Jesulín de Ubrique le confiesa a Bertín Osborne el motivo que le llevo a torear que no fue vocacional
Y recuerda el día que perdió los huevos y los tuvo que recoger su apoderado
Llegó el día. Se había hablado mucho de la entrevista que Jesulín de Ubrique le ha concedido a Bertín Osborne para la nueva temporada de Mi casa es la tuya. Una entrevista que tiene bastante enfadada a Belén Esteban porque una de las condiciones que ha puesto el torero es que no se puedan zapear ciertas partes de la entrevista.
El caso es que la charla ha dado mucho de sí. Jesulín ha hablado sin filtros de su profesión, de su paternidad, de su etapa de cantante y de su mujer, entre muchas otras cosas.
En cuanto a su profesión, hemos sabido que no es vocacional. “Estoy convencido de que, si yo hubiese jugado al fútbol y hubiese seguido en el fútbol, hubiese sido uno de los mejores porteros, un gran portero. Hubiese sido otra vida”, contaba sobre su verdadera vocación.
Torero
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Pero acabó siendo torero. “Lo mío, al principio, fue todo por casualidad, Bertín, yo nunca he tenido vocación de torero, ni familia de toreros, ni nada. Y yo empecé para pagar una deuda que mi padre adquirió trayendo a los cantantes y los artistas a Ubrique”, reconocía sobre lo que le llevó a tomar la alternativa.
Uno de esos artistas fue Rocío Jurado. “Cuando un artista va a cantar tiene que cobrar y esa Feria mi padre trajo a Bigote Arrocet y La Bombi, trajo a Fofito, Milikito y como plato fuerte vino un día El Fary, otro, Manolo Escobar, y el día grande vino Rocío Jurado. Y durante toda la Feria le salió mal”, recordaba Jesulín que se pegó una hartada de pegar carteles de aquel evento.
“Rocío tuve el detalle de decirle a mi padre que ella entendía que las cosas no habían ido bien y que tenía unos gastos. Algo así fue, no me acuerdo bien, bien, pero el caso es que teníamos un campito y mi padre daba allí algunas fiestas con becerras. Pero yo no toreaba. Mi padre decidió venderlo para pagarla a ella. Y yo le dije, ‘si no lo vendes, yo me hago torero’. Mi padre mandó a tomar por culo el cartel de ‘se vende’ y a partir de ahí me apunté a la escuela taurina de la Diputación de Cádiz”, desvelaba.
En seis meses ya estaba toreando y en Ronda mató un novillo que se llamaba Ambiciones, de ahí el nombre de la finca. Al final llegó a oídos de Antonio Ordóñez y empezó todo.
Los primeros años
Contó que hace unos meses, buscando en el baúl de los recuerdos encontró papeles que le recordaron que “con 13 años para 14, me encontré escrito a máquina, horarios míos de becerrista que cobraba 18.000 pesetas, 20.000 pesetas, 30.000 pesetas… Dimos la entrada de un piso con 14 años. Con 15 compré un piso, una furgoneta, un coche y compramos un suelo para hacer una casa. Con 16 años me compré una finca. Y con 17 años, después de torear 50 corridas de toros, me quise retirar porque no gané un puto duro y me pegaron un cornalón muy grande”.
Fue un punto de inflexión. “Esa cornada, físicamente, tardé entre tres o cuatro meses en recuperarme. Psicológicamente, dos años. Yo estaba delante del toro y pasaba miedo. Ahí sí supe lo que era el miedo y el que me estaba jugando la vida. La sangre mía salía negra, a borbotones”, contaba. Una cornada en la que perdió los huevos y su apoderado tuvo que llevarlos en la mano.
Pero siguió y revolucionó las plazas de toros donde las mujeres se volvían locas con él.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...