Macaco sobre ‘Vuélame el corazón’, su disco de amor: “Ahora todo el mundo está buscando códigos para amar”
Reivindica educación emocional y reconoce que él también ha cometido fallos
En muchas ocasiones cuando alguien viene a hablarnos de amor pensamos que puede ser cursi, empalagoso o algo naïf. Pero en el caso de Macaco, que ha lanzado un disco que reflexiona sobre este sentimiento universal, es una oportunidad única de recordar sensaciones y experiencias con las que prácticamente todos nos podemos sentir identificados.
Vuélame el corazón es un compendio de historias de amor desde perspectivas muy distintas. Amores sanos, amores tóxicos, amores que no se olvidan y los que nunca debieron ser. Todos amamos, pero, ¿lo hacemos correctamente?
Macado nos marca un camino para reflexionar sobre un tema que a todos nos afecta y lo hace con una variedad de ritmos que nos remite, en muchas ocasiones, a la esencia de la canción de autor más clásica. Y es que Macaco es otro cuando se muestra tan íntimo, hasta su voz cambia.
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Y si hablamos de amor, nada mejor que compartirlo y él lo ha hecho. Catorce colaboraciones con artistas como Leiva, Ana Mena, Álvaro Soler, Valeria Castro, Estopa o Tanxugueiras. Y de todo eso hemos hablado con él con esa calma que le caracteriza y esa emoción por compartir en lo que cree.
No era rosa, pero he visto un elefante volar, ¿ya todo es posible?
Es todo super posible. Imagínate. Venimos de una pandemia mundial, ¿sabes?, o sea, que cualquier cosa que te imagines es posible. Y la imaginación viene de eso, de la palabra magia. Todas esas cosas con las que intentamos convertir lo intangible en tangible y poderlo manosear y tocar y esta portada tenía un poco esa inquietud.
Vuélame el corazón porque, ¿mejor que la cabeza?
Por favor, que nos vuelen el corazón que la cabeza ya la tenemos todos más pa’llá que pa’cá, en una parte positiva, pero también a la vez estamos todos deseando un poquito de tierra. Cuando nos vuelan el corazón, las imágenes son diferentes, caminas con los pies a un palmo del suelo, tienes como esas mariposas y esos dragones a la vez, revoloteando alrededor. Es todo como más chispeante, más colorido.
Un colorido que contrasta con el mundo un poco gris en el que vivimos con tanto atentado, guerra, crisis… aun así, podemos seguir hablando de amor. Cuando no podamos hacerlo, ¿será el fin?
Total. Yo utilizaba un poco el titular este de: ‘El mundo en guerra y nosotros nos enamoramos’. Parece que el hombre funciona en mil cuestiones, todos super modernos, con la tecnología, con nuestros teléfonos móviles última generación, pero a nivel humano y de cómo relacionarnos, hay una gran parte de la humanidad que parece que vamos para atrás. Tenemos que trabajar todo el rato este espejo propio para estar atentos a nuestro reflejo y no volver a conductas tan caducas y casposas. Toda esta tendencia de extrema derecha y de guerras, tan cerquita de casa… parece de época medieval. Lo de guerra, solo la palabra me parece surrealista. Hay que ir regando la semillita del amor que puede sonar como muy naïf, pero para mí es la clave y la bandera que quiero alzar. No solo en las relaciones de pareja sino en el día a día, empatizar un poquito más los unos con los otros, intentar mirarnos a través de los ojos y ser emisores y receptores, todos aprendices y maestros de vida porque no hemos nacido enseñados.
El 80% de las canciones de la historia de la música hablan de amor, si no más, pero supongo que no hay tanto porcentaje de discos con este concepto. En tu caso, ¿es todo o nada?
Me encanta lo que dices porque sí que es verdad que hay muchas canciones. Es un tema recurrente. Siempre digo que el hombre, desde que es hombre, habla y teoriza sobre las mismas cuestiones, pero el punto de vista de cada autor es lo que lo hace especial, hace que conecte el espectador o no contigo. Igual conecta con otro discurso, otra manera de ver. Pero sí es verdad ese tono diferenciador porque mi disco no es un disco de ‘oh, cuánto te quiero, qué bonita eres’, que no lo critico, pero no es como a mí me gusta expresarme y hay canciones muy bonitas y que pueden ser tan románticas como ese tipo de canciones, pero hay otras cuestiones ahí. Hay reflejos, reflexiones sobre maneras de amar, sobre códigos que se han pasado de una generación a otra y siento que han sido muy tóxicos en la sociedad y lo hemos visto con nuestros padres y nuestros abuelos, eso de corazones partidos y medias naranjas, como decía Lennon. No, nacemos enteros y hasta que no nos sintamos enteros con nosotros mismos no podremos acceder. No podemos pasar las mochilas al otro, es más compartir. Estas confusiones que hemos pasado de generación a generación del amor relacionado con las posesiones, no, yo creo que el amor es otra cosa y eso se refleja en la canción Quiéreme bien que canto con Leiva.
