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Así han mejorado el aire las medidas contra la contaminación
Un estudio revela que las normativas de restricción del tráfico motorizado han incrementado la calidad del aire que respiran los europeos, aunque no lo suficiente.
Corría el mes de noviembre de 2018. La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, inauguraba oficialmente Madrid Central, un plan que limitaba drásticamente el tránsito de vehículos motorizados en el corazón de la capital de España, a imagen y semejanza de lo que ya habían hecho otras grandes ciudades europeas. La calidad del aire pasó de lleno a ocupar un lugar prominente en el debate político municipal: el entonces líder de la oposición, José Luis Martínez-Almeida, se comprometía a eliminarlo si llegaba al poder (aunque luego aprobó una normativa muy similar, a la que bautizó como Madrid 360), y los ciudadanos debatían airadamente –y nunca mejor dicho– sobre los beneficios y perjuicios de una medida tomada a instancias de los organismos europeos. De manera paralela, proyectos como las supermanzanas de Barcelona también ocupaban la actualidad de la capital catalana.
Hoy, cada vez son menos quienes ponen en duda aquellas medidas, pues se han demostrado eficientes para luchar contra un problema que causa 25.000 muertes prematuras en España, según la Agencia Europea de Medio Ambiente. El último en poner datos sobre ese beneficio ha sido un ambicioso estudio publicado en la revista ‘Nature Communications’, y que ha sido liderado por expertos del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS). Los investigadores han analizado los datos de 1.426 regiones de 35 países europeos en los que viven 543 millones de personas.
Partículas en suspensión, NO2…
Los datos hablan por sí solos: aquellas medidas han sido efectivas en la mejora de la calidad del aire y reducir la exposición de los ciudadanos a los principales contaminantes: las partículas en suspensión de menos de 2,5 micras de diámetro (PM2,5) y de menos de 10 micras (PM10), el ozono (O) y el dióxido de nitrógeno (NO2). Sin embargo, aún no son suficientes para que la mayoría de la población respire un aire que se sitúe dentro de los nuevos niveles de seguridad que establece la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Durante el periodo transcurrido entre los años 2013 y 2019, los niveles de PM10, NO2 y PM2,5 han caído anualmente en un 2,72%, un 2,45% y un 1,72%, respectivamente. En el caso del ozono, cuya presencia está más relacionada con las condiciones meteorológicas cambiantes, no se aprecia un descenso destacable. De hecho, en el sur de Europa incluso ha aumentado anualmente un 0,58%.
¿Son buenas noticias? No lo suficiente. La mejoría de la calidad del aire aún está lejos de los umbrales que marca la Organización Mundial de la Salud (OMS). Tras la última actualización realizada en 2021, se rebajaron los límites de exposición que se consideran seguros. Por ello, el estudio publicado en ‘Nature Communications’ recuerda que, teniendo en cuenta los mencionados niveles de seguridad, alrededor del 98,1%, el 80,15% y el 86,34% de la población de los 35 países europeos vivía en 2019 en zonas de aire inseguro para PM2,5, PM10 y NO2, respectivamente.
La solución pasa por medidas más efectivas contra la contaminación, pero también por una toma de conciencia por parte de todos los ciudadanos. Una buena manera de poner nuestro granito de arena pasa por utilizar más el transporte público o la bicicleta, ambas maneras de moverse más limpias y respetuosas con el medio ambiente.