¿Nueva fe o vieja fórmula? Así Dios y la religión han conquistado la música 'mainstream' más allá de Rosalía
Su uso no siempre responde a una intención espiritual o devocional

Plano número 14 del videoclip de 'Berghain'
La religión ha vuelto a ocupar un lugar central en la música popular, no como doctrina, sino como símbolo, estética y narrativa. En la última semana artistas como Rosalía y Lily Allen han reavivado el debate con imágenes religiosas en sus proyectos, sumándose a una larga tradición de músicos que han usado lo sagrado como herramienta artística.
Rosalía ha vuelto a recurrir a la imaginería religiosa en su nuevo proyecto, esta vez inspirándose en "las mujeres santas". Esta elección ha generado conversación en redes sociales, donde algunos usuarios han vinculado el auge de las referencias cristianas en el arte contemporáneo con el resurgimiento de la extrema derecha en el discurso público. Sin embargo, el uso de símbolos religiosos en la cultura pop no es ni nuevo ni exclusivo de este momento histórico.
Rosalía y Lily Allen: 'resurge el nuncore' de Madonna
La portada de Lux, el nuevo álbum de Rosalía, muestra a la artista vestida de monja, con una estética que recuerda a la iconografía cristiana clásica. El disco, que se lanza el 7 de noviembre, se espera que esté cargado de referencias místicas y filosóficas. Por su parte, Lily Allen aparece también con hábito religioso en el visualiser de Tennis, uno de los temas de su disco West End Girl, en un gesto que mezcla ironía, dolor y redención.
LOS40
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La propia Rosalía ya exploró estos elementos en El mal querer (2018), un álbum que se apropiaba de la estética y el lenguaje del catolicismo para narrar una historia de amor y poder inspirada en la literatura medieval.
En una entrevista con Mondo Sonoro, la artista catalana explicó que su interés por lo espiritual no responde a una afiliación religiosa concreta, sino a una búsqueda personal: “No soy religiosa, pero sí espiritual. Me interesa mucho todo lo que tiene que ver con la espiritualidad, con lo invisible, con lo que no se ve pero se siente. Me interesa mucho el alma, el espíritu, lo que hay más allá de lo físico.” Esta declaración ayuda a entender que su uso de referencias religiosas no pretende ser doctrinal, sino simbólico y emocional, parte de una exploración artística que conecta lo sagrado con lo cotidiano, lo místico con lo pop.
Aunque unos piensen que esto es algo novedoso, el uso de símbolos religiosos en la música no es nuevo. Madonna lo hizo en 1989 con Like a Prayer, provocando la condena del Vaticano por mezclar crucifijos con erotismo y racismo. Desde entonces, muchos artistas han recurrido a lo sagrado como lenguaje visual y narrativo.

Madonna en 1984

Madonna en 1984
Artistas que han explorado lo religioso
Algunos artistas lo han abordado desde la fe, la introspección o la crítica social. Kanye West, por ejemplo, lanzó Jesus Is King, un álbum completamente cristiano que marcó un giro radical en su carrera. Justin Bieber también ha hablado abiertamente de su fe, reflejándola en canciones como Holy.

Kanye West

Kanye West
En el ámbito latino, Farruko con sus canciones como San Miguel y Daddy Yankee, que se apartó de la música para desarrollar su viaje espiritual, han abrazado públicamente el cristianismo, transformando sus discursos musicales hacia mensajes de y espiritualidad.
La música y la religión como elemento provocador
Más allá de la fe, los símbolos religiosos cruces, vírgenes, hábitos, rituales, se han convertido en un poderoso lenguaje dentro de la música contemporánea. Su uso no siempre responde a una intención espiritual o devocional; en muchos casos, se trata de una búsqueda estética, una herramienta narrativa o incluso una provocación consciente. La religión, en este contexto, se transforma en metáfora de deseo, culpa, redención o poder.
Uno de los ejemplos más comentados es el videoclip Ateo de C. Tangana y Nathy Peluso, que generó una fuerte polémica por su videoclip grabado en la Catedral de Toledo. Aunque el deán del Cabildo autorizó el rodaje como una metáfora de conversión espiritual, el Arzobispo se desmarcó y pidió disculpas. La controversia provocó la renuncia del deán, una misa de purificación y una vigilia de reparación. En redes, el debate se dividió entre quienes defendían la libertad artística y quienes denunciaban una profanación por los bailes de bachata que se interpretaron como sexuales en plena catedral o la escena provocadora de Peluso sosteniendo la cabeza decapitada de C. Tangana.

C. Tangana y Nathy Peluso, en el brutal videoclip de 'Ateo' / Sony Music

C. Tangana y Nathy Peluso, en el brutal videoclip de 'Ateo' / Sony Music
También ha sido polémico el caso de Anitta, que en el videoclip de Aceita muestra rituales del candomblé, una religión afrobrasileña. Aunque la artista defendió su derecho a representar sus raíces, el vídeo provocó la pérdida de más de 300.000 seguidores y acusaciones de “racismo religioso”, evidenciando cómo el uso de lo sagrado puede generar tensiones culturales.
Otro ejemplo reciente es el de Sabrina Carpenter, quien generó indignación al bailar de forma provocativa en el altar de una iglesia centenaria en Brooklyn. La escena de su videoclip de su canción Feather, fue tan controvertida que el obispo local fue destituido de su cargo, reabriendo el debate sobre el respeto a los espacios religiosos en el arte.












