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Así está afectando la contaminación al apareamiento de los insectos (y es preocupante)
Un nuevo estudio demuestra que los altos niveles de ozono destruyen la señal química necesaria para que se apareen los insectos.
Todos hemos oído hablar en alguna ocasión del ozono. Se trata de un gas presente de forma natural en la atmósfera, y que resulta vital para protegernos de la radiación ultravioleta procedente del sol. En las últimas décadas, la degradación de la capa de ozono llegó a ser un problema de primer nivel, algo que se frenó gracias a la prohibición de los gases CFC, y que se plasmó en estudios como el que recientemente demostró que el agujero de la capa de ozono se está cerrando, tal y como ya te contamos en El Eco de LOS40.
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Sin embargo, no siempre que se habla de ozono se hace en los mismos términos. Cuando este gas se concentra en grandes cantidades, se transforma en un agente contaminante de primer nivel. Aparece debido a una reacción química causada entre los óxidos de nitrógeno (NOx) y los compuestos orgánicos volátiles (COV) en presencia de luz solar. Las principales fuentes de emisión de los NOx y los COV son los vehículos que utilizan combustibles fósiles, así como las industrias.
Los efectos del ozono sobre la salud humana son de sobra conocidos. A elevadas concentraciones, afecta gravemente al sistema respiratorio y a la piel. A largo plazo, disminuye la esperanza de vida. Del mismo modo, también se sabe cómo afecta a las plantas, concretamente a la fotosíntesis, lo que se traduce en problemas de crecimiento.
Ahora, una nueva investigación llevada a cabo por el Instituto Max Planck de Alemania ha puesto sobre la mesa cómo el ozono afecta también a los insectos, cuya población a nivel mundial parece haber disminuido de manera clara en los últimos años. Lo han hecho en un completo estudio que han publicado en la revista científica Nature.
Los científicos han estudiado el comportamiento de las moscas. Concretamente, el de la Drosophila melanogaster, también llamada mosca del vinagre o mosca de la fruta. Un insecto cuyo apareamiento depende, como en el caso del resto de los insectos, de las feromonas, moléculas que se ven seriamente afectadas cuando el ozono se encuentra en el ambiente a niveles especialmente elevados.
Menos feromonas, menos atracción
“Los contaminantes ambientales como el ozono y el óxido nítrico degradan los aromas florales, lo que hace que los capullos sean menos atractivos para sus polinizadores”, ha explicado Markus Knaden, autor principal del estudio. “Dado que los compuestos con dobles enlaces de carbono son particularmente sensibles a la degradación del ozono, y casi todas las feromonas sexuales de insectos tienen estos dobles enlaces, nos preguntamos si la contaminación del aire también afecta el modo en que las hembras y los machos de insectos se encuentran e identifican entre sí durante el apareamiento”.
Tras exponer a la moscas macho a diversas concentraciones de ozono elevadas, los investigadores comprobaron que los niveles de feromonas habían disminuido de manera significativa. En consecuencia, esos machos dejaron de resultar atractivos para las hembras. Del mismo modo, otros machos empezaron a mostrar interés en ellos al no distinguirlos con claridad de las hembras.
“Los insectos son una parte muy importante de las redes alimentarias y brindan servicios ecosistémicos críticos”, añadió Knaden. “La mayoría de nuestras frutas y verduras dependen de la polinización de insectos. Por tanto, la disminución de insectos que observamos actualmente (y que, debido a nuestros hallazgos, podría verse potencialmente reforzada por contaminantes oxidantes) tendría un gran impacto en la agricultura, la productividad y, por lo tanto, en la salud humana”, concluye.