Especial
Manual sin prejuicios para hacerse fan del K-Pop
El K-Pop suena fuerte en Europa, pero aún hay gente que ve en este género una moda demasiado friki. Hablamos con varios fans sobre por qué merece la pena este estilo de música
El fenómeno fan no ha cambiado de significado, pero sí de idioma. La nueva ola de música mainstream recibe el nombre de K-pop y nos traslada a Corea del Sur, país que está lanzando a las boybands y girlbands más seguidas a nivel internacional. Lo que empezaron Los Beatles, reuniendo a miles de seguidores en sus conciertos e inventado el fenómeno de masas, lo heredaron en los 90 los Backstreet Boys y las Spice Sgirls. Luego vendrían RBD, Fifth Harmony o Jonas Brothers y, por supuesto, One Direction.
Sin embargo, la historia de las bandas pop internacionales era sota, caballo y rey hasta que llegaron ellos, los artistas del K-pop, y cambiaron el foco en el mapa de la música. Grupos como BTS, EXO, Mamamoo o Blackpink, que han actuado recientemente en Barcelona, ahora son referentes que han provocado una regeneración de la música de las boybands y girlbands, que parecía extinta. Su estética, sus videoclips, su puesta en escena y sus coreografías elevan a la enésima potencia las virtudes del pop. Pero aún habiendo superado las fronteras de Occidente, todavía tienen que combatir la cierta "imagen friki" que parece encarecer más el precio de ser fan de un grupo surcoreano. Por eso, han venido a explicarnos por qué merece la pena acercarse al K-pop y dejar a un lado los prejuicios.
Katherine, fan de BTS, explica que conoció el género cuando preguntó a una amiga qué música le gustaba. “Me vas a juzgar, pero me gusta el K-pop”, le dijo. Ya había visto a BTS en las nominaciones de los Billboard 2017 cuando ganaron el premio a Mejor artista en redes sociales, pero no fue hasta esa conversación cotidiana cuando se interesó por sus temas. “Y de ahí fui en picado”, comenta entre risas. Este año va a ver a sus ídolos en los conciertos que dan en París y Londres. De ellos destaca que protagonizan una “historia de dolor y pasión”, por el hecho de que el grupo casi se desintegra por los problemas de su discográfica.
Confiesa que ser su fan es un poco “estresante” porque, a diferencia de los artistas occidentales, ponen a disposición de su fandom contenidos de forma constante. “Allí se toman muy en serio el contacto del ídolo con el fan”, explica, por lo que la interacción no solo se queda en el comentario en redes. Los fans pueden abrirse una cuenta en fancafes, sitios oficiales que funcionan como foros y donde los integrantes se conectan e interactúan (eso sí, en coreano) con sus seguidores. También suelen subir vídeos de la vida detrás de las cámaras y los eventos que protagonizan. “El K-pop nunca deja de generar contenido, no se agota. Es más cercano que el pop occidental”, comenta Fran, que acaba de comprarse un funko de Kim Tae-Hyung, su integrante favorito de BTS.
El mundo del k-pop me parece una fantasía: los videoclips, el vestuario, las coreografías… Es todo súper estético
Cristina y Alexandra se vieron atraídas por el K-pop al ver dramas surcoreanos, denominados K-Dramas. La vida mediática de estos artistas no sólo se reduce a sus bandas, sino que también emprenden álbumes en solitario y actúan y colaboran en las bandas sonoras de series de televisión. “Entonces empecé a relacionar cantantes con grupos. Con el lanzamiento de Love Shot de EXO ya me metí de lleno en el mundo del K-pop. Me parece una fantasía: los videoclips, el vestuario, las coreografías… Es todo súper estético”, dice Cristina.
El K-pop nunca deja de generar contenido, no se agota. Es más cercano que el pop occidental
Para Alexandra, que se aficionó a este género en 2013, ser fan del K-pop es ser fan de la creatividad. Un ejemplo perfecto de ello son los discos que publican y todo lo que contienen. “Son singulares respecto a los discos que compras en España”, suscribe Cristina. No son la broma de plástico de aquí, apunta Katherine, sino una especie de libros que te incluyen imágenes de la sesión de fotos que se hacen para el álbum, photocards de alguno de los integrantes a modo de sorpresa con una dedicatoria y su firma detrás e, incluso, te cuentan una historia. “La cultura coreana tira mucho al coleccionismo ya que sacan versiones distintas del mismo disco con diferentes fotos y contenidos”, opina Fran al respecto.
Los universos alternativos del K-pop
Zahara ha investido astronautas a sus fans en su último disco, pero no hay universos que se puedan comparar a los que crean los artistas del K-pop. “Los miembros de los grupos son personajes de una historia alternativa”, relata Katherine. “El universo de BTS habla de la transición de la juventud a la edad adulta. Cada miembro es un personaje y te crean una historia dándote partes desde el debut de la banda”.
Ahí reside gran parte del atractivo del K-pop, que pone a “trabajar” al fandom en teorías para dilucidar cómo es la imagen completa de ese universo. Los videoclips de BTS y EXO han ido dando pistas desde el principio para que el fandom fuera conectándolas. En el universo del grupo que, por excelencia, está arrasando en España, se incluyen los viajes en el tiempo y se lanza un mensaje social: el de los jóvenes surcoreanos que se ven extremadamente presionados por los estudios y no pueden tener un sueño propio. Así fue como empezaron con los discos Dark and Wild y Wings. “Está muy bien hilado”, comenta Esther en referencia a los conceptos que trabajan las bandas K-pop. “Hay muchísimas teorías fan que rodean los vídeos, algo que no he visto nunca en ningún otro grupo y diferencia mucho todo el espectáculo que les rodea”.
Esther acaba de volver de Barcelona tras ver a Blackpink en directo. Era el primer concierto de la girlband al que iba y el primero también de un artista K-pop. “Me sorprendió mucho el que llevaran una banda en directo”, comenta. “Todos llevaban sus lightsticks (un elemento característico del grupo, un símbolo con el que se identifican). Cada formación tiene el suyo, el de Blackpink es un martillo de juguete con los extremos en forma de corazón”. También destaca que los fans iban con los conjuntos que luce Blackpink en sus videoclips.
Todos coinciden en que las producciones audiovisuales de estos artistas están a otro nivel, incluyendo cortometrajes que se centran en cada uno de los personajes de su propio universo alternativo. Resulta que, detrás de esa imagen encima del escenario que, en el caso de las boybands, no coincide con la masculinidad occidental, no todo es maquillaje aleatorio y hay un trasfondo que ha demostrado a los fans que la música no tiene lenguaje. “Cuando escuchas una canción de K-pop puedes no entenderlo todo, pero llega a transmitirte lo que pretende. Es fácil sentirte identificado con las canciones”, cuenta Fran.
Reivindican que son como fans de cualquier otro grupo. Colaboraciones como la de Blackpink con Dua Lipa en Kiss and Make Up o la de BTS con Halsey en Boy with Luv están desterrando esa idea preconcebida con la que podemos ver a artistas asiáticos tras el boom del Gangnam Style. “Si a mí también me gusta Taylor Swift”, argumenta Cristina. Lo que les distingue es que, en vez de tener que aguantar largas esperas, están todos los días en contacto con sus ídolos y no paran de tener contenido a su alcance. “De la cárcel se sale, del K-pop no”, sentencia Fran entre risas.
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