Especial
Iván Ferreiro desvela la verdad sobre su relación con Leiva tras convertirle en el protagonista de su novela
Hablamos con él de paternidad, drogas, música y algún que otro artista
Iván Ferreiro es uno de los decanos del indie que cuando uno piensa que ya no puede sorprenderle con nada después de tantos años, va y aparece con una novela. Meteoro y el Señor Conejo nos traslada a la gira que hizo en 2013 con su buen amigo Leiva. Y no lo hace con el hiperrealismo al que estamos acostumbrados, ya sabemos que, con él, siempre hay que esperar algo diferente.
Nos sumerge en una historia, no escrita por él, sino por su prima María Rod, que le convierte en el músico más miserable que uno pudiera imaginar y sitúa a Leiva como el super héroe que todo el mundo querría ser.
Hay drogas, sexo y rock and roll, pero no como estamos acostumbrados a imaginar y de eso, de desmontar mitos, hemos hablado con él, entre otras cosas.
Autobiografía de ciencia ficción, ¿esto qué es?
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Es un experimento que nace a partir de una broma con Leiva cuando empezamos la gira. Se me ocurrió la idea de hacer una historia sobre nuestra gira, donde la cosa se bifurcara hacia la ficción. Mi primera idea era la de unos asesinos internacionales en el que Leiva era el jefe.
Lo de que fuera una historia surrealista lo tenías claro desde el principio, vamos.
Yo quería que fuera degenerando en el surrealismo. Mi prima venía a hablar conmigo, me preguntaba cosas y yo la liaba bastante y, al final, yo quería tirar hacia la ciencia ficción surrealista. Mi idea es que, si alguien se ponía a leer el libro de Iván Ferreira que, poco a poco, se diera cuenta de que le estaba contando una milonga y que el libro está para divertirse. Supongo que ella ha elegido la peor versión de mí.
Pero siempre autorizada.
Se lo dije yo. Le dije que molaría que yo fuese un desgraciado que necesite la gira con Leiva desesperadamente, que mi carrera vaya fatal, que mi vida como padre vaya horrible, todo un desastre. Se ha esmerado. La elegí a ella porque es mi prima y hemos veraneado juntos toda la vida y es como mi hermana, estaba bien alguien que no me tuviera ningún respeto.
¿Te lo pensaste mucho, lo de sacar un libro?
A mí me llamaban muchísimas editoriales para que escribiera libros y yo no soy escritor. ‘Te ponemos a alguien que te escriba el libro’, me decían. Y muchos me proponían hacer un libro sobre la salud mental y pensé que el libro lo escribiera mi prima que escribe muy bien y nunca la llaman y queríamos que la locura estuviera por medio porque hay una relación de la gente conmigo y la salud mental, pero queríamos que fuera una ficción.
¿Lo de la ciencia ficción es una coraza para no exponerse mucho?
Mi idea era no exponerme nada, no tengo ningún interés en contar mi vida, c osas personales. Todo lo que cuento de mí lo cuento en las canciones. Por otro lado, mi vida creo que no es tan interesante, es bastante aburrida, solo puedo hablarte de conciertos y canciones y cosas así. Por eso, si algún día tenía que tener un libro mío, que fuera de ciencia ficción, que es mi género favorito.
¿Cuál es la mayor similitud y cuál es la mayor diferencia del Iván del libro y el Iván de la vida real?
Veo similitudes en la forma en la que me expreso, en que digo ciertas cosas, incluso cosas que pienso en muchas cosas, pero digamos que la parte más salvaje de lo que pienso. Me gustaba que todos los mitos del rock & roll: sexo y drogas, nos lo cargáramos desde el principio, no tenía que ser nada glamuroso porque, además, no es real. Las drogas solo me llevan a problemas, el sexo solo lo tengo con Leiva dentro de su cabeza, incluso parecería que tenemos una relación homosexual. Me gustaba toda esa deformación. También me gustaba el hecho de enfrentarnos a Leiva y a mí, que somos dos personas que somos dos personas que no hemos estado enfrentados en la vida. No soy nada envidioso, nada celoso, ni nada de eso. Me gustaba que María mostrase una imagen de algo que no existe, pero que imagino que todo el mundo quisiera que existiera.
