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Hablamos con Valeria Vegas de las actrices españolas: “Todas han hecho de prostituta en algún momento”
Una de ellas protagoniza su primera novela
Valeria Vegas es una de esas mujeres que ha luchado por lo que creía y ha recogido frutos. Lo vio con la biografía de La veneno, que nadie la quería, la auto editó y acabó convertida en un éxito comercial que llegó incluso a la televisión con la adaptación que hicieron de ella ‘Los Javis’, Javier Calvo y Javier Ambrossi.
Ahora se ha convertido en una guionista de prestigio y una colaboradora habitual de los medios, entre ellos, el programa de Sonsoles Ónega.
Entre sus muchos compromisos profesionales ha encontrado tiempo para dar forma a su primera novela, La mejor actriz de reparto, en la que nos hace cambiar al cambio de siglo para conocer a una de esas actrices que tanto le gustan que atraviesa sus peores horas.
El cine español que tanto le gusta, las adaptaciones de sus obras, su primera novela o su próximo documental sobre Nadiuska, han sido algunos de los temas de los que hemos hablado con ella.
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Primera novela. ¿Cómo te has sentido creando tu propia historia?
Me ha gustado mucho. Me he sentido muy bien. El ritmo de trabajo es muy distinto de lo que he escrito hasta ahora, biografías o ensayos, que requerían de una constancia distinta y con la novela me he dado cuenta de que te tenías que poner a escribir sí o sí para no perder la voz. Pero me he sentido muy bien porque, además, se aproxima mucho a lo que he hecho estos dos últimos años que es guionizar, a través de Veneno o ahora Vestidas de azul.
¿Qué es lo más emocionante que te han dicho de esta novela?
Lo más emocionante es que les gusta. Cuando les queda poco me escriben y me dicen ‘me quedan dos o tres capítulos y ya voy a terminar esta historia y me ha enganchado mucho’. Y me alegra. Tampoco me han dicho nada del otro mundo que no nos digan a las escritoras y escritores, pero tiene un buen feedback. Y también me dicen mucho, mucho, que lo ven muy adaptable, aunque yo no lo he escrito con la intención de adaptarlo o que se convierta en película, ni serie, ni obra de teatro.
¿Has dejado de ser la biógrafa de La Veneno o ese título te acompañará ya siempre en tu carrera literaria?
Me acompañará siempre como a la Cantudo el destape y el felpudo, a las Hurtado o Mayra Gómez Kemp el Un, Dos, Tres… a lo mejor no, a lo mejor dentro de diez años he hecho otra cosa que tiene también mucha repercusión, pero esto me tema que es como cuando entrevistamos a Alaska y sí o sí, en algún momento, puede acabar cayendo La bola de cristal y hace 35 años que dejó de hacerlo. Esto tiene algo parecido y lo llevo a mucha honra.
De La Veneno hablaremos luego, ahora nos centramos en La mejor actriz de reparto. Te vas a 1999, ¿por qué has elegido esa fecha?
He elegido esa fecha, primero porque la historia me lo pedía. Muchas veces necesitas que no haya móviles, partiendo de ahí. Pero, sobre todo, porque me fascina mucho ese momento de cambio de milenio. Es una forma de ir atrás sin necesidad de irte a los años 70, 80, pero te vas al 99, que parecía que el 2000 iba a cambiar el mundo entero y te das cuenta de cómo no hemos cambiado. Quizás no cómo esperábamos, porque el 2000 no sonaba a futuro cinematográfico, pero sí en cuestión de visiones entorno a la violencia machista y aspectos pequeñitos que se van esparciendo por la historia y que me apetecía llevarlo a ese momento para que fuera más creíble.
El detonante de tu novela fue la muerte de Gracita Morales, ¿qué le debe el cine español a esta actriz?
Creo que le deben una calle o una avenida porque fue la cómica que hizo que aquellas películas fueran comerciales. Las asociaban a un momento de diversión y risas. Era una primera figura cómica. Todas esas mujeres que nos han hecho reír, el tiempo ha sido muy ingrato con ellas.
