¿Se ha convertido Lady Gaga en una chica normal y aburrida?

¿Stefani, eres tú?

Quien fuera musa de diseñadores independientes, arriesgados y algo marranos (no, un vestido de carne cruda no es de lo más salubre) es ahora una chica acomodada que prepara su boda en Manhattan y pasea por las calles de la ciudad enfundada en vaqueros y en zapatillas deportivas. No, Lady Gaga ya no nos inspira como antes y sólo hace que queramos gritar Stefani cada vez que vemos una nueva fotografía suya porque ahora es una chica normal.

Una chica normal dentro de los parámetros que ofrece el ser una de las mayores estrellas de la música actual pero a la que le quedan lejísimos aquellos días en los que se atrevía con vestidos de Alexander McQueen y los salpimentaba con cuernos y otras prótesis pegadas a su rostro para llegar a alguna entrega de premios subida a un palanquín en la que se le esperaba para que diera algo de color en las tan anodinas alfombras rojas.

¿Cuál es el motivo de este new normal? ¿Es culpa de Tony Bennett (casi nonagenario) y la gira conjunta que les ha llevado a pasar tantas horas juntos? Desde luego no nos imaginábamos a Gaga llevando un bolso de alguna marca low cost a la altura del codo mientras pilla un latte caramel machiatto en Starbucks y postea en Instagram que las mejores zapatillas del mercado son las Chuck Taylor de Converse (y así ha sido).

Ahora nos la imaginamos acariciando a su perra Asia en el sofá mientras le escribe WhatsApps llenos de emojis de gatitos a Taylor Kinney desde el sofá porque lo echa de menos cuando antes esperábamos verla correr por Manhattan con un atuendo a juego con el de su perra mientras la acosaban paparazzis y fans. Sí, la lesión de cadera de la cantante la obligó a bajarse de aquellos andamios que solía lucir pero ya nos habíamos acostumbrado a volverla a ver de nuevo calzando más de cincuenta centímetros de plataforma.

Quizá sea la proximidad de los 30 y de su boda o que la nueva provocación es el no llamar la atención pero lo que sí es cierto es que Stefani (no, ya no podemos llamarla Gaga) ha hecho una inversión más que evidente en trajes de chaqueta, pantalones vaqueros y calzado cómodo, dejando a la antigua Lady Gaga como un ejemplo de una época de excesos y bling bling que no parece que vaya a volver.