Especial
Andrés Suárez: “Hay que hablar de la sexualidad con normalidad, no entiendo bien el tabú y el tapujo”
Y él lo hace en su nuevo disco, el que lleva su nombre
Andrés Suárez tenía que haber sacado su último disco hace unos meses, pero la cuarentena cambió por completo sus planes. Ahora ya sí que puede respirar tranquilo porque el disco que lleva su nombre ya está en la calle. Y es muy especial para él no solo porque llega con nueva compañía y manager sino porque nos muestra un lado más personal, si cabe en él, que ya de por sí es muy de entregarse en cuerpo y alma.
Es uno de esos gallegos intensos que se siente agradecido por los momentos tan bonitos que le ha regalado la vida. Y algunos de ellos los cuenta en este nuevo ejercicio de sinceridad en el que tiene cabida el amor y el sexo. También hay lado amargo, como la muerte por sobredosis de un amigo de la infancia. Pero ha encontrado el valor para enfrentarse a sus propias historias para después compartirlas.
Durante la cuarentena, que ha vivido en la soledad de su casa de Torrelodones, pero ha estado muy conectado vía redes sociales en las que ya nos fue adelantando parte de este disco sobre el que hemos charlado largo y tendido.
¿Cómo andas?
Yo estoy más nervioso que un niño en Navidad porque está el disco ahí afuera en la calle, pero no se pueden hacer firmas, es todo un misterio, pero todo va a ir bien. Vale ya de quejarnos, esto está siendo horrible. Todo son quejas, venga que estamos saliendo poco a poco, estoy contento.
Hombre, el mundo está para quejarse: coronavirus, Black Lives Matter, Pride Gay…
Es el año para aprender, pero ya que vaya frenando, ya está bien. Se me fue un amigo al que quiero, Luis Eduardo Aute, luego Pau… basta ya. Cuando la pesadilla empieza, nos dijeron que este año no íbamos a tocar. Y ahora resulta que desde julio podemos empezar a tocar. Las compañías ya oyes… no, joder, es que hay poco aforo… carallo vamos a sumar, vamos a hacerlo, vamos a salir de casa. Yo estuve en el confinamiento tres meses solo, estoy abrazado a la nevera y al radiador, todo el día hablando y ya no puedo más, sácame de aquí.
Sí, pero a ti te suspendieron el concierto en Libertad 8 el pasado 25 de junio.
Mira si soy gallego que lo veo y lo doblo. Es una doble cancelación. Primero tendría que estar tocando en el Jardín Botánico con todas las entradas vendidas. Y mi equipo, que son 13 familias, que algunos de ellos son abuelos, tenían que estar conmigo. Mis técnicos tenían que estar conmigo, la gente que me quitó el sueño pensando cuándo les voy a dar de trabajar otra vez. Se cancela y me llama mi amigo Julián, de Libertad, que fue el primero en creer en mí, cuando llego a Madrid. Después de tocar en el metro, sin saber lo que era el metro, que hacía transbordo y salía y volvía a entrar, que no podía ser más pampim. Y me llama Julián, de pequeño garito, y cuando digo garito digo palabra de amor, un local pequeño de esos a los que gracias a ellos luego tocamos en lugares grandes. Me llama porque no sabía si iba a cerrar porque llevaba mucho tiempo cerrado. Ahora me toca a mí, me toca acordarme de la gente que me apoyó al principio. Ahora tienes muchos primos que te quieren mucho, pero al principio no era así.
De todas formas, tú que eres un hombre muy de contacto humano, ¿cómo vas a llevar estos nuevos conciertos sin besos y abrazos?
Eso va a ser la leche. Si me dicen que tengo que ponerme a 5 metros, me pongo a 6. Y si me dicen que tengo que tocar con guantes y mascarilla ya me inventaré algo, pero lo hago. Lo primero es no poner en riesgo a nadie. Si los conciertos son así, gente lejos, sentados en sillas solos, es lo que hay, lo que nos ha tocado. Sí que soy un poquito intenso, ya no creo que cambie con 37 años, pero trato de adaptarme.
