¿Cómo ha cambiado Taylor Swift las reglas de la industria musical?
La cantante se despide esta noche del Eras Tour (por este año) con la seguridad de ser responsable y ejemplo de los grandes cambios de la industria este 2023
Esta madrugada seremos testigos del último concierto de Taylor Swift este año. La de Tennessee dice adiós al The Eras Tour sobre el escenario del Allianz Parque de São Paulo después de 66 fechas (13 de ellas internacionales) en las que ha recorrido los estadios de Estados Unidos, México, Argentina y Brasil, colgando en todos ellos el cartel de entradas agotadas y batiendo todo tipo de records por el camino.
Desde que empezase este recorrido por todas sus etapas musicales el pasado 17 de marzo hemos sido testigos de todo tipo de hitos y sorpresas: ciudades honrando su presencia y su ayuda a la economía local cambiando sus nombres y haciéndola alcaldesa de honor, shows bajo la lluvia, el anuncio y lanzamiento de Speak Now (Taylor's Version) y 1989 (Taylor's Version), el estreno de dos videoclips en directo, la llegada del The Eras Tour a las salas de cine de todo el mundo o la confirmación de su relación con el jugador de fútbol americano Travis Kelce.
Todo ello sin tener en cuenta la envergadura titánica del propio show: 3 horas y media de concierto con un repertorio de 44 canciones (dos de ellas sorpresa cada noche durante su set acústico) y una decena de cambios de vestuario. Invitados e invitadas de lujo, grandes grupos y artistas abriendo sus conciertos como teloneros y una infraestructura que ha obligado a tener a tres equipos de montaje en funcionamiento (para cada una de sus paradas se necesitan hasta seis días de preparación en los estadios) son solo un ejemplo más de la importancia de Taylor Swift a nivel internacional y dentro de la industria, donde un año más ha sido responsable de grandes cambios y ha servido de ejemplo para otros artistas.
Cambios que, por otro lado, han llegado como respuesta a grandes polémicas. Empezando por la venta de entradas para sus fechas norteamericanas. Durante el mes de noviembre del año pasado, cuando Taylor Swift apenas tenía confirmadas una veintena de fechas para su primera etapa en Estados Unidos, cientos de miles de fans vivieron en sus carnes la odisea de intentar conseguir una entrada para su show: Ticketmaster, perteneciente a la matriz Live Nation, no contaba con la infraestructura necesaria para hacer frente a la alta demanda de personas que intentaron acceder a la venta pese a haber asegurado lo contrario a la cantante. Más de 2,4 millones de personas conseguirían finalmente hacerse con su entrada en las primeras 24 horas, no sin antes pasar por grandes colas virtuales (que habían venido precedidas por un registro previo de verificación de fans) colapsadas por la presencia de bots, más de 14 millones de personas conectadas al mismo tiempo y unos precios inflados, precisamente, por la alta demanda. Ni siquiera la duplicación de sus fechas en Estados Unidos fue suficiente para hacer frente a este problema.
¿El resultado? La venta para las entradas restantes quedaba suspendida, dejando miles de fans cabreados por cómo se habían hecho las cosas con una disculpa insuficiente de parte de la empresa que mantiene un monopolio en Estados Unidos para este tipo de eventos. Taylor Swift, por otro lado, visiblemente enfadada con el desarrollo de los acontecimientos y una veintena de fans dispuestos a llevar a Ticketmaster hasta los tribunales, cambiar las dinámicas del negocio de la venta de entradas y recibir una compensación económica de 2500 dólares por persona.
La presión de los fans, el proceso judicial en marcha y los comentarios del propio presidente Biden consiguieron que Ticketmaster se comprometiese a ser más transparente con sus precios de los eventos: las comisiones de venta adicionales quedarían al descubierto desde el inicio de la compra y se reducirían visiblemente, además de la puesta en marcha del programa "Fan to fan" para evitar la reventa de entradas fuera de la plataforma y garantizar el acceso al concierto de personas realmente interesadas. En los meses siguientes, no solo los fans internacionales de la cantante se beneficiaron de estos cambios (que impedían también los precios inflados por la demanda), sino que artistas como Olivia Rodrigo, que anunció más tarde su GUTS World Tour, siguieron la misma estrategia de Taylor a la hora de poner a la venta sus entradas.
Por otro lado, el estreno del The Eras Tour Concert Film en las carteleras internacionales durante el pasado mes de octubre ha abierto camino a la hora de ofrecer la experiencia del concierto a todos los bolsillos. Muchos han sido los fans que por unos motivos u otros se han quedado sin poder asistir a los conciertos del año que viene (a Taylor le quedan todavía por delante 85 fechas en Europa, Asia y Norteamérica), pero la posibilidad de disfrutar de ellos en la pantalla grande como un evento colectivo invita a disfrutar de estos espectáculos con la misma intensidad pero de otra manera.
Los documentales musicales en torno a la creación de álbumes llevan años de moda, pero la experiencia del concierto en la gran pantalla es algo que tenemos que agradecer a Taylor Swift. Ella, desde luego, sigue llenándose los bolsillos, pero no cabe duda de que es capaz de cambiar la experiencia de cómo entendemos este tipo de eventos y sirve de ejemplo a seguir para otros artistas internacionales. Beyoncé ha seguido un camino similar con The Renaissance Tour y todo el trabajo que hay detrás de su espectáculo, ahora solo falta que más personas sigan su estela.
Mario Caridad
Redactor en LOS40. Ana Mena y Taylor Swift son...