Nagore Robles confiesa su preocupación tras obtener los resultados de una prueba médica
Y lo cuenta en un relato que pone de manifiesto cómo es la relación con su padre
No hace mucho, Nagore Robles confesó en Sobreviviré, cómo es la relación con su padre. Reconoció que no siempre se habían entendido, pero que estaban trabajando para encontrar puntos de conexión y entenderse el uno al otro.
Y buena prueba de esa labor que están haciendo, es el relato que ha compartido en el que ha desvelado cómo reacciona ahora ante las actitudes de su padre y en el que, además, confiesa su preocupación por los resultados de sus últimas pruebas médicas.
“Esta semana me emocionaba en sobreviviré hablando de la relación que tengo con mi padre. Obviamente no voy a contaros mi historia familiar, pero si algo que me ha ocurrido estos días y quería compartir por aquí. Hace dos días fui a visitarle, bastante embajonada por los resultados de la resonancia que llevaba días esperando”, empezaba su relato escrito en un viaje en tren.
Una visita para aprender
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Parece que los resultados que ha recibido no traían buenas noticias y lo ha compartido con su padre. “Le digo que mi rodilla tiene una complicación con la que aún no contábamos. Su primera respuesta fue: - Pues chavala, eso es una avería bien gorda. - Gracias por animarme aita, pero prefiero hablar estas cosas con un profesional. Si te parece vamos a distraernos con otras el fin de semana”, continuaba su relato.
Aunque ha intentado disimular su cojera de los últimos tiempos, para los suyos era más que evidente. “Él estaba preocupado, llevaba días viéndome cojear mientras yo intentaba disimular el dolor al andar, pero su forma de trasmitirlo fue aquella. Por supuesto su respuesta no es lo que quería escuchar, pero él no sabía cuál era mi necesidad. Nadie sabe cuál es nuestra necesidad, a veces ni yo misma me entiendo”, aseguraba.
“Durante todo el trayecto a casa, no dejó de hablar de cuáles iban a ser los menús estos días juntos. La pandemia ha hecho de él todo un cocinillas. Era de noche, yo solo quería llegar a casa, soltar la maleta y abrirme una cerveza bien fría”, explica sobre cómo se sentía.
Tras sentarse juntos para ver Got Talent, llegó un nuevo día. “Al día siguiente ya estaba nervioso limpiando todo, mientras desayunábamos me quitaba el vaso de la mano para fregarlo, incluso antes de que yo hubiera terminado de beber. Él necesitaba retomar el tema de la comida. - ¿Que te apetece comer hoy? - Aita, ¿otra vez? Ayer me dijiste cuál era el menú este fin de semana como cinco veces. Estate tranquilo y tomate el café. - Yo no puedo quedarme quieto, me pongo muy nervioso. Voy a hacer una tortilla de patata, bájate a la playa si quieres. - Vale aita, como tú veas”, relataba sobre cómo comenzó su día.
Y parece que no fue como a ella le hubiera gustado: “Yo me había levantado con menos paciencia de la habitual, estaba enfadada con el mundo, llevaba sin hacer ejercicio mes y medio, y para una deportista como yo, eso era una faena enorme. Parece que el destino me tenía preparado una parada, precisamente cuando más quería correr”.
Aprendiendo a quererse
El hecho de verse privada de la oportunidad de poder hacer ejercicio físico está alterando sus nervios. “Mi ritmo diario lleno de trabajo, llamadas, reuniones, mails, whatsapps, grabaciones, ediciones… hace que me ponga nerviosa con mucha facilidad, así que aprendí desde pequeña a evadirme y meditar haciendo ejercicio. Destenso haciendo una horita de deporte, y os aseguro que nada me sienta igual de bien, o casi nada jajaja…”, admitía.
“Cuando bajé a la playa pensé que con el poco tiempo que veo a mi padre, no entendía como no bajaba a la playa conmigo. Él preferiría limpiar la casa por segunda vez, y hacer una maldita tortilla en vez de estar juntos. Tomaba el sol cabreada, con él, con la tortilla, con mi rodilla, con la vida…”, confesaba sobre su mal humor.
Pero hay que ver las cosas con perspectiva y al final, logró hacerlo: “Me metí en el mar, y mientras me bañaba me visualicé a mi padre comprando mi cerveza favorita, aguacates, mi pan para desayunar y haciendo la tortilla de patatas durante casi dos horas, despacio, a su manera. Comprendí que mi padre me estaba queriendo y cuidando, a su manera, como él sabe, como ha aprendido”.
Ya lo había contado en su programa, está en un camino de aprendizaje y parece que empieza a dar frutos. “Estoy aprendiendo a comunicarme con él y sobre todo a aceptarle. No es fácil, os lo aseguro, pero estoy segura de que el intento merecerá la pena. Aún estoy a tiempo de crear nuevos recuerdos juntos, los dos estamos disfrutando poco a poco del tiempo juntos. Yo sigo sorprendiéndome, cuántos viajes me depara la vida, desde luego nunca es tarde para aprender a querer”, aseguraba.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...