El libro es un homenaje a las actrices que a medida que se van haciendo mayores se van quedando en el olvido, ¿crees que eso ocurre más en España que en otros países?
Es general, lo que pasa es que, en España, incluso, cuando son jóvenes tenemos complejo de lo nuestro y nos comparamos mucho con lo que ocurra fuera. Ya de por sí parece que vamos un escalón por debajo y cuando llegan a esa tercera edad da la sensación de que las hemos tenido un poco de usar y tirar.
El paso de la cúspide al abismo es duro. Hay muchas actrices que después de pasar toda su vida trabajando, acaban en la ruina más absoluta, ¿cuál ha sido el error?
A veces es más una cuestión, no de la suerte, porque no creo que exista tanto la suerte en esta profesión, sino que creo que es una profesión muy ligada a las modas. El actor que trabaja mucho en la década de los 80, en los 2000 ya no trabaja. Y hay muchos actores que estaban super de moda en los 90, no te voy a decir los nombres por no ser cruel, y de repente no están trabajando. No es porque no sepan guardar su economía, sino porque es una profesión en la que te confías muy rápido, te quieren muy rápido y te piensas que siempre vas a estar ahí y, de repente, llega otro galán que es más joven y más galán todavía y el otro galán deja de trabajar. O en el caso de la cómica, hay una cómica más joven y la cómica mayor va encajando cada vez menos. El paso del tiempo es un enemigo, desde luego.
Tu protagonista era una actriz de reparto que tenía asumido su sitio, ¿es algo común?
Imagino que sí. Es verdad que he construido un poco el personaje a través de actrices que conozco y hay algunas que viven el hecho de ser de reparto, que es la secundaria de toda la vida, de una manera muy a gusto porque a lo mejor no han ambicionado nada. Si quieres ser actriz no te importa si es en teatro, comedia, drama, secundaria, tú quieres actuar y ahí es donde creo que te salvas psicológicamente. Ahora, si tienes una ambición que no depende de ti, seguramente lo vivan con resignación y se frustren porque no habrá nada que les parezca bien. Es como si yo, que soy una eterna colaboradora de medios, quisiera ser la presentadora. Pues me sentiría frustrada y con las actrices de reparto debe pasar un poco lo mismo.
Mencionas a muchas actrices de la época, ¿qué suponen para ti todas estas mujeres?
Me producen mucha admiración. Soy una amante del cine español. en mi casa se consumía cine español de todas las décadas, daba igual que fuera Buñuel, Berlanga, Almodóvar… y las he visto siempre como unas currantas a cambio de nada porque, aunque hay premios para las actrices de reparto, son las que no ocupan las portadas, las que no están tan presentes en las alfombras rojas. Son las que te levantan una secuencia o te animan una película y luego, curiosamente, no reciben el mismo trato que los protagonistas. Me merecen cariño, respeto y admiración.
¿Crees que han cambiado mucho las cosas para las actrices de ahora respecto a las de antes?
Creo que sobre todo ha cambiado el foco, la manera de exponerse. Ahora todo está más ligado a las redes, desgraciadamente. Ahora, a lo mejor, están contratando para un papel a una humorista más que a una actriz cómica porque tiene muchos seguidores, aunque luego a lo mejor lo haga estupendamente. Antes era una profesión donde todo dependía del teléfono, un representante tenía que estar al tanto, y ahora, con que seas visible en el mundo de las redes parece que tienen ya la mitad del trabajo hecho, que no es tan fácil.
Las de antes eran grandes divas, ¿quiénes dirías que son las divas de ahora?
No sé si seguimos teniendo divas o las hemos perdido. Tenemos una generación de divas, una generación posterior a la de la novela, pero que ya son mayores, tipo una Carmen Maura, una Marisa Paredes, Victoria Abril… Hace 20 años igual no las veías tanto en divas y ahora ya son grandes señoras. No sé si el día de mañana, actrices que me fascinan como Anna Castillo, Mona Martínez o Belén Cuesta serán ese tipo de divas porque también es verdad que ha cambiado mucho el concepto de la diva.
