Joaquín Sabina triunfa en Nueva York
El cantante español ofreció un concierto en la que su escasa voz ronca fue perdonada por un público que estaba rendido de antemano
Joaquín Sabina se encuentra inmerso en su gira Contra todo pronóstico. Después de sus actuaciones en España, a mediados de octubre el músico volvía a cruzar el charco para subirse a los escenarios en México y Estados Unidos.
El pasado jueves 16 de noviembre, Sabina actuó en el Hulu Theater. Allí, el cantante español logró poner de pie en varias ocasiones a los espectadores del teatro del Madison Square Garden de Nueva York, en un concierto en la que la escasa voz del cantautor de 74 años fue perdonada por un público que estaba rendido de antemano.
Sabina, según informa EFE, no pronunció una palabra en inglés en las dos horas de concierto, tal vez porque sabía a qué público se estaba dirigiendo: una amalgama de todas las comunidades latinas de Nueva York, que se sabían de memoria todas sus canciones, incluso las más recientes.
Abundaban en la sala los mayores de cuarenta años, y aún más los mayores de cincuenta, que habían pagado cerca de 100 dólares hasta abarrotar los 5.500 asientos de la sala del teatro y que en algunos casos venían desde otras ciudades de Estados Unidos.
"Este público latino tiene la misma patria que yo, que no es un territorio, sino una misma lengua", dijo Sabina al comienzo del concierto, para recibir una de las muchas ovaciones que le entregaron a lo largo de la noche.
Y más cuanto les agradeció que a la misma hora de su concierto, otro grande como Bob Dylan estuviera cantando en el Beacon Theatre y los allí presentes en el Madison -bromeó- hubieran preferido ver al cantante español por delante del americano.
Aunque aplaudieron la veintena de canciones que interpretó del artista, era obvio que ese público había acudido a escuchar los temas míticos de Sabina, y se entregó hasta el delirio cuando llegó el momento de Por el bulevar de los sueños rotos y el cantante calló para todos coreasen a voz en grito "... como llora Chavela".
Midiendo su voz y sus fuerzas
El músico jienense sabe que sus fuerzas no le sobran y, así como compensa con el micrófono su voz quebradiza también evitó el menor desgaste físico y pasó todo el concierto sentado en un taburete o en una silla baja mientras cantaba.
Hubo un par de ocasiones en que Sabina se retiró al camerino para dejar que otros integrantes del grupo cantasen en su lugar, pero el público no se lo tuvo en cuenta: incluso en algún momento corearon su nombre con un "Oé, oé, oé, oé... Joaquín, Joaquín".
Fue en la segunda hora del concierto cuando el cantautor le dio al público lo que había venido a oír: grandes éxitos como Un amor para la Magdalena, 19 días y 500 noches o Princesa, que con su ritmo rockero puso a todo el mundo a bailar.
Una despedida que nadie se creyó duró apenas unos minutos y toda la banda salió de nuevo al escenario: Sabina, ahora con su característica chistera negra, entonó Contigo y, como fin de fiesta, enlazó Noches de boda con Y nos dieron las diez. El público, abrazado, entonó a viva voz la última canción, sabedor de que quizás sea la última vez que vean a su ídolo en un escenario de la Gran Manzana.
Ana de la Morena
Periodista y redactora de LOS40 Classic.