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Tú has pasado el encierro con un disco esperando a salir al mundo, ¿cómo se lleva eso?
Soy un tío un poco nervioso y hubo momentos buenos y momentos malos. Mi vida está llena de cambios voluntarios y si son voluntarios son buenos. Yo estaba en Sony y me fui a Warner y de repente empecé a trabajar con RLM, Rosa Lagarrigue, ese fue mi acierto. Y empiezo a delegar absolutamente en mi equipo, ya no puedo hacer más, he hecho el mejor disco posible, lo he escrito lo mejor posible, ahora os toca a vosotros. Y por eso estoy tan feliz, porque tengo un equipazo que ha tenido que improvisar.
Te he visto yendo a la tienda a comprar un disco tuyo a la tienda… lo de la timidez ya lo has dejado aparcado…
Qué mal lo pasé Cristina, qué sudores… lo grabó una de mis mejores amigas. Estuve unas horas en Santiago de Compostela, no pude subir a Pantín pero estuve en Santiago haciendo un trabajo y era como ‘quiero abrazar, quiero ver a los míos, quiero tomarme un café’… Te juro que ese vídeo es improvisado, por eso es natural. Yo me voy a tomar café con una amiga de la facultad y, de repente, pasamos por un centro comercial y veo mi cara gigante y digo ‘joder, qué vergüenza’. Después me moría de la risa. Y ahí digo, ‘espera, que la próxima vez que vaya a Pantín en julio y mi madre no tiene el disco’. Es fan de fanática. Entré y lo compré. Y ahí está la conversación con la dependienta, que es encantadora. Al final es apoyar también el comercio, a la gente que está vendiendo tu disco. Y tratar de que la gente se lo pase bien porque ha tenido mucha desgracia.
Vas a la tienda y ves tu cara por todas partes, ¿cómo se siente eso?
Resuena mucho, pero siento orgullo por haberme atrevido. Gracias Tato Latorre y Toni Brunet por empujarme, casi obligarme a decir, ‘tío, ahora vas a salir a jugar. Se acabó, en la gira pasada tu cartel era una foto de un paisaje…no tío, eres tú y tu voz alta de volumen, es tu historia, conviértete en protagonista, atrévete y luego el público decidirá’. A lo mejor me equivoqué, pero salí a jugar, eso es lo que me enorgullece. ¿Qué da pudor? Joder, muchísimo. Grabar el vídeo de Despiértame con una amiga y el talento puro de Clara Alvarado que me ayudó tanto a hacer de actor, ¡hacer de actor!, alucina, que mi madre flipaba, decía, ‘este ha perdido la cabeza’. De repente mirar a cámara, sonreír… pues lo hice, seguramente mal, pero me atreví a salir de la zona de confort.
Por cierto, que en esta cuarentena a muchos les ha dado por raparse el pelo, tú eso ni te lo planteas, ¿no?
Eso no me lo perdonaría ya ni mi madre. Cuando empecé en el instituto a tocar a los 14 o 15 años cuando monté mi primer grupo, Los invitados nos llamábamos, y yo tenía el pelo larguísimo y, ¿sabes por qué?, para taparme la cara en el escenario porque me moría de la vergüenza. Ahora no sé muy bien el motivo de la melena.
El disco lleva tu nombre, dicen que, porque es el más personal, pero cuál de los tuyos no lo es…
Imagínate más aún, fíjate qué intensidad. Todavía puedo hablar de un amigo que muere con sobredosis a los 15 años, jamás pensé que lo fuera a publicar, jamás. Y me atreví y es llegar al punto donde uno en el escenario llora cantándola o escuchándola el otro día en el coche. O Un sólo día sobre una persona que no creo que se pueda creer que esté ahí. Llegar a otro límite siempre desde el cariño y el respeto, pero he contado cosas de mi vida que jamás pensé que iba a contar. Y están cantadas de una manera distinta, con un apretujón de emoción. Yo acabé el tema 10 y dije, ‘me he quedado a gusto’. Me entró una llorera…
Como decías, en esas canciones rescatas, en Todavía puedo oírte, a tu amigo de la infancia que murió de sobredosis, ¿le hubiera gustado?