Son todo mujeres, ¿las historias de los hombres te llaman menos la atención?
Me llaman menos la atención incluso como consumidora. Hasta un Brokeback Mountain me llama menos la atención, siendo una película con todo el mariconeo que tú quieras y super bonita, que me gusta, pero a veces creo que las mujeres lo hacemos todo mejor. Si dramatizamos, podemos subir el peach al 100%, si nos enamoramos, si reímos, si discutimos… creo que lo hacemos todo elevado a la máxima potencia. Es cuestión de intensidad, que las hay que no son intensas, creo que nosotras le ponemos a todo mucha más carne en el asador, mucho más sentimiento.
¿Qué te hace estar tan anclada a ese pasado de la cinematografía española?
Te diría que soy nostálgica, pero una vez Alaska, que es tan inteligente y sabe decirlo todo tan bien, me dijo ‘no, no eres nostálgica porque nostalgia es lo que has vivido y tú no lo has vivido’. Y es verdad, yo no he vivido ni los años 60, ni los 70, ni los 80 que es cuando nací, pero todavía no tenía conciencia. Entonces, me imagino que me mueve la curiosidad de ver lo que se hizo y ver cómo era antes. Me encanta cuando ves una película de hace 50 años y ves cómo era Madrid. Todo eso, envuelto en muchas cosas. Ver cómo se vestían, cómo actuaban y ver si ha cambiado mucho, todo esto me fascina. Curiosidad de un pasado que soy constancia de que se perderá tarde o temprano.
Pullitas a nuestra industria audiovisual: “En el cine español no eres actriz hasta que no interpretas a una prostituta”. ¿Zasca?
Se puede ver como un zasca porque es verdad que el cine español, en ocasiones, ha podido ser muy monotemático, había mucha prostituta, mucha guerra civil y dos cosas más. Pero para mí era una manera de que todas las actrices han hecho de prostitutas, lo que igual quiere decir que hay una sobrecarga de prostitutas en el cine español. Pero tú preguntas a todas, a Maribel Verdú, a Aitana Sánchez Gijón, Victoria Abril… todas han hecho de prostituta en algún momento. De monja menos, de maestra menos, de abogada menos, pero era como que el personaje de puta siempre era recurrente, quizás porque lo que ha imperado en la industria han sido los hombres. La mayoría han sido productores hombres, directores hombres y luego guionistas también hombres.
También haces referencia a muchas actrices que no han sido madres, ¿duro?
Lo he reflexionado mucho a la hora de perfilar el personaje porque creo que muchas de ellas han renunciado a la maternidad por su profesión. Otras no, tenemos un montón de ejemplos de actrices que son madres, pero creo que hay algo donde se ven tan atrapadas por esta profesión que te requiere un físico, que te requiere jornadas maratonianas, que te requiere que igual suena el teléfono y tienes que empezar a trabajar y, de repente, estás de siete meses. Creo que la maternidad, a ciertas actrices, las lleva a cierta incertidumbre. También las habrá que no tengan despertado el sentido de la maternidad, yo nunca lo he tenido. Sé que socialmente la respuesta correcta es decir que tienes instinto maternal, pero yo nunca doy las respuestas correctas. Pero creo que es una profesión donde estás mucho más condicionada en la maternidad.
Raphael en la tele en Nochebuena… hay cosas que no cambian con el paso de los años.
Creo que es el típico dato que, tal y como has percibido, íbamos a pensar que no había cambiado. Todo lo demás sí, ha evolucionado, llegó el euro, los móviles… En el 99 Raphael hizo su gala y el año pasado también. Y pensé que nos daríamos cuenta de que hay cosas que no han cambiado. Pero es que Raphael es un clásico. Odio comparar con cosas de fuera, pero es que Raphael es nuestro Tom Jones, nuestro Frank Sinatra.
Curiosa relación la de tu actriz y su asistenta, ¿a cuál le has cogido más cariño?
