Especial
'La Trampa', de M. Night Shyamalan: ¿El horror que dicta la crítica, o una de las genialidades del verano?
El director presenta una película que ensalza a su hija y baila en
M. Night Shyamalan lleva años haciendo justicia a aquella frase que popularizaba El Caballero Oscuro: "O mueres siendo un héroe, o vives lo suficiente como para verte convertido en el villano". En términos figurados —obviamente—, no solo hay quien no recuerda películas del director más allá de títulos que alcanzaron el calificativo de culto, sino que ni si quiera soporta sus últimas propuestas en cartelera.
Quien se encargó de la venerada El Sexto Sentido, la aclamada Señales o la polarizada El Bosque ahora estrena La Trampa, un thriller que lleva su esencia en todas y cada una de las escenas que la compone. Para lo bueno y para lo malo. Trap, como se conoce internacionalmente, comienza con un padre llevando a su hija al concierto de sus sueños. Sin embargo, ni se trata de un padre normal ni el concierto un evento común; pues él es un asesino en serie y el show, un caballo de Troya para atraparle antes de que se acabe la música.
Lo interesante de la idea es que se basa en una historia real, pero a la vez no. Shyamalan ha hecho esta película por y para su primogénita, coincidiendo en un año en el que su hija mediana ha estrenado su primer proyecto como directora. Al menos, así nos lo explicó él mismo.
La conocida como Operation Flagship fue el operativo real en el que se inspira La Trampa, una misión en la que se envió una convocatoria al correo de 3000 fugitivos para acudir a un evento en el que recoger entradas para el partido de fútbol americano más esperado de la temporada. Sin embargo, resultó ser una encerrona para detener a los que acudiesen. Es calcado a la trama de la película, aunque ésta no nació directamente de ella.
La trampa de la premisa
Saleka Shyamalan, hija de Night y cantante, ya llevaba varias colaboraciones con su padre —su música aparece en la serie Servant y en la película Tiempo—, pero le faltaba el empujón definitivo. "La principal idea vino de mí y Saleka hablando sobre hacer una película en la quie los personajes asisten a un concierto. Un álbum. Un álbum que pudiera escribir ella que fuera importante para la historia", contó el cineasta a LOS40 en su paso por Madrid para presentar la cinta.
Admite que Flagship es La Trampa "en parte", aunque el protagonismo que cobra la música justifica rápidamente sus palabras al primer visionado. Y es que, como Hannah Montana, tiene lo mejor de los dos mundos: si vas buscando la angustia del thriller estará, aunque también es un concierto grabado que, de no ser por lo ficticio de su protagonista, no terminaría siendo mal show.
De ahí se van descubriendo sus capas. ¿Es una película de humor negro? ¿Acción? ¿Suspense? ¿Musical? No. La verdadera pregunta que se hizo Shyamalan al empezar a escribir no es ninguna de esas, fue simplemente un "¿Por qué no?". Su experiencia tras las cámaras le respalda a la hora de justificar algunos momentos torpes que la audiencia recibirá con risas, sobre todo porque es imposible que su rodaje no anticipara esas reacciones.
Prueba de ello es algún secundario torpe que ayuda al asesino en su odisea por un estadio más concurrido que cuando Taylor Swift pisó suelo madridista, o incluso alguna línea de diálogo que ayuda sorprendentemente al avance de la trama. Sin spoilers, no es arriesgado decir que La Trampa fluye como el agua, algo más placentero para el público que quiera empatizar con un protagonista que el que se siente en su butaca buscando ver algo que no ha visto nunca. Algo que un fan de Shyamalan no va a encontrar.
Cuando Señales conoció a Billie Eilish
El tema de su género, de nuevo, no es confuso; sino fluido. En su entrevista con este medio no protestó a referirse a él como un director de terror —para ser justos, dicha pregunta se acompañó con la justificación de que el público lo relacionaba con dicho concepto—, aunque él parece tener claro que no lo es. Cualquiera que haya visto sus películas sabe que, pese a que el alienígena de Señales te hiele la sangre, su historia tiene que ver más con la familia que con los jump-scares.
Por eso La Trampa puede venderse como terror, cuando en realidad apoya su intriga en la acción. Él mismo nos confiesa que el nombre del Tanaka Arena, lugar donde transcurre el concierto en la película, hace honor al mítico Nakatomi Plaza de La Jungla de Cristal. "Es una película sobre un tío encerrado en un edificio", cuenta antes de explicar la referencia y después de mencionar El Silencio de los Corderos y Purple Rain como títulos afines a su nuevo proyecto.
En sus referencias musicales solo está Billie Eilish, de hecho, en esa misma charla relacionó a la intérprete de LUNCH con su Lady Raven. Saleka y Josh Hartnett, en cambio, nos contaron que el cineasta les dio el nombre de Rosalía como una inspiración para la presencia en el escenario de la popstar inventada del metraje.
Obviando esta parte, sin embargo, no queda nada demasiado distinto a ninguna de sus primeras películas. Es por eso que cualquier fan incondicional a su cine verá un espectáculo palomitero con el que pasárselo en grande, pero los más críticos con su filmografía verán un mismo esquema con las variables cambiadas. Quizá tengan que perder más estos últimos, sobre todo porque riza el rizo con aquello que también se le atribuye, ser un adicto a los giros argumentales.
Un veredicto a favor del cine
La Trampa puede ser uno de los mayores ejercicios de nepotismo que se ha visto en los últimos años; aunque también pone en valor el imaginario de Shyamalan separándolo de su hija. Lady Raven no es Saleka, pero Saleka sí sale reforzada como artista de esta película —y como actriz, pues el resultado es bastante aceptable—, aunque no es lo más relevante del proyecto, una toma a tierra que se agradece al verla sabiendo los apellidos detrás de los créditos.
Sea por un disco pendiente o por hechos reales, lo nuevo de Shyamalan es un ejercicio divertido en el que relajarse viendo un entretenido laberinto con un guion fácil, pero válido al fin y al cabo. En tiempos de secuelas —sin desmerecerlas, claro— también son de agradecer propuestas originales que arriesguen, tan poco vistas que el mero hecho de atreverse a hacerlas es un activo en sí mismo. Una película más en su cine, pero que termina siendo de lo más disfrutable si se piensa en todo lo bien que el propio director se lo ha pasado haciéndola.
La Trampa ya está en cines.
Javier Rodrigo Saavedra
Cine y música. Música y cine. Y más, claro. Me encontrarás en todo tipo de saraos cubriendo todo, desde...