Ojalá le guste a la familia. No tuve la oportunidad de despedirme, estuve 10 años llorando ese momento y en una gira, en Ecuador, me hablaron del libro y de la serie, magistral, de Fariña y, de repente, ahí me vino a la cabeza y me fui al hotel y escribí la canción del tirón. Tal vez uno hace las canciones y se despide. La escribí y me despedí como no lo había hecho antes. Ojalá le guste esté donde esté.
Un sólo día o cuando te das cuenta de que un viejo amor se ha olvidado de ti, ¿ego herido?
Eso sucedió en aquellos años de Libertad 8 y fue exactamente así, una historia extremadamente profunda tan intensa como yo. Habla de que ‘te quiero’ no hay que decirlo si no se siente, no hay que jugar con eso. Muestra las cartas y, a lo mejor es un amor en horizontal y es válido también, es maravilloso. Nosotros nos lo dijimos y ella se fue lejos y años después estaba en el mismo lugar donde la había dejado. Esa sensación, el volver a hablar y decirle que ‘la curva de tu olvido son rectas por las todas caminan’ y me di cuenta de que por esa frase no recordaba ni mi nombre. La letra es una conversación que tuvimos, luego ella lloró, pero ya era tarde.
Tus viejos amores dan para mucho. Rescatas otro en El cantante. La historia de un amor del pasado con el que te encuentras al cabo del tiempo en redes sociales a punto de ser madre, ¿te pusiste en contacto con ella o solo le hiciste esta canción?
Ya no hago canciones pensando en ella, sea quien sea ella, las hago para mí. Si me emocionan y me hacen llorar o reír, conseguiré que la gente se emocione también. Ya no pienso si la va a escuchar, me apena incluso. Hace años hacía canciones como Vuelve que compuse hace 15 años, ‘por favor, que la escuche, que vuelva’ y no volvía. Hago canciones porque me emociono y me remueven. Esta viene por Instagram, que vi una foto… Instagram tiene la culpa de todo, del coronavirus y de todo, es nuestro enemigo…la vi a ella, un amor que será para siempre. La vi y estaba embarazada y con ese shock me agarré a un papel y el papel se hace canción y escribí de golpe El cantante donde le escribo a su hijo, precioso como ella, no le hables nunca del cantante.
¿Tus amores han sido todos grandes amores?
Como buen gallego te contesto con otra pregunta. ¿Crees que con esta intensidad que yo tengo creo en el amor pasajero? Yo creo que el amor, cuando sucede, se queda para siempre.
El único nombre propio que das es el de Nina, ¿le ha hecho gracia?
No sé nada de Nina. Nina es el más hermoso de los pasados. Es un homenaje y un lujo cantar una historia bastante sexual y jocosa que ocurrió en el baño de un 2 por 2, en un tercer piso sin ascensor, en una fiesta, en Madrid, donde nos conocimos y aquel baño nos quedó grande. Cuando lo canto la gente se ruboriza y la verdad que no sé por qué. Hay que hablar de la sexualidad con normalidad, no entiendo bien el tabú y el tapujo. Me parece un tema fantástico. Es precioso que sucedan esos amores tan intensos, de unas horas, y te despidas y nunca más vuelvas a saber de esa persona. Tal vez ese era el sino, el haberte marcado tanto durante tan poco tiempo.
Despiértame, habla de una relación tóxica, ¿cómo se sale de eso?
