros”, y provocaría que dejen de cazar “uno de cada cuatro cazadores”.
Los partidarios de la caza han ido incluso más allá. En otro informe, publicado el pasado mes de octubre, la RFEC aseguró que los riesgos para la salud humana del plomo de los que advierten las principales organizaciones internacionales “se basan en meras suposiciones, estimaciones y especulaciones” que tan solo pretenden “inducir políticamente a la prohibición completa del plomo en la munición”.