Un juego entre la ficción y la realidad que puede llevar a mucha confusión.
De hecho, hay gente que me escribe preguntándome si mis hijos me dijeron de verdad que les gustaba más Leiva que yo. Gente que estaba muy triste por las cosas de mis hijos, que dijeran que el mejor día de su vida había sido con Leiva yendo a un partido. Pero no se habla de mis hijos realmente como son, es una idea general de la paternidad. En el fondo hay muchas cosas que son verdad, pero curiosamente las que son verdad, no te lo creerías porque son las más alocadas.
Hay dos grandes protagonistas: Iván y Leiva, ¿cuál de los dos personajes se parece más al real?
Creo que soy mucho mejor que el personaje, en muchos aspectos. Supongo que hay mucho de mí de cuando era un niño. María ha cogido muchas cosas de cuando somos chavales, los celos, los cabreos, querer cosas para ti y que no las tenga tu amigo, esas mierdas. Yo espero, como adulto, haber madurado un poco, pero hay algo de cierto en todo eso. Todos hemos sido así de alguna forma. Los libros están un poco para hablar un poco de todos nosotros. Toda esa parte de ser padre se puede trasladar a cualquiera. Cuando se habla de que ser padre es muy duro, de que a veces no entendemos a nuestros hijos, que trabajamos como locos para tener muy poco agradecimiento, creo que María también aprovechó para contar sus cosas y cómo ve el mundo desde la parte más amarga. Luego hay mucho de mí en las referencias, en las cosas de ciencia ficción, están mis obsesiones ahí metidas, en el fondo desearía tener un fontanero como ese.
¿Cuál fue el primer comentario de Leiva tras leer la novela?
Me mandó un mensaje escueto, no hablamos mucho del tema todavía. Me dijo, “es realmente espectacular, os voy a denunciar”. Entre tú y yo, creo que Leiva no se lo ha leído. Cuando empezamos a escribirlo, le mandó los cuatro o cinco primeros capítulos y los leyó y me dijo, ‘tirad, que ya me los leeré cuando lo terminéis’. Estoy esperando a ver qué pasa cuando lo lea.
¿Alguna vez has tenido la tentación de estrangularle?
Qué va, yo a Leiva solo quiero abrazarle y besarle. Cierto es que si puedo hacer este libro y reírme de los dos es porque Leiva es mi amigo, tiene un sentido del humor alucinante y tenemos esa confianza. Sabe que yo vivo en ese mundo surrealista. Hay una cosa que cuenta el libro que, cuando yo tengo una conversación con alguien, estoy teniendo una conversación surrealista por detrás y eso me pasa constantemente y Leiva lo sabe. Cuando le contó la primera idea, me dijo, ‘chulo, tienes que escribir ese libro’.
¿Es tan hipocondríaco como lo describís?
Igual no tanto, nunca le he visto su neceser con sus medicinas, pero sí es cierto que estás con él y le duele un poco la barriga y te dice ‘chulo, ¿a cuánto está el hospital más cercano? Igual tengo apendicitis’. Y le van pasando cosas. Tiene ese tipo de hipocondría que cree que tiene enfermedades que no tiene nadie. Cuando vino la pandemia, le dije, ‘ostias, debes estar bien jodido’ y me dijo que no, que estaba encantado. Fue al médico y dijo, ‘estoy curado, ya no soy hipocondríaco’ y el médico le dijo, ‘no, no se equivoque. Usted tiene miedo de tener una enfermedad que no tenga nadie más’.
¿Fue realmente el padrino de tu segunda boda?
Sí, eso es real, aunque no tuvimos padrinos reales. Fue una boda en petit comité y vinieron ellos. Me casé y tomamos un menú del día, tampoco fue una boda muy organizada y luego él tocaba en Castelo, en Vigo, y acabé tocando con ellos en Vigo esa noche. El mejor plan de boda.
Planteáis incluso una atracción física hacia él. Vamos, que hasta te marcas un trío con Leiva, ¿buscando el acaloramiento del lector?
