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Boom de festivales en España: ¿Se mantienen como una filosofía de vida o se han convertido en tendencia?
David Saavedra, que acaba de publicar un libro sobre festivales, nos ayuda a analizarlo
Si nos ponemos a hacer una lista de los festivales a los que podemos asistir en nuestro país, posiblemente, nos acercamos al millar de opciones. Bien lo sabe el periodista especializado, David Saavedra, que ha pateado muchos de ellos y acaba de lanzar Festivales de España, un libro que presenta una manera de hacer turismo en nuestro país en base a estas experiencias.
Cada vez son menos los que acaban el año sin haberse pasado por uno y es que la variedad y las propuestas son cada vez más. Hay que retroceder a los años ’60 para conocer su historia y referentes que sirven de bandera como Woodstock. Eso sí, desde aquel 1969 se ha producido una gran evolución y lo que empezó como una filosofía de vida, ha terminado convirtiéndose en una especie de tendencia donde el turismo y el consumismo se han convertido en los motores de estos eventos.
“Empezaron más como filosofía de vida. Si te fijas en los grandes festivales de los ’60 y los ’70, desde Woodstock, Monterrey o Isla de Wight o Canet Rock, el primer festival importante en España en los años ’70, tenían mucho de filosofía de vida porque iban asociados al concepto de hippy y la puesta en valor de la juventud como movimiento colectivo con una serie de valores y aspiraciones, pero de eso hace ya mucho tiempo”, comenta Saavedra.
“Este concepto filosófico se ha diluido y ahora tiene más que ver con la tendencia. Sobre todo, desde que han entrado las marcas comerciales y las redes sociales, tiene mucho valor de tendencia”, reconoce.
La idealización de Woodstock y el después
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También puede influir que festivales como Woodstock, por lo que supusieron en una época de transformación, se han llegado a idealizar. “Los grupos que tocaban era muy míticos, pero probablemente si hablásemos ahora con algún testigo que quede superviviente diría que aquello fue un caos. Realmente queda ese lado idealizado de ver a aquellos artistazos, de ver a la gente joven bañándose en una utopía hippy, pero hubo muchos incidentes. Las letrinas eran un desastre, mucha gente se quiso colar… grandes desastres organizativos”, relata.
Ahora, más de 50 años después, podemos hablar de una gran evolución. “Va en paralelo a la evolución de la música en directo en España. Al principio era una cosa que estaba muy poco profesionalizada, había bastantes disturbios porque el público acababa de salir del franquismo y empezaba a vivir el mundo de la cultura rock de modo diferente. Había tribus urbanas que se enfrentaban entre sí, el ambiente muy diferente”, explica Saavedra sobre los orígenes.
“Poco a poco el público ha ido adquiriendo otra cultura. Se ha impuesto otro modelo de convivencia y los festivales se han profesionalizado muchísimo. Al principio eran caos organizativos, coladeras masivas, había muchos altercados y los medios de comunicación buscaban asociar la cultura juvenil con disturbios e incidentes y todo eso ha ido cambiando. Ha ido cambiando la cultura española”, señala.
Ahora ya no se ve a los festivales como una reunión de melenudos anti sistemas que buscan una revolución. “Ha cambiado la percepción de los medios, la percepción de las instituciones y la percepción de los patrocinadores. Ahora, cada pueblo intenta tener su festival porque saben que atrae mucho turismo y mucho dinero. Hay mucho impacto económico. Cada Ayuntamiento intenta competir por tener el mejor festival de España y hace 40 años era todo lo contrario, lo evitaban, era en plan ‘estos melenudos fuera’”, recuerda el autor.
Conservando al público de festivales
El gran boom de los festivales tuvo lugar en los años ’90, aunque estaban asociados a la gente más joven y los artistas más independientes.
“En los años ’90, que es cuando empieza el verdadero boom de los festivales con Benicassim, Sónar, Espárrago Rock, era gente joven de 20 a 30 años. Sigue yendo gente joven a festivales como el Arenal Sound, pero hay otros que, por falta de poder adquisitivo, como Primavera Sound, Sónar, Mad Cool o BBK Live, que son muy caros, el público que acude es más mayor, el que empezó a ir a los festivales en los ’90”, reflexiona el periodista.
Esa fidelización de público ha influido, también, en los cambios que han experimentado estos eventos. “Ha provocado que muchos festivales cambien y lo tengan en cuenta también a la hora de hacer programaciones pensadas en el público infantil. Hay Festivales como el Atlantic Fest, en Vila García de Arousa, que ya es en horario diurno. Están mucho más pensados para un público más familiar porque saben que los que íbamos a los festivales en los ’90 no podemos aguantar un festival como antes”, argumenta.
Valor iniciático
El autor destaca el valor iniciático de estas experiencias y tiene claro cuál es el mejor para iniciarse, todo depende de los gustos de cada uno.
“Un festival, ahora mismo, para que se inicie la gente joven es el Arenal Sound porque los precios son más populares. Pero depende, porque si te gusta más el rock duro, te recomendaría el Resurrection Fest, o si te va más la electrónica, recomendaría el Aquasella o el Villaricos. Podría hacer recomendaciones a la carta. Hay festivales para cada tipo de persona”, asegura.