Sería difícil elegir, es un cariño distinto. A la asistenta le tengo el cariño de que creo que yo y cualquiera que lo lea, se puede reflejar en ella muy bien. Aunque nunca hayamos sido asistentas, creo que es un punto donde es más fácil empatizar. La actriz me hace gracia porque es huraña, pero creo que si existiera la odiaría a los cuatro días. A Catalina Muñoz la odiaría porque es una persona difícil.
¿Cuántas actrices de la época te han llamado después de haber leído la novela?
De momento ninguna. No sé si a las de la época les interesará esto porque será como que ya se lo conocen. Hace poco una amiga me dijo que se la regalásemos a una actriz que conocemos, que tiene 72 años y que ha atravesado malos momentos. Y le dije que no porque lo mismo le da bajón o se lo toma raro porque al final hay un poco de herida. Pero me gustaría que lo leyeran muchas de ellas y puede que se vieran reflejadas en muchas actitudes muy de actriz.
Tu llevas casada 15 años, ¿tu marido no te mira raro después de leer tu novela?
No, no me mira raro, de hecho, él fue el primero que se la leyó cuando era un manuscrito y yo estaba como esperando el feedback. Si lo dices por el tema de que acabe muerto, no porque le demuestro mucho que le quiero, sabe que no. Nunca podría haber aguantado lo que aguanta el personaje de la asistenta, en mi manera de ser. La vida de repente te pone en un lugar que lo mismo no sabes separarte ni divorciarte y estás enfrascada en una relación tóxica de manera muy subliminal, que al principio no lo parece, pero es que no te espera ni para comer y está todo el día rascándose los huevos. Ahí no me veía nada reflejada, tuve que hacer una antítesis de lo que sería yo de aguante.
Pero con tu suegra te llevas mejor, ¿no?
Con mi suegra me llevo mejor, también me hace tapers, es un guiño a ella. Tengo una buena suegra.
¿Ya has hablado con Los Javis para hacer la adaptación?
No, no he hablado con Los Javis porque ellos han estado en Barcelona rodando La Mesías y hemos estado sin vernos meses. Son conscientes de la novela y Ambrossi me dijo que está deseando leerla, pero no nos hemos sentado todavía. Pero no escribo con intención de que se adapte, y tampoco quiero meterles en la cosa de que tienen que adaptarlo. Si les gusta muy bien, o si no les gusta, o igual les gusta y lo adaptan dentro de unos años. Yo encantada de que se adaptase porque creo que es una historia a la que todavía se le puede sacar mucha chicha.
En mayo creo que termináis de grabar la continuación de La Veneno, la adaptación de Vestidas de azul, ¿qué te vas a llevar de este proyecto?
Espero llevarme alegrías de que esté muy bien. Todo lo que he visto ya rodado, me parece que tiene una calidad excelente en cuanto a dirección, en cuanto a fotografía, en cuanto a alguna de las actuaciones que he podido ver. Me alegra que, además, también suponga una oportunidad para nuevas actrices. Esto lo digo sin el punto ego, no lo escribo en 2019 para que se adapte en 2023, pero sí ha servido para generar oportunidades a actrices que no eran visibles.
¿Qué ha supuesto para ti la biografía de La Veneno?
A toro pasado lo veo como una alegría y como una reafirmación. No lo quería ninguna editorial, lo tuve que editar yo como si fuera un fanzine, como si fuera algo de andar por casa, con todas las limitaciones que eso tiene y ahora es un libro de culto. A mí me ha ocurrido ir a una consulta del dermatólogo y el enfermero que estaba allí irse a su casa, que estaba cerca, para traer el libro y que se lo firmara. Algo tan pequeño y que no querían, que lo comprendo y no lo digo desde ningún juicio, puede que La Veneno no estuviera en ese punto. Me sentía rara y no entendía que no interesara la historia, pero a toro pasado cuando todo cambia y ves que hay gente a la que le interesa, piensas, no soy tan rara, somos unas cuantas raras.
Te has definido en alguna ocasión como la Indiana Jones de la transexualidad, ¿nos queda mucho por conocer?
