Cuando David Bowie giró al soul (con Lennon como cómplice) hace cincuenta años
El 7 de marzo de 1975 vio la luz su disco ‘Young Americans’

David Bowie, en 1975, cuando lanzó 'Young Americans'.
La revista musical estadounidense Rolling Stone dijo del disco: “Funciona mejor cuando Bowie combina su renovado interés por el soul con su conocimiento del pop inglés, en lugar de optar completamente por uno u otro”. Fue la impresión general: David Bowie había dejado atrás sus días de glam rock y había decidido plasmar en un nuevo álbum su inveterada afición por el soul. Ese álbum se titulaba Young Americans y vio la luz hace exactamente cincuenta años: el 7 de marzo de 1975.
Decimos que no era nueva porque cuando empezó, empapado de la corriente mod, Bowie ya había dejado entrever que la música negra de Estados Unidos ocupaba lugar preferente en sus gustos. No obstante, desde entonces había publicado siete discos cuyo sonido se inclinaba casi por entero al rock elaborado y glamuroso. Sin embargo, ya en la gira del último de esa etapa, Diamonds dogs (1974), se había animado a cantar versiones de temas de artistas de soul como Eddie Floyd o los Ohio Players.
Ocurrió que ese 1974 Bowie conoció al guitarrista de funk Carlos Alomar, quien, por cierto, no conocía al Duque Blanco. Aun así, congeniaron, y Alomar —que había tocado con James Brown y Wilson Pickett, entre otros— le abrió las puertas de ese mundo que tanto deseaba. Probablemente ese encuentro determinó la decisión de Bowie de enfocar su siguiente disco en aquella dirección, y lo primero que hizo fue viajar a Filadelfia, una de las cunas del soul.
Tanto quería acercarse a ese sonido, que reservó el estudio Sigma Sound, donde se habían grabado todos los discos del denominado “sonido Filadelfia”. Quiso reclutar a los músicos de la banda de estudio responsables de los mismos, pero la mayoría estaban ocupados, así que solucionó la papeleta contratando a otros, como el ilustre saxofonista David Sanborn y miembros de Sly & the Family Stone y los Isley Brothers. Se unió al elenco un por entonces semidesconocido cantante llamado Luther Vandross, que haría coros (posteriormente tendría una valiosa carrera como solista). El productor Tony Visconti se sentó tras la mesa de mezclas.
Bowie, Alomar, Vandross… Si faltaba otro nombre en ese egregio plantel era el de John Lennon. Terminadas las sesiones en Filadelfia, y tras una pausa para ofrecer varios conciertos, Bowie eligió Nueva York para completar la grabación. Dio la casualidad que en el mismo estudio (Record Plant), y a otras horas, Lennon estaba registrando su disco de versiones Rock ‘n’ roll,por lo que no fue difícil que el exbeatle se animara a hacer coros y tocar la guitarra en un par de canciones del álbum de Bowie. Y lo hizo en una adaptación de Across the universe, de The Beatles, y Fame,una proteica píldora de funk y, a la postre, de las imprescindibles de Young Americans.

Además de por su cambio de estilo musical, este trabajo se caracterizó por una evolución en las letras, que incluían varios guiños a la cultura estadounidense (empezando por el título). De modo que con ese deje norteamericano en el sonido y los textos, el disco fue recibido con los brazos abiertos por el público de aquel país. Nunca antes el británico Bowie había tenido tanto éxito en Estados Unidos como con Young Americans,que se coló en el top diez de la lista de Billboard (#9). El single Fame,de hecho, fue su primer número uno allí. Por supuesto, el álbum tuvo similar acogida en otros países.
En un momento en que el rock se debatía entre la ira del punk y la soberbia de la corriente progresiva (siempre ha sido de pecados capitales), Young Americans inspiró a otros artistas de pop y rock a abordar, casi con lujuria, gula y avaricia, algo de envidia y, desde luego, nada de pereza, otras estéticas sonoras como el soul. Por eso se considera este trabajo como uno de los más influyentes de los años setenta.