Se dispara el riesgo de incendios: ¿Qué es la regla del 30?

Con unas temperaturas de récord en pleno abril, la llamada regla del 30 cobra una importancia fundamental. Te explicamos en qué consiste.

Calor de verano, en pleno abril. / Getty Images

Nos encontramos en medio de un episodio tan anómalo como preocupante: este miércoles se alcanzarán en buena parte del territorio peninsular temperaturas que parecen más propias de los meses de junio o julio que de abril. En algunos puntos de España, como en el valle del Guadalquivir, los termómetros pueden superar los 35 grados, convirtiendo ciudades como Córdoba o Sevilla en auténticas sartenes.

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No todas las zonas de España sufrirán por igual el calor. Según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), se salvarán algunas áreas del tercio norte peninsular, así como en el litoral desde Barcelona hasta Murcia, pasando por Baleares, donde las temperaturas incluso pueden bajar ligeramente.

Esa situación no sólo se traduce en una amenaza para la salud de las personas: también en un riesgo extremadamente elevado de que se desaten los temidos incendios forestales. Un problema que ya ha ocupado las portadas de los telediarios pese a estar en plena primavera: en lo que va de año, han ardido más de 57.000 hectáreas en España, según el Sistema de Información Europeo de Incendios Forestales (EFFIS).

Ante esa situación, hay quien recuerda que estamos a punto de entrar en las condiciones que marca la llamada regla del 30. Una situación muy concreta que hace referencia a tres factores muy claros: temperaturas por encima de los 30 grados, humedad ambiental por debajo del 30% y rachas de viento de más de 30 km/hora. Según los expertos, cuando se combinan estos tres factores es mucho más fácil que se produzca un incendio forestal.

El viento, lo más peligroso

De entre todos esos aspectos a tener en cuenta, el que parece jugar un papel más importante a la hora de combatir un incendio es el viento. Un ejemplo: de los 196 grandes incendios que se produjeron entre los años 2007 y 2016, las rachas superiores a 30 km/h estuvieron presentes en 153, una amplia mayoría.

Sin embargo, y pese a que las condiciones que establece la regla del 30 favorecen la declaración de un incendio y complican su extinción, lo cierto es que existen otros muchos factores que son clave para que sus consecuencias sean devastadoras. El tipo de vegetación y la orografía, por ejemplo, pueden hacer que un fuego que en un principio parecía asumible acabe convirtiéndose en una auténtica pesadilla y llevándose por delante miles de hectáreas.

Los datos reflejan esa realidad: de los grandes incendios forestales producidos durante la citada década, solo en el 36,7% de ellos se daban todos y cada uno los parámetros que forman parte de la regla del 30. Es decir: es fundamental no bajar la guardia pese a que no se den dichas circunstancias. Porque el fuego, a menudo, es tan complejo como impredecible. Y tiene sus propias reglas.