En Vestidas de azul, el análisis de esa época en los años 80 respecto a la transexualidad no es algo tan conocido ni tan reivindicado. Siempre me meto en jardines que, en principio son poco comerciales, y de pronto, luego se vuelven comerciales porque hay una serie. Nos queda bastante por conocer. Tenemos la suerte de que hay una mayor visibilidad y nos hemos dado cuenta de que estos temas LGTB que antes eran tabú o se trataban con morbo, ahora se ven con otros ojos.
Cada vez están más presentes mujeres transexuales en el entretenimiento. Desde la música con mujeres como Villano Antillano o Kim Petras; a los realities como Daniela Requena o Keyla Suárez; pasando por el cine con Jedet, Abril Camino o Daniela Santiago, ¿qué valoración haces de esta presencia?
Positiva, porque es importante, al final, estar haciendo cosas, que no seas solo una persona trans. En mi caso, siempre he querido luchar contra eso. Los medios pueden devorar muy rápido y si solo eres esa etiqueta, que tú lo vas a ser siempre, y la que es una chica Almodóvar, será siempre una chica Almodóvar, pues esto igual, lo vas a llevar siempre. Pero que también te nutras de más cosas, una actriz, una humorista o una concursante de un reality, pero que estés haciendo cosas para que haya una justificación. Ya que el mundo nos ve, que sean conscientes de que podemos hacer cosas positivas.
A ti que te han erigido como un referente del colectivo, te habrá tocado hablar mucho de la ley trans en los últimos tiempos, ¿no?
Muchísimo. Esto va por temporadas. Son temas de temporada y lo entiendo. Siempre pienso que no quiero responsabilidades, pero es una etiqueta con gusto. Y lo del tema trans me ha llegado a resultar, incluso, un poco asfixiante en el último año y medio. No por nada, sino que cuando ya vas por la octava, novena o décima vez ya te parece el día de la marmota. Y al final, es que yo quiero hablar de Macron yo quiero hablar de otras cosas y sientes que es algo que te condiciona muchísimo. Hace cuatro años me preguntaban mucho mi opinión sobre que los actores que no son trans hicieran papeles trans. Pero está bien, creo que para eso también estamos, para generar opinión y poder asentar ideas.
Como no paras, tienes pendiente de estreno un documental sobre Nadiuska, ¿por qué ella?
Como mitómana que soy, cuando pienso en los años 70 en España pienso en Nadiuska porque era más que una actriz, fue un fenómeno social. No todos los personajes son aptos para tener un documental porque hace falta tener una historia que descubras o redescubras y Nadiuska la tiene. Fue la actriz más taquillera de los años 70, muy bien pagada, exótica, bella y luego tiene ese punto de que cae en desgracia y lo pierde todo. Tiene una tragedia inmensa. El subtítulo es ‘la historia más triste del cine español’. Llegó a vivir en la calle x años después y la gente que conoció a la actriz de manera más contemporánea, le va a gustar a saber de ella y la gente más joven, que no la conoce, es lo que necesita, en los documentales descubrimos personajes y a la gente le puede flipar mucho.
También te vemos con Sonsoles Ónega, ¿tu mejor momento del programa?
Cuando me meto en algún jardín y Sonsoles me mira y me dice ‘te estás metiendo en un jardín’. Por ejemplo, un día hablando de un medicamento de diabéticos y la gente lo utiliza como saciante y una vez conseguí uno y dije que lo había probado y Sonsoles me preguntó cómo lo había conseguido. Y le dije que, como hacemos mucho, que conocemos a alguien que trabaja en una farmacia y nos lo pasa y ella me dijo que eso no se podía decir. Le dije que ella me estaba preguntando y yo le estaba contestando la verdad. Ese día me reí mucho porque Sonsoles me dijo ‘en qué jardín te has metido’.
Ya para ir acabando y volviendo a la novela, si pudieras ponerle un tema central, ¿cuál sería?
No woman, No cry que no es un tema que me flipe, pero me gusta. No sé si en la versión de Bob Marley o en la de Jimmy Buffett. En realidad, cualquier canción que conllevase algo de superación, de empoderamiento y de sororidad entre mujeres.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...