El amor es un concepto que tiene tantas interpretaciones como personas hay en el mundo, ¿cuál es la tuya?
Ojalá hubiera en los colegios nos regalaran unas herramientas para poder gestionar las emociones mejor, en pareja y en no pareja. Sé que ahora empieza a haber en muchos colegios, pero para mí tendría que ser como el top de las asignaturas, algo primordial porque es lo que nos va a curtir. Cuando sales a la calle y te encuentras y te enamoras de alguien, de repente sientes un dolor porque eso no es correspondido o porque entras en una relación tóxica, o que se puede amar de otras maneras. Ahora todo el mundo está buscando códigos para amar. Yo lo que sí que estoy seguro es de que entre dos personitas hay que crear un código único e intransferible, no te puedes comparar a otras parejas. Hay que ir construyendo, poquito a poco, con ese presente continuo, esa hoja de ruta que puede variar porque, en cualquier momento, las personas estamos variando. Yo no soy el mismo que hace cuatro años y no quiero serlo, quiero ser permeable y que alguien ponga en duda mis creencias, y no quiero ser rígido y en las relaciones, ese ejercicio hay que hacerlo continuamente.
De ahí que ahora se estén buscando tantas maneras nuevas de amar.
Exacto, y no digo que sea lo correcto o incorrecto, pero por lo menos, probar maneras de relacionarse o probar. No digo que esté de acuerdo o no, no lo cuestiono, pero que se abra el debate es sano. Ahora la gente no aguanta nada, pero antes se aguantaba todo.
Reivindicas la educación emocional en las escuelas, pero eso no lo tuvimos nosotros, ¿a ti quién te enseñó?
He ido como aprendiendo en el día a día. En mi casa sí que había unos valores bonitos en muchas cuestiones, pero en relación de pareja, no. Mentiría si dijera que sí, no había estos códigos de charlar de estas cosas y es una pena porque mi madre es una mujer maravillosa y tiene unos valores que aprecio y por los que le doy gracias porque son parte de mi ser y de mi semilla, pero yo me he caído muchas veces.
En el disco hablas del amor desde distintas perspectivas, ¿las has experimentado todas?
Yo me veo, la verdad, bastante desnudo con mucho de lo que hay ahí. Una relación que viene sobre el eco de una relación ya pasada, que está reverberando en la cabeza y “no le encuentro el punto al olvido, no sé si te has marchado o yo me he ido, nos dijimos adiós, pero nunca nos despedimos”. Sigues conectado con esa persona, conexiones energéticas, también del día a día cuando son relaciones muy longevas. Esa personita ha estado en tu vida, pero es como tu familia y de ahí ese recuerdo. Todo lo que hay en el disco es parte de mí, pero también siento que son sensaciones que todas o todos hemos podido tener alguna vez en nuestra vida. Para mí la canción más dura del disco es Tirititrán que habla sobre una ruptura y canto con Tanxugueiras. Es el ego de dos personas, ‘tirititrán tran tú, tirititrán tran yo, ya no queda nada de nosotros dos. Le hice, me hizo, nos hicimos, nos deshizo, ya no cruzas a mi lado de la cama, el filo ya no baila con tu dama’, este tipo de poesía sobre ese punto de que los unió y ahora se han ido a los extremos. Todos alguna vez hemos sentido también esto.
Hablas de poesía y, de hecho, en el disco te escuchamos recitar, ¿inevitable cuando hablamos de amor?
Totalmente, a mí me encanta, yo cuando me enamoro escribo unos poemas… y me gusta regalar poemitas. A la gente que quiero, no solo desde una relación de pareja, les escribo, de repente es su cumple o un día especial, les escribo unas frases con unas rimas, de repente un soneto, cosas de esas. Lo hago un montón y hay muchas personas en el disco que saben que las canciones son para ellas.
¿Hay un amor para toda la vida?
