¿Podemos esperar un mayo excepcionalmente lluvioso?

La sequía que vive España sólo podría aplacarse con un mes de mayo mucho más pasado por agua de lo que es habitual, lo que a su vez reduciría el riesgo de incendios.

Agua de mayo. / Getty Images

Hay un viejo refrán que dice que “cuando marzo mayea, mayo marcea”. Una manera de vaticinar que, cuando ha hecho mucho calor durante los primeros compases de la primavera, es posible que haya que volver a sacar la ropa de abrigo más adelante, en mayo, cuando lo normal es que el verano empiece a dar sus primeras señales de vida.

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Aunque la sabiduría popular en lo que se refiere a la meteorología cuenta con numerosos dichos y refranes, conviene tener muy presente que no siempre se cumplen. De lo contrario, uno tan socorrido como “abril, aguas mil” hubiera contribuido a que el mes en el que estamos paliase una de las sequías más severas de los últimos tiempos.

Lamentablemente, no ha sido así. Durante la primera mitad de abril, apenas se han acumulado 3 litros de agua por metro cuadrado en el conjunto de España. No es solo que sea una cantidad muy inferior a lo habitual en este mes, es que es extremadamente poco. Hasta ahora, el abril más seco de todo el registro es el de 1995, cuando cayeron 23 litros por metro cuadrado en todo el mes. Estamos peor que nunca.

Visto lo visto, todas las esperanzas se sitúan en el mes de mayo. ¿Es esperable que caiga mucha más agua de lo habitual en esas fechas y, por tanto, que el agua aplaque la sequía? ¿Serviría eso para salvar muchas de las cosechas que ya se han perdido o para reducir el riesgo de incendios, más extremo que nunca?

Un trimestre cálido

Aunque hacer predicciones con tanto margen siempre es complejo, todo apunta a que no se avecina un mayo especialmente lluvioso. Más bien al contrario. Según el Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas (ECMWF, por sus siglas en inglés), lo más probable es que el trimestre mayo-junio-julio tiene pinta de que será más cálido de lo normal. Aunque no se sabe qué sucederá con las precipitaciones, nada parece indicar que vayamos a tener lluvias lo suficientemente intensas como para cambiar las cosas de manera sustancial.

Lo que sí es un hecho medible y puede servir como referencia es el último mes de mayo. Y no es precisamente esperanzador: el de 2022 fue el mayo menos lluvioso en 70 años, y el cuarto más caluroso desde 1947. Y el verano fue aún peor, dado que se trató del más cálido jamás registrado en España: la temperatura estuvo 2,2ºC por encima de la media, superando ampliamente, por 0,4ºC, al que hasta entonces había sido el verano más cálido, el del año 2003.

¿Significa todo esto que hemos de caer en el desánimo y el catastrofismo? No necesariamente, Quizá lo más inteligente sea aprender de lo que está ocurriendo, tomar nota de que el cambio climático es ya una realidad y empezar a poner en marcha medidas que vayan en una dirección completamente distinta a las que se han implementado hasta ahora. Es hora de pasar a la acción.