Quiero dejar claro que la que escribe es María que es la que sabe escribir muy bien y tiene una imaginación desbordante. Yo le contaba cosas y ella escribía lo que le daba la gana. Cada vez que me llegaba el capítulo y me descojonaba de risa. El mérito es todo de ella.
Hay mucho de salud mental en el libro, un tema del que se habla mucho últimamente, ¿cuál era la intención en este libro?
María es psicóloga, estudió psicología para poder escribir. Queríamos introducir la enfermedad mental, pero si te das cuenta, yo no sé lo que me va pasando porque al final soy un personaje y queríamos quitarle hierro al asunto y reírnos un poco y poder hablar de que parecemos locos muchas veces o con problemas. Queríamos que fuera divertido, que esté presente, pero que no sea el grueso del libro. La salud mental es muy importante.
Eso de hacer humor con cuestiones de salud mental, en unos tiempos en los que se está tomando muy en serio, no sé si puede llegar a ofender a alguien.
Lo que queríamos es que la gente se riera y reírme yo de mí mismo. No sé si hemos frivolizado, espero que no y que a nadie le parezca mal. Quiero que la gente sea capaz de reírse de las cosas que me van pasando. Gracias a Dios nunca he tenido ganas de suicidarme y mis problemas, realmente, han sido otros, pero si hemos ofendido a alguien, lo siento.
Desde que se habla tanto de estos temas, somos conscientes de que estos episodios se dan mucho más de lo que pensamos.
Yo también veo el libro de que, a lo mejor, lag ente que me conoce, lea el libro y pueda reírse de mí. En el libro estamos jugando con las pequeñas miserias de cantante de pop.
Un cantante de pop con brotes psicóticos y consumo de drogas que parecen temas indisolubles, ¿no?
Creo que el libro deja claro que las drogas no son nada buenas, realmente no llevan a ningún lado y si encima tienes ciertos problemas, no recurras a las drogas porque solo vas a empeorar tu vida. En lo que no me parezco nada a mi personaje es que yo, en la vida real, cuando tengo un problema, voy inmediatamente a buscar ayuda. Es lo que trato de contar siempre, si estáis mal no tratéis de ser más fuertes ni tratéis de solucionarlo vosotros, hay que acudir al médico.
Hablábamos antes de tus hijos, ¿han leído el libro?
Yo creo que no. Ya son mayores, tienen 20 y 22, pero no creo que tengan ganas de leer un libro sobre su padre. Ellos están con sus cosas, también tienen sus propios problemas. Están creciendo y buscándose la vida, descubriendo el mundo de los adultos, que no es fácil. Intento ayudarles y cuando tienen sus agobios y sus problemas, trato de hablar con ellos y trato de explicarles que estamos aquí. Uno de mis hijos tuvo más problemas cuando era más pequeño y en cuanto lo vi, rápidamente, tomé cartas en el asunto. Al principio, para un niño, ir al psicólogo es una cosa complicada y difícil y no tienen la madurez de entenderlo. Pero mi hijo, cuando tuvo problemas, lo único que le dije es ‘estate tranquilo que lo vamos a solucionar, no pasa nada’. Tardó un rato, pero lo consiguió y consiguió ver la vida de otra manera y entenderse a sí mismo y sigue tratando de entenderse en este mundo tan extraño. Un mundo que, por otro lado, cada vez entiendo yo menos. No soy un padre que crea que entiende el mundo. Siempre les he mostrado mis debilidades y cuando estuve malo se lo expliqué y lo he hablado con ellos.
Volvemos a Leiva y, en este caso, también a Rubén Pozo, ¿crees que les habrá gustado que saques sus viejas disputas?
Yo creo que realmente en el libro solo hay amor entre Rubén y Leiva. En un primer momento Leiva cree que le ha robado la guitarra, pero en cuanto se ven son uña y carne los dos que es lo que siguen siendo y son super amigos. Tenía ganas de meter a Rubén y hacer un chiste sobre una Gibson desaparecida que perdió Rubén en una apuesta.
Pero, ¿esa guitarra existe?
Qué va, qué va a existir la guitarra. Ni los de Alameda de Osuna hablan todos como Leiva. Yo creo que todas las personas que están en el libro están tratadas con mucho cariño. La idea era reírnos, sobre todo de mí, y luego mi prima, que no conocía a Leiva, cuando se lo presenté, empezó a meterse más con él. Al principio le daba más respeto. Se ve todo el rato que el único idiota que hay, soy yo.