Jajajaja, wow, la big question. Me encanta verlo y cuando lo veo, lo aplaudo. Lo he visto en poca gente. Apostaría por poca gente sobre la que pudiera decir que van a llegar a viejitos juntos, la verdad, siendo super honesto. Yo alrededor mío conozco dos casos, gente que lleva muchísimos años y apuesto a que se harán viejitos juntos, pero es complicado, no sé si hay un amor para toda la vida, tiene que ver mucho, también, con el estilo de vida de esas personas. Un amor para toda la vida sano y bonito para mí es ese que va cambiando el diafragma de la óptica de esas dos personas que se van mirando constantemente. Lo veo tarea difícil. No sé qué poeta decía que una buena relación es tener un gran amigo o amiga con momentos eróticos. Tiene que haber mucho colegueo, ser muy colegas, reírse, pasárselo muy bien. Tener gustos parecidos o no, hay de todo.
¿Enseñan más los amores sanos o los tóxicos?
Los dos enseñan. Cuando te metes en un lío es como ‘wow, cómo he hecho para llegar aquí, con lo bueno que soy dando consejos a mis amigos y ahora aquí me veo en este embolado’. A mí me ha pasado hace poco, me he visto en un embolado importante y es un rollo porque te deja como una resaca. No hay gente buena o mala, bueno o sí, pero no los quiere a mi alrededor. A veces hay gente bonita, pero el orgullo… todos nos tenemos que trabajar y es algo que nos deberían enseñar en el colegio, a manejar los pensamientos para no irnos a lo negativo. Hay relaciones en las que de repente te encuentras con una persona con la que conectas en muchas cosas, pero si esa persona, de pronto, tiene una frustración y la vuelca en ti por ser tú la persona más cercana, por ejemplo, cuantas veces pasa porque estáis en momento evolutivos muy diferentes y, de repente, se va a la mierda la relación y dices, ‘joder, qué pena, ¿no?’.
Compartes el amor con unos cuantos artistas en este disco, ¿cuál ha sido tu mayor descubrimiento?
Hay varios. Valeria Castro, por ejemplo, que es super amiguita y super fácil con esa voz, ese poso, esas personitas tan jóvenes con almas tan viejas que hay toda una escuela. O Rita Payés que ahora se ha hecho muy conocida por Tangana, pero yo ya la controlaba de antes, también es una almita vieja super linda. Hay tanta gente bonita. Algunos me han sorprendido mucho. Ayer, por ejemplo, estaba con Álvaro Soler y es un tipazo. Cada vez que estamos juntos digo, qué buen tío, qué fácil, cero ego, con los pies en la tierra, porque también te encuentras artistas que dices, uffff… y dices, qué complicadito esto. Si al final todos somos iguales y a todos nos van a enterrar ahí en el mismo hoyo y esto es una experiencia más y vamos a intentar disfrutar.
¿Has hablado mucho de amor con ellos?
Con algunos sí. Algunos lo tienen clarísimo y veo en sus vidas lo bien que lo manejan, a otros los veo un auténtico desastre, buscadores entre los que yo también me incluyo también. Siendo artistas, imagínate. Si las personas normales que tienen otros trabajos, los artistas que nos expresamos a través de las sensaciones que vivimos, esas cosas se amplifican.
Hablabas de la canción que compartes con Leiva en la que repasáis algunos de los tópicos que hemos heredado culturalmente, ¿has caído en alguno?
Sí, claro, he caído y he aprendido a levantarme, a no utilizar ciertas palabras o guardármelas. Todos tenemos esa herencia, todos somos aprendices y maestros. Están los que quieren evolucionar, que creo que estoy en ese bando, y aunque la caguemos buscamos rectificar y decimos que nunca más queremos hacer esto o la han cagado contigo, pero ves a una personita que quiere como corregir, dices, venga, vamos a trabajar. Y luego está la gente super rígida que dice que esto tiene que ser así y punto y yo soy más de puntos suspensivos.
Travis Birds, Ana Mena, Valeria Castro, Ximena Sariñana, Rita Payés… mujeres que te acompañan en el disco, ¿hablan ellas del amor, distinto a ellos?
Creo que tenemos que aprender mucho de ellas, los hombres. Hay una sabiduría ancestral, nosotros estamos en otros cursos por una herencia chunga y creo que como decía una amiga mía que está muy conectada, hay que entenderse los cuatro, la energía masculina y femenina del hombre con la energía masculina y femenina de la mujer. Voy a poner un ejemplo facilón. En Sant Jordi en Cataluña, que se regala una flor y un libro. A la mujer la flor, no, a la mujer la flor y el libro y al hombre, la flor y el libro. A mí me encantan las plantas y me encantan las flores. A la mayoría de las mujeres que tengo alrededor les encanta leer, no les voy a regalar solo una rosa. Y es muy sano llorar y está muy bien ser sensible y está muy bien ser guerrera también. No pongamos todo en princesitas y armaduras y rigideces.
Me voy a quedar con una de esas mujeres: Ana Mena. ¿Cómo ha sido trabajar con ella?
