Los incendios destruyen la capa de ozono
Un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts demuestra el efecto de los incendios de Australia sobre la capa de ozono. Y es peor de lo que se creía.
El pasado mes de enero, El Eco de LOS40 amaneció con una noticia optimista, algo poco habitual cuando se habla de ecologismo: el agujero de la capa de ozono, una de las mayores preocupaciones medioambientales de las últimas décadas, se está cerrando. Un fenómeno que se explica por el abandono del uso de clorofluorocarburos (CFC), principales causantes de su deterioro, desde su prohibición en 1987.
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Hoy, un nuevo estudio pone de relevancia que no hay que echar las campanas al vuelo. Investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) han demostrado que los incendios forestales son un problema para la capa de ozono. En concreto, los investigadores han analizado el gran incendio que arrasó el este de Australia entre diciembre de 2019 y enero de 2020, durante el que fue conocido como “verano negro”.
La investigación, que ha sido publicada en la prestigiosa revista Nature, ha identificado una nueva reacción química provocada por las partículas de humo y ha analizado sus efectos. Y son preocupantes: aquel gigantesco incendió contribuyó a reducir entre un 3 y un 5% el ozono total en las latitudes medias del hemisferio sur, en las regiones que cubren Australia, Nueva Zelanda y buena parte de África y Sudamérica. En concreto, las citadas partículas ampliaron el agujero de ozono antártico en 2,5 millones de kilómetros cuadrados, un 10% de su superficie en comparación con el año anterior.
El calentamiento global, el problema
“El efecto de los incendios forestales no se había tenido en cuenta antes en las proyecciones de recuperación del ozono y creo que ese efecto puede depender de si los incendios se hacen más frecuentes e intensos a medida que se calienta el planeta”, ha explicado la científica estadounidense Susan Solomon, una de las responsables del estudio.
El problema reside en que, pese a que los CFC se dejaron de utilizar, el ácido clorhídrico (HCl) presente en ellos se mantiene en la atmósfera durante décadas. En principio, mientras el cloro se mantenga en forma de HCl no tiene posibilidad de destruir el ozono. Sin embargo, si el HCl se rompe el cloro puede reaccionar con el oxígeno y formar monóxido de cloro, que destruye la capa de ozono. Es precisamente esa reacción química la que provocan los incendios forestales, tal y como ha certificado el estudio publicado en Nature.
“Este es un choque brutal para los científicos que estudiamos la estratosfera”, reconoce Solomon. “Nadie esperaba que los incendios produjeran tal efecto”. ¿Qué pasará de cara al futuro? “Ahora estamos en una especie de carrera contrarreloj. Esperemos que los compuestos que contienen cloro hayan sido destruidos antes de que la frecuencia de los incendios aumente debido al cambio climático”, concluye.