En el libro, ese Iván dice que la ruptura de un grupo es como un divorcio, nunca puede ser dialogante ni de buen rollo, está claro que tú no tienes buen recuerdo de Piratas.
Creo que a veces se quitan mis palabras de sitio. Sí fue traumática la separación en el sentido de que llevas 13 años con unos tíos y dejas de verlos y nuestra relación no era especialmente buena cuando lo dejamos. Y tampoco pasa nada. La gente le da mucha importancia, pero cuántas relaciones se han ido a la mierda por un montón de cosas. En el caso de Piratas las cosas no estaban nada bien y los últimos años, para mí, fueron bastante horribles y lo que sí hacemos mucho es el chiste sobre eso. La gente dice, ‘a ver cuándo volvéis’. Siempre nos imaginamos a la gente con su novia y le preguntamos por su exnovia y le decimos ‘a ver si volvéis, nos gustaría veros juntos’. Y, además, lo dicen al lado de tu nueva novia. Y aunque yo actualmente no tengo ningún problema con ningún miembro de Piratas, digamos que tampoco tengo ningún interés en juntarme con ellos.
Son muchos más los artistas que aparecen. Calamaro, ¿ha sido alguna vez tu casero en Madrid?
Sí, ha sido mi casero, pero nunca hice tratos con él, realmente lo hablaba con Olga, su manager. Es muy amiga mía y me llevo muy bien con Andrés y coincidió que yo estaba en Madrid y tenía un piso de mierda y Olga un día lo vio y dijo que Andrés tenía uno que no usaba y me lo alquilaba. Un casero maravilloso, muy buen precio, muy bien situado el piso, fue una gozada. Con Andrés no hablé del tema y el único día que intenté darle las gracias no quiso saber nada. Andrés es maravilloso. No me comí a Andrés Calamaro.
Estás tú, está Leiva, está Rubén, está Calamaro, Manolo García… pero, lo que suena de fondo en la novela es música femenina, ¿buscado?
Es algo que María tuvo claro desde el principio. Hay que ser conscientes de que es un libro escrito por una mujer. Este libro lo ha escrito María y yo creo que realmente toda esa bajada a los infiernos que me hace tiene que ver un poco con una venganza histórica hacia los cantantes de rock. Además, me gustaba esa mirada femenina, de ‘no os voy a tener ni un puto respeto’, porque seguramente, si el libro lo escribiera un hombre, no tendría mucho respeto con las mujeres. A mí me encanta cómo iba metiendo toda esa música de mujeres. De hecho, la Gibson era de una mujer originalmente. Todo lo malo del libro será culpa mía y todo lo bueno, de María.
En la novela se refleja la presión por sacar un disco. Pasaron siete años hasta que tuvimos tu último disco, ¿cómo fue esa presión si la hubo?
Es que yo no vivo ahí. María, sin preguntarme, se inventaba cosas, como esto de la presión. Era algo que yo le pedía, que se basase en el mito, no nos importaba mucho la realidad. La realidad es que IA (Íñigo Argomániz) mi manager, me ha cuidado siempre muchísimo. Llevo toda mi vida en Warner, en la misma compañía, la misma oficina de managment, el mismo road manager, trabajo con la misma gente y tengo la suerte de no tener plazos. Voy haciendo mis cosas y me dejan hacer. Tampoco soy muy vendedor, así que, no pierden mucho dinero si yo me retraso. Supongo que hay artistas que sustentan los sueldos de su compañía. Yo les doy para los cafés y los bollos.
Al Iván del libro no le gusta entrar en un local donde suenan sus canciones, ¿a ti te sucede eso?
Sí, me sucede. Si estamos tocando por ahí y alguien me ve y pone mi disco, me doy la vuelta y me voy. Vi que un día lo hacía Prince y decidí parecerme a él en eso.
¿Lo de cantar con Keanu Reeves?
