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Marta Mas (@leentrelineas) sobre la fotografía de concierto: “Es aceptar la anarquía absoluta”
Charlamos con una profesional que ha capturado a Stay Homas, Nil Moliner, Sara Socas, Miki Núñez y demás talentos musicales
Marta Mas, conocida como @leentrelineas en Instagram, se sienta una mañana con café en mano para contarnos todo acerca de la fotografía de concierto. Con una cuenta en esta app empezó haciendo fotos a sus amigos, luego pasó a capturar personas de la esfera pública, y poquito a poco, ha ido construyendo su identidad. Reconoce que, a base de mucho practicar.
Este verano ha acompañado a Stay Homas en su gira de conciertos en medio de una pandemia. Anteriormente ha fotografiado a Nil Moliner, Sara Socas, Miki Núñez, Sofia Ellar, Ayax y Prok, Marilia, Oques Grasses y demás talentos tanto en conciertos como en sesiones. Charlamos con ella en LOS40 sobre las características de este arte, sus anécdotas, dificultades y el sueño de fotografiar a un grupo de su infancia.
Historia
J: Cuéntanos, ¿cómo llegaste a ser fotógrafa?
M: Yo he hecho fotos toda la vida, me encantaba y me gustaba tanto que no me planteaba que fuera un trabajo porque hacer fotos ya era una finalidad en sí misma. Cuando terminé bachillerato decidí formarme como Marta, pensé, yo, qué tipo de persona quiero ser antes de generar cualquier producto artístico. Quiero ser una persona con espíritu crítico, con buena oratoria, con capacidad racional, muy culta y dije, pues voy a estudiar filosofía. Fue ahí cuando me di cuenta de que, al potenciar una parte de mí, las otras se quedaron como 'hola y yo qué’. Potencié mucho la parte racional y no la artística. Entonces me abrí un Instagram,@leentrelineas, que fue la primera vez que yo enseñé lo que hacía. Simplemente porque me divertía.
Lo llamé así porque, quería que hubiese varias capas de lectura, que explique algo más que la pura belleza. A partir de ahí me empezaron a salir pequeños trabajitos que a lo mejor eran 50 euros pero que ya para mí era ‘me estáis pagando por algo que yo haría gratis’. Cuando ya me sentía más segura haciéndolo, subía el precio y lo hacía mejor.
Es importante puntualizar que yo tenía varios amigos actores, y para mía a la hora de retratar a alguien, sobre todo de la forma que a mí me funciona que es más íntima e intentando explicar algo, me iba genial. Era gente que estaba acostumbrada a la cámara, pero en cambio, no tienen los vicios que los modelos tienen. Esto empezó a darle credibilidad a mi obra. Es a lo que yo llamo el efecto Brad Pitt. Tú puedes hacerle una foto a un tío de tu pueblo y que sea la mejor que has hecho en tu vida que la gente dirá que sin más. Pero tú le haces una foto a Brad Pitt, aunque sea la foto más mediocre que has hecho que la gente dría ‘'tía lo estás petando, estás llegando muy alto”.
J: ¿Y cómo, más concretamente, llegaste a fotografiar músicos?
M: Mis mejores amigos son músicos y un día dije ‘oye, y si lo pruebo’. Pero claro, antes de vender un producto tienes que asegurarte de que esto vale algo. También es que, la dinámica de foto de concierto y la dinámica de una sesión normal, es tan distinta que es muy liberador.
Cuando ellos se emocionan, yo entiendo de qué se están emocionando
En una sesión tengo la responsabilidad de mantener el ritmo, de guiar al modelo o la modelo para que se sienta a gusto, decirle qué hacer, pensar en la luz, en el espacio, en la ropa... En cambio, en un concierto no tengo ninguna responsabilidad. Mi rol es íntegramente estar ahí observando. Que cuando haya una luz o un momento bonito estar ahí para retratarlo.
Foto de concierto
J: ¿Puedes disfrutar del concierto mientras trabajas?
M: Sí, es diferente. No haría solo foto de concierto, pero está cogiendo mucho espacio en mi vida. Trabajé con Nil Moliner, con Búhos y el año pasado me contrató Oques Grasses para hacer parte de la gira. Aquí fue cuando empecé a desarrollar mi obra.
J: ¿Cómo explicarías las características de fotografiar a músicos en comparación a otras figuras?
M: La contemplación. Que es algo muy bonito. Esperar a que las cosas se den. Aunque suene fácil realmente no lo es. Porque estás en un espacio donde la luz cambia constantemente, donde hay leds de millones de colores y cuando estás editando te das cuenta. ‘¿En qué momento había un rosa empastado en la cara con un azul, verde y amarillo?’. Es aceptar la anarquía absoluta. Y desde ahí poder apreciar la belleza de los momentos.
J: Igualmente, aunque todo esto pase, yo veo una foto tuya y reconozco inmediatamente si es tuya. ¿Cómo llegas a encontrar ese estilo tan marcado?
M: Jo, qué guay Jimena. Yo creo que esto se da porque yo venía de generar previamente una identidad. Tenía unos colores con los que conectaba más, pero esto no tiene ningún mérito tampoco porque al final es practicar a muerte. Vas encontrando con qué lenguaje te identificas más. No ha sido de la nada, sino que ha sido una especie de digievolución. Además, me parece tan diferente a lo que hago que tuve que hacer un Instagram separado (@leentrelineas_live).
