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David Bowie vivió aterrado pensando que Jimmy Page le había echado una maldición

La cocaína causó estragos en el Duque Blanco: “Mi psique se disparó, se rompió en pedazos. Yo estaba alucinando las 24 horas del día”

David Bowie se presenta en directo en el escenario del Earls Court Arena / Gijsbert Hanekroot

Una noche de 1975, David Bowie abrió las puertas de su apartamento en Nueva York para acoger a Jimmy Page. Eran viejos amigos. Y a los dos les atraía el mundo del ocultismo. Pero esa noche, la atmósfera era tensa. Ambos se fulminaban con la mirada. Parecía que Page estaba invocando a fuerzas oscuras contra David. Esa noche de 1975, en Nueva York, la relación de las dos superestrellas se rompió para siempre.

David y Jimmy se conocieron cuando eran jóvenes músicos que se abrían camino en estudios y locales londinenses. En 1965, Bowie cantaba en una banda llamada The Manish Boy y grabó el single ‘I pity the fool’ en el que Page se encargó del solo de guitarra. Además, ese día, el futuro guitarrista de Led Zeppelin le regaló un riff que terminó utilizando en dos canciones, ‘The Supermen’ y ‘Dead man walking’.

Años después, ambos lograran un tremendo éxito y siguieron en contacto. Casualmente, a los dos les atraía el mundo del ocultismo y seguían las doctrinas de Aleister Crowley, influyente gurú ocultista, alquimista, mago ceremonial, poeta, pintor o fundador de la filosofía religiosa Thelema. Él mismo se enorgullecía de ser “el hombre más malvado del mundo”.

En 1975, el cantante y compositor inglés invitó al ex componente de los Yardbirds a su apartamento en Nueva York. Era uno de los periodos más oscuros en la vida del ‘Duque Blanco por su adicción a la cocaína o su simpatía hacia Hitler. Aunque había llamado a su amigo Jimmy y le había abierto las puertas de su casa, al mismo tiempo mantenía una actitud recelosa hacia él. Creía que tenía un aura poderosa porque vivía en una casa que había pertenecido al famoso Aleister Crowley, y eso, pensaba él, le fortalecía. Page fue propietario de Boleskine House durante casi dos décadas, si bien raramente vivió ahí.

Esa noche también estaba con los músicos ingleses la cantante estadounidense Ava Cherry. En un momento de la velada, David le preguntó a Page cómo reforzaba su aura. Pero el guitarrista esquivó la respuesta. Lo que hizo, allí sentado, fue sonreír a su interlocutor de forma inquietante.

Según escribe el biógrafo Paul Trynka en 'Starman', la atmósfera entre las dos superestrellas inglesas era "tirante" y solo empeoró cuando Page derramó vino en los cojines de seda y echó la culpa a Cherry. Esto fue suficiente para que Bowie le pidiera que se marchara de su casa. Pero Jimmy, de nuevo, respondió sonriéndole y David, enfadado, señaló la ventana abierta: “¿Por qué no sales por la ventana?”, le dijo.

Page continuó sonriendo, pero finalmente, se marchó.

Según escribía Trynkas en la biografía del londinense: "Los dos se fulminaron con la mirada; parecía que Page estaba invocando a fuerzas oscuras contra David quien, a su vez, según Ava, ‘quería demostrar a Jimmy que era más fuerte’".

Bowie estaba muy inquieto y después de esta tensa noche evitó a Page a toda costa. Su relación se rompió. Lo que más le preocupaba al artista ya fallecido era que Page le hubiera echado una maldición y que su alma estuviera en peligro. Tuvo que exorcizar su casa creyendo que la presencia del miembro fundador de la icónica banda de rock la había “invadido con demonios satánicos a quienes los discípulos de Crowley habían invocado directamente desde el infierno”.

Cuando en 1975, un entonces periodista de 19 años llamado Cameron Crowe visitó a David Bowie y le hizo una entrevista para la revista ‘Rolling Stone’, se encontró a un cocainómano con velas negras encendidas para protegerse de las fueras sobrenaturales. En ese momento, Bowie estaba convencido de que estaba maldito, posiblemente por culpa de Jimmy Page. Eso le había llevado a dibujar símbolos cabalísticos en el suelo del estudio. Crowe escuchó cómo el artista hablaba de forma lúcida de su música y, de repente, empezaba a describir un futuro apocalíptico.

En 2009, hablando con Mark Spitz, autor de ‘Bowie: A Biography’, el músico confesó que la cocaína causó estragos en su mente: “Mi psique se disparó, se rompió en pedazos. Yo estaba alucinando las 24 horas del día”.