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La incómoda cita en ‘First Dates’ que acaba en tensión y con calabazas: “Me he quedado sin mandanga”
Patricia ha acudido al restaurante tan desesperada que ha acabado arruinando su cita
El programa de citas más populares de la televisión trajo un nuevo programa cargado de nuevas tensiones, anécdotas y algún que otro zasca inesperado. First Dates siempre sorprende y es que en un programa como este todo puede pasar, ya lo avisa Carlos Sobera entre cita y cita. Cuando todo parece ir sobre ruedas, un comentario inesperado, un gesto, un acto o una manía acaba cambiándolo todo. Y es que eso es exactamente lo que pasó en una de las citas del último programa entre Patricia y Patricia. No, no se estaba conociendo a sí misma sino que las dos invitadas comparten el mismo nombre.
Patricia (30 años y de Zaragoza) acudió al restaurante de First Dates con un objetivo claro: encontrar a alguien que le diera “mandanga”. Hasta el momento la maña confesó a los redactores del programa que había probado todo tipo de frutas, pero que nunca había dado con su “manzanita” y pensaba que, en el programa conducido por Carlos Sobera, tenía altas posibilidades de encontrarlo.
Tanto es así que Patricia vino dispuesta a todo para seducir a su cita. Con unas esposas en la mano y con toda la carne puesta en el asador, la de Zaragoza le explicó a Carlos Sobera y Matías que era un regalo para su cita para que pudieran ver una película juntas o juntos. Un comentario que no pasó desapercibido para Matías, que le preguntó: “¿Del lejano oeste?”. Patricia muy abierta de mente le confirmo que sí y le invitó a formar parte del plan. Lo que desató las risas de Sobera y el camarero.
A Patricia no le importaba si su cita era un hombre o una mujer, lo que sí quería y deseaba con muchas ganas era que le diesen “mandanga”. Además, de poner un requisito indispensable si su cita era mujer: “Quiero que tenga unos buenos manzanotes”.
Por su parte, su cita, que también se llamaba Patricia (27 años y de Madrid) se quedó un tanto sorprendida al ver las esposas encima, que la habían dejado encima de la barra. Aún así no se cortó y aseguró que tenía su encanto. Aunque a la hora de pensar qué significaba ese detalle no hiló muy fino porque pensaba que esa pista significaba que iba a cenar con una mujer policía.
La zaragozana fue directa al grano y comenzó a hablar con su cita de su comida favorita: “Las almejas me gustan dependiendo del contexto”. Toda una declaración de intenciones con la que sacó a relucir el tema del sexo y con el que la madrileña no se sintió del todo cómoda porque para su gusto, la otra Patricia, iba un tanto rápido.
La actitud desesperada de Patricia
Sin acordarse de poner el pie en el freno, Patricia, la maña siguió exprimiendo su oportunidad hasta el final y retó a su cita a que la diera un beso, tras haberle cedido un poco de su cena. La madrileña, un poco en shock, le paró los pies con un “no” rotundo, pero a la de Zaragoza parecía no haberle importado lo más mínimo porque continuó insistiendo.
Patricia, la madrileña, comenzó a incomodarse y trató por todos los medios de frenar a su cita. Y sí, lo consiguió. Sin embargo, Patricia, la maña, no se daba por vencida y quemó todos los cartuchos hasta el final piropeándola y preguntándola si le había gustado. La madrileña se lo estaba pasando muy bien, pero sus comentarios le habían parecido un tanto incisivos y con ellos acabó confirmando, que no era la persona que estaba buscando.
“Me he quedado sin beso, sin sexo, sin mandanga y sin lo que sea”, confirmó Patricia. La insistencia de la maña con su cita la acabó pasando factura. Tanto fue así que podría catalogarse casi como una cita de acoso y derribo, que raras veces hemos visto antes en el restaurante.
Teresa Moreno
Periodista a ratos, SEO todo el tiempo, aunque a veces también me verás escribiendo algún que otro salseo....