Muy diver porque ella llegó ahí al estudio, escuchó la cumbia, le encantó y yo he escuchado su tema este, Música ligera, que me recordaba mucho a la música de mi madre y toda esa época yeyé que he llevado al videoclip con los Estopa y con Dani Rovira emulando un poco ese imaginario. Todas las cosas estas un poco retro, me encantan.
Aunque el disco tiene una gran variedad sonora, tras una primera escucha, en conjunto, me venía a la cabeza esa línea de cantautor más calmada, ¿percepción personal o hay algo de eso?
Hay una parte, pero también con una parte galáctica. Sí es verdad que en los últimos discos hay canciones que han tenido una repercusión muy bestia a nivel mundial. Lo quiero todo funcionó muy bien tanto aquí como en Latinoamérica y es una canción que iba mucho de la narrativa. Yo luego tengo canciones más up como Me lía o A tu manera o La guerra de los besos, pero este disco sí que es como más recogido. Con unos sonidos que no son los que habitualmente usan los cantautores, porque hay músicas de raíz mezcladas con cosas más modernas, pero en este disco sí que he hecho un ejercicio de cantar en tonos más bajos, muy cerquita del micro, masticando las palabras, por eso voy a hacer esta gira de teatros por toda España, para poder jugar más con ese otro Dani Macaco que ha salido en los últimos años, que me encanta. Luego haré la gira de Latinoamérica, estaré dos meses y luego vuelvo y la parte más monkey, de festivales, de levantar a la gente, que también me gusta mucho.
Sí es cierto que se nota hasta otra forma de cantar.
Me encanta que lo digas porque es justo la clave. La idea era intentar no parecerme a mí y por eso esa cosa más recogida, de masticar la palabra, tonos más bajos, que me llevó a estos registros.
Hablabas de esta colaboración con Estopa, ¿qué tal ponerse rumbero?
Estopa son de otra galaxia. Yo los quiero con toda mi alma, son mis brothers para siempre. Cada vez que nos juntamos, aparte de que son éxitos, nos queremos un montón, nos admiramos. De verdad, son unos tipazos. Aparte, en esta grabación hay muchas anécdotas y ellos siempre remando a favor, con el videoclip y todo. Unos capos de la vida y de la música.
En cuanto a lo del videoclip, ya sé que ellos son muy de entrar al juego, pero, ¿tuviste que convencerles?
Sí, las pelucas hubo guerra. Era en plan, ‘yo la peluca, Dani, me parece que no me la voy a poner’. Y yo era como ‘sin peluca no hay videoclip, David’. Acabaron con unas pelucas que valieron una fortuna. Todo el outfit se lo hizo una amiga mía, que es una bestiada de trabajo para realmente irse a los 70. Luego ellos vieron el resultado y se quedaron super emocionados.
¿Y cómo llega Dani Rovira al videoclip?
Dani Rovira otro capo. Yo creo que no podría ser otro presentador, es una pasada cómo lo interpreta porque está en el punto exacto del impostado. Porque en aquella época, la época de mi madre, los presentadores ya eran muy impostados, pero si te pasabas ya no funcionaba y lo hizo clavado. Él es un tipazo, muy lindo, un jefazo.
Ahora te planteas una gira de teatros, ¿con qué mood?
El contexto del teatro me va a ayudar mucho a la cosa esta pequeñita que durante la pandemia hice algunos conciertos aquí y apareció toda esa magia, ese otro Dani Macaco, que me sorprendí. La gente hipnotizada y una cosa super especial. Luego hice un concierto en un festival en un teatro a principio de verano y fue increíble y todo eso me ha llevado a querer hacer eso. Una pequeña escenografía visual, sonora, cosas pequeñitas, pocos músicos, yo contando anécdotas y estoy ultra emocionado porque de verdad que los conciertos que hice un poco con ese imaginario fueron una locura. Por supuesto, habrá un momento de levantar a la gente, hacerles bailar y meterme entre las sillas, pero muy recogido.
Ya para acabar, ¿Qué ha sido lo más bonito de hacer este disco?
Ha sido la composición con Thirtaman en el confinamiento. Yo cruzando un bosque para llegar a su casa, el estudio que nos montamos en casa en una habitación en ese momento en el que no sabías si el mundo se iba a acabar y nosotros haciendo canciones y, de repente, encontrando un concepto que nos gustaba, con sartenes y con guitarras al revés haciendo beats más modernos. Venía un pequeñajo de Thirtaman y decía ‘ah, esto me encanta’ o ‘esto es horroroso’. Todo ese proceso fue super chulo.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...