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Crónica de Guitarricadelafuente en Alicante: una oda a las feromonas con dedicatoria a la ciudad levantina

El artista se encuentra en plena gira de 'Spanish Leather', su nuevo álbum

Guitarricadelafuente / Europa Press News

A las 22:10, diez minutos más tarde de lo previsto, Guitarricadelafuente apareció sobre el escenario del Alma Festival Occident de Alicante, con una actitud que parecía decir: ¿Queréis saber lo que va a pasar?. Y es que su vestimenta acompañaba, una camiseta negra con letras brillantes: "Wanna party?". Más que una pregunta, era un adelanto. Venía a declararlo: esta noche se suda. Y sudamos.

Arrancó con Full Time Papi como si el ritmo le brotara de la sangre. El público, entregado desde el primer verso, se dejó arrastrar por el viaje de Spanish Leather, su nuevo álbum: un disco que canta a las feromonas como algo a lo que obedecer, al deseo como brújula y a la piel como única patria.

Le siguieron BABIECA!, Futuros Amantes, y ese vaivén hipnótico de Álvaro de una punta a otra del escenario, como si fuera una corriente eléctrica imposible de frenar. Lo mirábamos sin pestañear. El escenario, ideado por Pol Roig, no era solo un decorado. Era una extensión de su energía. Una estructura modular que parecía latir. Álvaro lo recorría con el pie de micro al aire, la mano en el pelo y la mirada clavada en su público. Hay conciertos y conciertos, y este se convirtió en algo salvaje. El sol del levante no sé si es el más romántico, pero se convirtió en el más pasional.

Y entonces, In My Room, esa joya compartida con Troye Sivan que hizo que el cielo se encendiera de verdad. El sudor ajeno que se pegaba a tu piel ya no molestaba: era parte del juego. La humedad de la noche funcionaba como la escenografía perfecta. Este concierto no era solo un show: era un recordatorio de que estábamos vivos.

Después vino la presentación de su banda. Pau —que cambiaba de guitarra como quién cambia de humor—, Belén al bajo, Pablo a la bandurria y a "todo lo demás", y Toni "a los ritmos". Un ejército joven que parecían monstruos.

Montado en un caballo de gimnasia artística —sí, uno con arzones— cantó Mil y una noches. Ya no sabías si estabas en un concierto o en un sueño. Todo era coreografía y delirio. Y cuando bajó, nos regaló: Quién teme a la máquina?, que incluyó este poema:

Hoy vuelvo a Alicante,

hoy vengo a enamorarme en el Postiguet,

quiero desnudarte en playa San Juan,

porque esta es mi historia en el meu Alacant.

—  Guitarricadelafuente

Y cuando parecía que todo había terminado, fue el turno de Guantanamera, esa canción que —dice— lo trajo hasta aquí. Pero aún quedaba el último golpe. "¡Tramuntana!", gritó el público. Y Álvaro volvió. Esta vez, subido a un andamio, como una Julieta postmoderna.

Entonces sí: se apagaron las luces. Y sonó Boots of Spanish Leather de Bob Dylan mientras él desaparecía. Solo quedó la certeza de que, durante casi doras la vida fue más real.

Lola Rabal

Recién graduada en Periodismo y Comunicación...