J: ¿Cómo está funcionando ese Instagram?
M: Por salud mental, he condenado a este IG a ser un álbum y punto. No lo tengo ni abierto en el móvil. Es básicamente un espacio para decir ‘mira esta es la foto de concierto que hago’.
J: ¿Influye su música en las imágenes que sacas?
M: Infinito. Yo solo he hecho dos giras: Oques Grasses y Stay Homas este verano. Es genial porque me encantan las canciones, conecto muchísimo con lo que pasa en cada canción y vibro con el público al mismo tiempo. Cuando ellos se emocionan yo entiendo de qué se están emocionando. Creo que esto es imprescindible porque si no, lo que estás haciendo es fotoperiodismo, que está muy bien también, que haya alguien explicando lo que estaba pasando.
J: Y personalmente, ¿qué tipo de música escuchas?
M: ¿No te pasa que todos escuchamos muchos tipos de música? Puedo escuchar desde Purpurina de Alberto Gambino hasta Silvia Pérez Cruz, Cecilio G o Judit Nedderman y luego volver a Bud Bunny.
Escogería a los Jonas Brothers. Es bonito chocarnos la mano con nuestro yo pequeñito
Vivencias
J: ¿Cuál ha sido tu mayor reto profesional?
M: A nivel de foto de concierto siento que es complicado cuando hay 100.000 personas, te tienes que mover entre personas para llegar al final, la gente es muy poco respetuosa, no poder moverte ni para delante ni para atrás, las canciones van pasando... Siempre con el miedo de la cámara entre cubatas. En cuanto a mi faceta retratista, cualquier encargo para una marca muy grande exige un nivel de responsabilidad y una capacidad de llevar las cosas al día me es muy difícil. Te das cuenta de que, hasta en los trabajos más artísticos, terminas haciendo burocracia.
J: ¿Puedes contarnos alguna anécdota de las fotos que nos has mandado? Alguna dificultad o algo divertido...
M: No voy a decir nombres, pero, yo estaba haciendo fotos en La Mercè de un grupo. Tienes que imaginarte un concierto de 80.000 personas. Yo estoy al lateral del escenario preparada para hacer fotos y veo al cantante que empieza a decir ‘¿tss tss cómo empezaba?’. Se había olvidado la letra de la canción y tengo la serie de fotos de eso.
J: Si pudieras elegir a un artista, cantante o músico para fotografiar, ¿a quién elegirías?
M: Voy a ser muy sincera, porque también estoy conectando con la Marta pequeña. Yo escogería a los Jonas Brothers. Sé que es muy absurdo, pero es bonito chocarnos la mano con nuestro yo pequeñito, es un gesto muy cálido y agradable. Pienso, joder, me gustaría estar ahí y pensar ‘you made it’. A parte, Beyoncé sería un espectáculo muy loco.
J: ¿Quiénes son tus referentes fotográficos?
M: Ryan McGinley me gusta mucho, Petra Collins también me encanta y he descubierto hace una semana una fotógrafa que me gusta mucho también que se llama Renell Medrano. Es lo chulo de las redes que vas descubriendo a gente que te entusiasma y puedes seguir su obra sin ir físicamente a expos.
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J: ¿Intentas mostrar la pandemia o al revés, intentas bloquear la pandemia para transmitir otras cosas?
M: No es algo que bloquee ni esconda, sino que es algo que no me interesa explicar. Yo creo que es una realidad tan explícita en el momento que convivimos diariamente que me parece absurdo explicar algo más. Creo que aporta mucho más otra narrativa, nosotros seguimos teniendo conflictos personales, ansiedad, amores, desamores... me parece mucho más interesante contar esto que sigue pasando.
Igualmente creo que está muy presente porque, de hecho, todas las fotos que estoy haciendo este año con Stay Homas, son de conciertos coronavíricos. La gente es muy poco consciente de las diferentes perspectivas que te da una óptica. Es decir, todo el mundo con distancia de seguridad, mascarillas, entradas y salidas por zonas... pero luego cuelgas una foto desde atrás y la gente se te tira al cuello. Algo que me parece loquísimo. He vivido muchas crisis porque la gente me comenta que estamos causando rebrotes. Entonces lo que estoy viendo es que, todos los conciertos que he hecho han sido impecables, pero la gente siempre tiene esa actitud de ‘buah fatal’. Es algo que me inquieta. A veces lo tengo que explicar.
J: Durante el confinamiento vi una nueva modalidad de hacer sesiones con Facetime. La persona estaba en casa y el fotógrafo capturaba el momento desde la suya. ¿Lo has probado? ¿Es ese el futuro?
M: El primero que vi que lo hizo fue Alessio Albi y dije ‘buah está guapísimo’, pero a la semana ya... Tengo la sensación de que, si no tienes nada nuevo que explicar, no hace falta hacerlo. Es la única forma de avanzar y tener una identidad. Sino tú te hundes en un mar de cosas iguales. Son sesiones que si la hacer por diversión perfecto, pero si no están saliendo bien, ‘move on’.
Hay muchas formas de hacerlo. Stay Homas, cuando estaban creciendo muchísimo, no tenían fotos para mandar a los periódicos y demás. Así que cogimos una cámara chula que tenían en casa, nos llamamos por Skype, entonces yo les guiaba y poníamos el temporizador. Sacamos cinco fotos, las edité y perfecto.