Todavía lo considera una experiencia vital para los más jóvenes. “Tienen un punto iniciático muy importante. Cuando tienes 18, 20 años y vas a un festival, conoces a gente afín a ti. Lo cuenta muy bien Rozalén, que dice que cuando era una chavalilla antes de ser una artista famosa, empezó a ir a festivales con el Viña Rock, porque ella es de Albacete, le pillaba cerca y eran sus grupos favoritos. Allí se inició en todo, conoció mucha gente de toda España con la que tenía contacto a través de redes sociales”, explica.
El oasis de libertad que suponen estos eventos para los más jóvenes es algo que deberían experimentar todos. “Lo tienes todo, puedes vivir tus primeros amoríos, tus primeros escarceos con muchas cosas y tus primeras experiencias musicales en directo con tus amigos. Para mí fue tan importante ir a festivales como ir al parque de atracciones de Madrid cuando era niño”, admite Saavedra.
Relación de amor odio de los artistas y festivales
Aunque hay mucha gente que ha pasado por esta experiencia y la defienden a muerte, hay quien hace balance y reconoce que no todo es de color de rosa, como David.
“Es muy relevante la opinión de Juanma de Vestusta Morla que podríamos decir que es el grupo festivalero español por excelencia ahora mismo, es como el cabeza de cartel obligado en todos los festivales que se precien y él se encuentra muy agradecido a los festivales, pero también lamenta que se puedan estar cargando el circuito de salas”, señala como uno de los problemas.
“Para ellos es igual de importante poder ir a todas las ciudades de España y tocar en salas y tener una gira convencional y no solo tocar en tres o cuatro festivales donde te ve mucha más gente, pero no es necesariamente tu público muchas veces”, reconoce.
No todos piensan igual, los festivales son el sustento para muchos otros grupos. “Triángulo de amor bizarro cuenta que para ellos sería inviable vivir de la música si solo tocasen en circuito de salas porque el circuito underground no da para vivir de esto y gracias a los festivales hacerlo. A veces se encuentran con que tienen que tocar para un público que no es el suyo, pero ahora mismo o entras en el circuito de festivales o es muy inviable poder dedicarte a esto. Así que hay una especie de relación de amor odio”, expresa el periodista.
Hay un montón de grupos de determinado nivel que ya no tocan en salas. Radiohead, PJ Harvey, Björk, LCD Soundsystem, Nick Cave… ya no tocan en salas. “A todos los artistas de determinado nivel ya es imposible verles en salas, en España, no en otros países. al haber tantos festivales en España y tan pocos cabezas de cartel, entran en puja para conseguir esos artistas y les piden exclusividad y ha dinamitado la posibilidad de verles en salas. En Inglaterra y Francia no es incompatible, pero aquí sí”, señala como otro de los contrapuntos de estos festivales.
Diversidad de artistas
En aquel boom de los años ’90 el cartel de la mayoría de festivales estaba lleno de grupos considerados independientes. Ahora, la cosa ha cambiado y la diversidad es mucho mayor.
“Cuando a partir de los años ’90 y los años 2000, los festivales empezaron a batir records de asistencia y alcanzaron un interés mediático que no tenían antes, de repente muchos de los artistas más populares se quejaban de que no les hacían caso en los festivales. Gente como Dani Martín, Manuel Carrasco, La oreja de Van Gogh… empezaron a quejarse de que no les programaban en festivales. ¿Qué pasa, que como no eran indies, no eran alternativos, no les interesaban a los festivales? En cierto modo hubo un momento en el que los festivales empezaron a abrirse y crear ciertas polémicas”, expone.
“Un año Benicassim programó a Julieta Venegas y el sector más talibán de sus fans se quejó en plan ‘vale, ahora, ¿vale todo? Y a medida que entró el público internacional y público británico, fueron programando artistas que antes no hubieran tenido cabida como Red Hot Chili Peppers, gente como muy comercial para el público británico. El Primavera Sound lo está haciendo también. Taylor Swift iba a tocar en el Mad Cool antes de la pandemia. Es cierto que se están abriendo un poco más a los artistas más comerciales porque ya no hay tanta diferencia entre lo mainstream y lo indie, hay mucha más mezcla. Cuando Sonorama programó a Raphael fue otra revolución en ese sentido, al Dúo Dinámico, ya no hay barreras en ese sentido.
Al nivel internacional
La escena de festivales en España ha ido creciendo en estas últimas décadas y ahora mismo ha conseguido un estatus muy competitivo a nivel internacional.
“Los festivales internacionales nos envidian a nosotros ahora mismo. El Sonar está en primera línea a nivel mundial, tiene sucursales en mogollón de mogollón de ciudades, no sé si de los cinco continentes, pero casi”, señala David.
“El Primavera Sound ha abierto ediciones en Los Ángeles y un montón de sitios. Son dos de los festivales punteros a nivel internacional. Cada vez viene más gente de fuera. El BBK Live va por el mismo camino y al Mad Cool viene muchísimo público internacional. España es uno de los países de referencia a nivel internacional. Es uno de los países con más festivales per cápita del mundo”, añade.