Profundamente tóxica. El verano pasado conocí la toxicidad y ha sido lo más horrible que me ha pasado en mi vida. Yo no sabía, me vas a llamar iluso, yo no sabía lo que era la toxicidad. Mucha gente me decía, ‘cuidado con la gente tóxica’… ‘¿qué carallo es eso?’… No lo sabía, me sirvieron tres meses para aprender lo que no es amor. Son gente anclada en el pasado, son gente que opina que la vida le engañó y le hirió y por tanto te va a herir a ti. Gente que no soporta la felicidad ajena porque no es feliz. Yo le escribí a mis mejores amigos que son los que salen en el videoclip diciéndoles ‘por favor, despiértame de esta pesadilla’. Cuando publiqué la canción que habla de alguien tóxico y de por qué te quedas ahí con lo bonita que es la vida, me escribían cientos de personas diciendo ‘sé de qué me hablas, esto lo he vivido yo’. Joder, qué pena que tanta gente haya conocido la toxicidad. Me quité esa losa de encima y ahora veo las nubes de colores y veo a Walt Disney bailar para mí y a Mary Poppins en mi casa. La vida es maravillosa.
Tras el éxito de Más allá de mis canciones, ¿te planteas ahora una biografía o no?
Eso fue una auténtica locura y estoy muy agradecido. Estoy escribiendo algo parecido a un libro y se lo tengo que enviar a mi editor para que él me diga si vale la pena o no. Es más bien novela, un pequeño relato, porque no habla de mí, cosa que dirás, ‘¿de verdad eres capaz de no hablar de ti, cantautor?’.
Ya te habrás creado algún alter ego…
Puede ser…
La última vez que hablamos me confesaste que estabas en un momento muy diurno, ahí está A las 6 de la mañana, ¿sigues en ese punto?
Estoy a favor de la libertad, hagan ustedes con su vida lo que les dé la gana. Sean heterosexuales u homosexuales. De izquierdas, de derechas. Sean alcohólicos o no. Estamos todo el día juzgando a los demás. Dejé la noche atrás porque la viví intensamente y porque creo que después de llegar con 19 años a Madrid y tengo 37, todas las noches borracho en la barra del Libertad, viví intensamente la noche madrileña. Estuve con poetas malditos, reescribiendo versos en tapas de piano de bares, conocí de todo a una edad temprana y ahora me sienta muy bien escribir de día. Esto no va de esto de ‘de noche es malo y de día es bueno’ o viceversa.
Este disco trae 10 temas que defiendes tú solo. Pero en el último año te hemos visto colaborar con mucha gente: Roi, Dani Fernández, Rayden, Los secretos, Marwan… ¿no te planteaste incluir alguna?
Sí me la planteé. La música es unión, no competición, pero no surgió. Forzar la máquina es muy malo. Lo haré en directo, no lo sé. Surgió así, lo oímos y el disco está cerrado.
Al margen del disco, has probado con el doblaje. Has puesto voz a dos personajes de una peli de animación llamada Valentina, ¿cómo ha sido la experiencia?
Ha sido una experiencia preciosa. Una vez más salir de mi zona de confort y fue muy bonita. Valentina es una niña con Síndrome de Dawn y la canción que derriba muros, tiende puentes. A veces somos nosotros mismos los que nos dividimos y separamos a los que nos necesitan. Creo que te va a hacer llorar, una hora y media preciosa y hago de unos familiares, doblando, de Valentina, y tenemos esa conversación de amor que a mí me emocionó. Hablábamos de eso, un poquito más de amor y buen rollo y creo que esa es la lectura que nos puede salvar a todos.
¿Y ahora qué?
Ahora nos queda volver a Pantín, nos queda agradecer al Dios que quieras el que seamos superviviente del covid, nos queda tener ese sentido común, intentar tener una hora para llamar a tus padres, dejar de tener ansiedad de correr todo el día en este sistema capitalista en el que estamos todos metidos, que está muy bien el trabajo y algunos no lo tienen, pero hay que tener una hora para llamar a tus padres, sacarla de donde sea. Aprender a respirar y decir un te quiero a tu gente.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...