Eso pasó. Cuando se presentó Matrix en Barcelona, nos invitaron a Piratas a tocar y tocamos un ratito y nos hicieron callar porque dábamos la chapa. Y el único que nos atendía era Keanu Reeves. Cuando ya nos iban a echar del garito vinieron a decirnos que Keanu tocaba el bajo y que si él y un amigo batería podían tocar. Yo canté Miña terra galega mientras ellos tocaban Sweet Home Alabama. Luego estuve un rato hablando con él y después, llegué a mi casa para contar la gran historia a mi familia y al llegar me dijeron que Santi el Portugués, que era un amigo nuestro, que tenía hoteles y una cultura desbordante, contara mejor su historia. Y dijo, ‘llevo toda la semana con Mick Jagger’. Todo es verdad.
Por cierto, que soy periodista, pero sin libretita ni costumbre de narrar combates, ¿qué te ha hecho la prensa?
Eso es una idea de María. Le di mucha libertad. Es mi prima, pero no sabe mucho de mi vida en mi trabajo. Yo realmente tengo muy buena relación con los periodistas, por lo menos con los periodistas culturales. Mi relación con la prensa es muy buena porque creo que a los periodistas que hacen cosas de cultura no les interesa la basura. La primera vez que tuve un contacto con la prensa que no era la cultural fue cuando se murió Hal 9000, el batería de Piratas. Le pegó un tiro un guardia civil. Era bipolar, le dio un pequeño brote y el guardia civil se puso nervioso, se asustó y acabó muy mal la cosa. Recuerdo que me llamó una periodista por si quería decir algo de esto. Yo me había enterado un par de horas antes. Para tratar de tapar la cosa, trataron de decir que había habido malos tratos y no era verdad. A esta periodista le dije, ‘no te voy a decir nada porque no sé muy bien qué ha pasado’. Y me dijo, ‘no, pero dicen que hubo malos tratos’. Intentó entrarme por ahí y le dije que por ahí no entrara y que Hal estaba diagnosticado de una enfermedad mental desde hace mucho tiempo y que no le había hecho daño a nadie en su vida y que eso no era verdad y que no lo dijera ni me mencionara. Y me mencionó y lo dijo. Al día siguiente me llamó otra periodista del mismo periódico y me dijo que lo habían cambiado en Madrid y le dije que no podía hablar con ella porque no me podía garantizar lo que luego iba a salir. Supongo que eso tiene que ver con el periodismo de sucesos. Supongo que el periodismo cultural y el de política o deportes son totalmente distintos. El periodismo de deportes me he dado cuenta de que vive de los rumores.
En tu último disco hay mucho de filosofía que es a lo que uno recurre cuando todo lo demás va bien, ¿en qué momento estás ahora?
Muy bien, estoy, a nivel personal, contento. Digo que es filosofía, pero también creo que tiene que ver con la emoción. Le llamo filosofía a cualquier cosa que sea hablar de cómo ves el mundo. Lo que quería es hacer un disco emocional donde el amor romántico pasara a ser el amor más general. Tengo una relación maravillosa en la que el amor romántico está muy bien, pero el respeto que nos tenemos, la admiración, la convivencia, me parece más importante que el primer flechazo que tuvimos. Creo que lo que convierte una relación en algo realmente hermoso y duradero tiene que ver con el amor real. También quería hablar de las emociones y el amor a los amigos, la familia, el amor al trabajo.
Ya para acabar, ¿volverías a salir de gira con Leiva?
Hombre. Leiva y yo todos los años hacemos, como mínimo, un concierto en El Náutico de San Vicente y aprovechamos para pasar unos días en casa, para cocinar, para charlar, para reírnos. De hecho, en el último que hicimos invitamos a Rubén Pozo a tocar con nosotros. Era la primera vez que tocaban juntos desde Pereza. Para nosotros, el tocar juntos tiene que ver con el placer de tocar unos amigos, por ahora la parte económica la hemos dejado a un lado porque no nos interesa tener ningún tipo de presión sobre eso. Es algo que hacemos por puro placer y ahí está bien porque flipamos, nos emocionamos, nos aprendemos las canciones el uno del otro. Él se aprende mejor mis canciones que yo las suyas porque es mejor músico que yo, pero yo pongo lo mío también.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...