Problemas en los festivales
David Saavedra reconoce que todavía hay muchos problemas organizativos que habría que ir solventando y que queda mucho que mejorar, pero a veces se pone demasiado hincapié en los errores.
“Es verdad que esos incidentes se sobre dimensionan. En el Mad Cool se habló mucho del fallecimiento de Pedro Aunión, fue un problema de mala suerte. Fue una torpeza por parte del festival no comunicárselo a Green Day. Probablemente también porque la policía le comunicó no hacerlo porque el desorden público podría haber sido mucho peor, pero aprendieron de ese error. Salió mucho en la prensa, pero no hay más incidentes en un festival que en un partido de fútbol, solo hay que recordar la última final de la Champions League”, asegura.
“Yo que llevo un montón de tiempo yendo a festivales de música, nunca jamás he visto una pelea, nunca jamás he visto actos violentos. He visto fallos organizativos, pero son ejemplos de convivencia y de auto organización entre el público realmente encomiables”, apunta.
Consumismo y turismo, las claves de los nuevos festivales
Las claves de la escena de festivales de hoy en día tienen dos pilares sobre los que se apoyan: El consumismo y el turismo. “Muchos de los festivales ya son organizados desde las concejalías de Turismo, ya no desde Cultura. El reclamo de montar festivales nuevos como los que acaban de surgir en la costa del sol que se van a celebrar en el mes de septiembre son la atracción del turismo y la economía”, asegura.
“Los patrocinadores, cuando entraron a saco en los festivales es porque se dieron cuenta de que el público que acude es muy consumista y vieron que lo podía captar”, asegura.
Los festivales cada vez se adaptan más al público y en eso tiene mucho que ver el Big Data. “El director del Cruïlla de Barcelona me dijo que fue el primer festival que utilizó el Big Data para detectar cuáles eran las necesidades de su público. Decía que gracia al Big Data se dieron cuenta de que su público reclamaba que hubiese un escenario de comedia, solamente de comedia y ahora mismo, el escenario de comedia es uno de los grandes alicientes del público, y gran parte del público va principalmente por este escenario. Y otros festivales les están copiando la idea”, explica sobre este tema.
El papel de los influencers
La popularización de estos eventos y la cada vez mayor afluencia de público también tiene mucho que ver con los influencers y la imagen cool que han transmitido de ellos, aunque David tiene sus dudas respecto a su continuidad.
“Hubo una época en la que se pusieron muy de moda, sobre todo, a raíz de que se puso de moda en el Festival de Coachella, que se hace en California, muy de influencers. Los invitaban para que hicieran stories y esa idea la han copiado muchos festivales españoles”, explica.
“Han estado muy presentes en los últimos años, pero no sé hasta qué punto va a ser una tendencia que va a seguir manteniéndose o va a ser una burbuja de los influencers que va a explotar y se va a convertir en una moda pasajera. Tengo dudas”, admite.
Futuro con sostenibilidad
Si hay una palabra que planea sobre el futuro de los festivales es la de sostenibilidad.
“Gran Parte del público se ha cansado de las aglomeraciones, del tremendo efecto contaminante que tienen los festivales. Yo recuerdo escenas dantescas cuando iba a los primeros FIB, cuando abandonaba el recinto la última noche, veías el montón de basura con vasos de plástico. Ahora ya se tiende a que los vasos sean reutilizables, hay una mayor preocupación porque los festivales sean sostenibles y el impacto medio ambiental sea mucho menor”, argumenta.
Se están buscando todo tipo de alternativas, “también hay festivales que intentan ser menos masificados y mucho más respetuosos con el medio ambiente”.
La variedad y lo urbano como asignaturas pendientes
David Saavedra señala que una de las asignaturas pendientes es la de abrir el abanico para que no veamos siempre a los mismos artistas en los carteles de los diferentes festivales. Y hay un género al que le faltan opciones.
“Todavía no hay festivales de hip hop y música urbana que son los dos estilos en boga. Van metiéndose en las programaciones del BBK, del Primavera Sound, del Sónar, pero no hay un festival en sí. Hubo un intento hace unos años, Cultura urbana, que era solo de hip hop, pero duró solo cinco ediciones. El Viña Rock tiene un escenario muy potente de hip hop, pero no hay un festival de hip hop. Ahí hay una demanda cada vez más creciente y creo que falta un festival de música urbana en España por consolidarse”, señala.
La otra asignatura pendiente son los jóvenes. Hay que volver a darles protagonismo. “Han intentado fidelizar a la gente de más edad, que tiene un mayor poder adquisitivo y les interesa más, pero también tienen que atraer un público nuevo. A la gente de 16, 18 años hay que inyectarle el veneno de los festivales y para eso tienen que llevar a los grupos que a ellos les interesan. A esa gente le gusta básicamente rap, reguetón y trap y no hay un festival único que se dedique únicamente a eso y hay un filón por descubrir”, reivindica.
Lo cierto es que todo el que quiera ir de festivales este verano, tiene una amplia agenda donde elegir.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...