Un lustro de ‘Teléfono’: el debut agridulce de Aitana que lo cambió todo

Madrid

“Solo cuando llueve me buscas, solo cuando hay frío te asustas…”. ¿Sabes perfectamente cómo continúa esta canción, verdad? Recuerdo la primera vez que escuché Teléfono. Era un 26 de julio y esperaba ansioso a que el reloj marcara la medianoche para meterme en la cuenta atrás de YouTube y descubrir qué es lo que había preparado Aitana para su puesta de largo. No era moco de pavo. Se trataba de su debut en solitario tras el rotundo éxito de Lo Malo junto a Ana Guerra y había ganas. Se esperaba un pelotazo. Muchos reclamaban lo mejor de la segunda clasificada de OT 2017 y aspirante a convertirse en la princesa del pop de este país.

Y, efectivamente, Teléfono fue un éxito incuestionable: uno de los mejores debuts de Spotify España y el videoclip más visto de la historia de YouTube, también España, en el primer día de su estreno. De hecho, la canción sigue teniendo cinco años después una de las mejores aperturas de toda la discografía de Aitana. Pero vayamos al quid de la cuestión, al titular que encabeza este texto. ¿Cómo un triunfo tan grande puede tener un sabor tan agridulce? Ahora que se cumple un lustro de este lanzamiento puede que mucha gente se ha olvidado de que, a pesar del éxito, la gran protagonista vivió una auténtica pesadilla en el que supuestamente iba a ser el día más feliz de su vida.

Para mí era una canción que me encantaba e iba con todas, pero casi todos los comentarios fueron malos y me llevé una paliza sin querer

—  Aitana

Recuerdo que la expectación era máxima, todos los ojos estaban puestos en Aitana muy fijamente. Entonces salió Teléfono, pasaron unos segundos y Twitter hizo lo que mejor sabe hacer: tratar el lanzamiento como un asunto de estado. Y, como tal, tuvo tantos partidarios como detractores. “Cuando saqué Teléfono recuerdo pasar un día muy malo. En cuanto a datos fue muy bien, fue una locura, pero yo me sentía supervacía”, me contaba Aitana en una entrevista que le hice varios años después con motivo de la publicación de 11 razones, su segundo álbum de estudio. “Sentía que había fallado a la gente que me seguía. Para mí era una canción que me encantaba e iba con todas, pero casi todos los comentarios fueron malos y me llevé una paliza sin querer”.

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El tiempo, por suerte, cura las heridas y también pone las cosas en su sitio. Hace poco, aprovechando el estreno de Los Ángeles, volví a charlar con Aitana y volvimos a recordar esa lección que aprendió de Teléfono, una canción que, pese a las críticas, la colocó directamente en una posición de privilegio dentro de la industria musical, permitiéndole desarrollar una carrera incontestable. “Teléfono fue mi primer tema en solitario y tenía mucha menos experiencia. No sabía cómo gestionar mi exposición, acababa de salir de Operación triunfo”, comentaba al respecto. “Pero desde entonces me he ido forjando como mujer y como artista. También voy cuidando mi mente. Es importante cuidar la salud mental, y más cuando estás tan expuesta y todo el mundo se cree con la potestad de decirte lo que tienes que hacer. Una cosa es opinar, pero es raro cuando te dicen lo que tienes que hacer. En ese momento estaba descubriéndome y todo el mundo tiene el derecho de ver qué pasa”.

Quizás te hayas olvidado de que, a pesar del éxito, la gran protagonista vivió una auténtica pesadilla en el que supuestamente iba a ser el día más feliz de su vida

Un lustro en el mundo de la música es casi como una década en el mundo real. Por eso, y consolidada como la popstar más importante de su generación, Aitana ve ahora las cosas de otra manera. Y, lo más importante, con relativa calma. Es lo más normal, una crece y aprende a relativizar los problemas y ver qué cosas son verdaderamente importantes. Y lo importante también es ser consciente de que la gente que la siguió incondicionalmente el día que salió Teléfono sigue al pie del cañón cinco años después. A fin de cuentas, esa misma esa gente sabía, intuía, que esa canción, más allá de las críticas feroces, lo iba a cambiar todo. Un principio agridulce para una carrera hacia lo más alto.