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Los multitudinarios conciertos de Raphael en Madrid encienden el debate en redes sociales
Los organizadores insisten en que "la cultura es segura"
Raphael ha ofrecido durante este fin de semana dos multitudinarios conciertos que han encendido el debate en las redes sociales. El Wizink Center de Madrid ha sido el escenario elegido para que el clásico cantautor español ofrezca su tradicional show con el que despide cada año. Pero este 2020 ha sido de todo menos tradicional.
Han sido miles, por no decir millones, los usuarios de todas las redes sociales que han protestado por la organización de este evento criticando el hecho de que sea el momento más oportuno para hacerlo. La mayoría de acusaciones giran en torno a la idoneidad de reunir a 5.000 personas en un recinto cerrado cuando dentro de unos días no se va a permitir a más de 6-10 personas de una misma familia que tengan una celebración navideña.
Desde la organización del evento se insiste en que "la cultura es segura". El recinto madrileño preparó un dispositivo con un protocolo Covid-19 con acceso escalonado y repartido por 50 diferentes accesos, distancia doble de seguridad, mascarilla obligatoria, gel, renovación constante del aire, medición de temperatura y test de antígenos a todos los trabajadores.
Desde hace meses, la industria de la música está sufriendo las consecuencias de esta pandemia como pocos sectores lo están haciendo. Promotoras, trabajadores de escenografía, músicos y asociaciones se han unido en el movimiento Alerta Roja #HacemosEventos que ha sido premiado con un Ondas por su reivindicación de los eventos culturales y musicales.
Así lo ha explicado Raphael en un reciente tuit: "GRACIAS por el INMENSO apoyo recibido durante este fin de semana; no sólo a mis conciertos sino a la CULTURA SEGURA en 'jaque mate' desde el inicio de la pandemia (...). Hemos trabajado muy duro para ofrecer un concierto con las más estrictas medidas de seguridad, prevención y, por supuesto, cumpliendo la normativa vigente"
Porque esta corriente crítica en las redes sociales parece olvidar que hay miles de familias cuyo sustento depende de esta clase de eventos. ¿Por qué no se puede celebrar un concierto de música cumpliendo con todas las medidas de seguridad pero sí puede uno subirse a un atestado vagón de metro para ir a trabajar? ¿Por qué bares, terrazas y discotecas pueden abrir sus puertas y la música tiene que estar recluída?
Un usuario de Instagram ha resumido la reivindicación de toda una industria en una explicación bastante lógica y sencilla: "Lo que haga la gente antes y después del evento (transporte públic, cañas con los colegas...) es SÓLO responsabilidad propia. Los copañeros trabajan DURO para que las cosas se hagan como tienen que hacerse. Luego os metéis todos en el metro bien juntitos unos con otros sendaditos todos juntos, hacéis colas en las compras de navidad sin respetar distancia, os metéis en centros comerciales reventados de peña y os jutaréis 6 en casa en nochevieja y os pegaréis el fiestón padre abrazando y besuqueando a la yaya porque "qué bien que hemos sobrevivido a este año" y la ventana sin abrir para ventilar, que se escapa el gato".
Artista y promotora explican paso a paso todas las medidas de seguridad
Raphael volvió a lo grande con el concierto con el que ha querido celebrar con sus fieles seguidores sus 60 años sobre los escenarios. El WIzink Center se abrió para la ocasión extremando las medidas de seguridad sanitaria para iniciar así la recuperación de la música en vivo, trasladando a la sociedad el mensaje de que la "cultura es segura"
Raphael hubiese llenado el aforo del Wizink Center, y sin embargo, por protocolo sanitario sólo se le permitió un 25% de la capacidad total del recinto, y fueron 4.368 personas las que llenaron los asientos habilitados, cuando por normativa se hubiese podido activar hasta el 40% del aforo.
La norma establece un asiento de distancia entre el público, mientras que en esta ocasión la distancia se duplicó hasta dos asientos, lo que representa más de un metro de distancia, e incluso no se usaron las filas de delante y detrás del público asistente lo que aislaba totalmente a los grupos de asistentes.
El Plan de Seguridad establecía que el recinto se iba a sectorizar, estableciendo módulos diferenciados de gradas: Goya, Felife II, Fuente del Berro y pista, para limitar la movilidad de las personas. A cada uno de estos sectores se entraba por puertas diferencias, de las más de 50 que se abrieron para la ocasión, son sistemas de toma de temperatura, dispensadores del geles desinfectantes y control de entradas sin contacto físico. Lógicamente, era obligatoria en todo momento el uso de mascarilla y el público dispuso de un sistema informático para solicitar bebida y comida a sus asientos para evitar la circulación por los pasillos.
El protocolo también incluía un número adicional de informadores y acomodadores, tanto en el interior como en el exterior del recinto, para evitar concentración de personas lo que hizo que la entrada, como la acomodación, fuese muy fluida. Los cerca de 300 profesionales que trabajaron en la organización, horas antes de comenzar el concierto se sometieron a un test de antígenos para garantizar su estado. Los datos fueron incorporados al fichero de los test que está realizando la Comunidad de Madrid.
Atendiendo a informes sobre la propagación del virus en recintos cerrados, el Wizink Center modificó su sistema de ventilación, anulando la recirculación del aire y forzando la renovación completa del aire cada 12 minutos, lo que logra una calidad del aire IDA 2, cercana a IDA 1 (cuando por reglamentación bastaría con un IDA 3), es decir, muy similar al que podemos encontrar al aire libre. Para controlar la concentración de CO2, se realizaron también mediciones cada hora, con resultados en torno a las 600 ppm, muy próximos a los datos del exterior, también controlados, y que midieron sobre las 400 partículas por millón.
Juan Ignacio Herrero
Redactor de LOS40 desde 2005