España ya ha ganado Eurovisión: el poder del ‘chanelazo’ más allá de los resultados
“No hay mejor sensación que la de saber que podemos soñar a lo grande”
Parece que fue ayer cuando estábamos en la sala de prensa del Benidorm Fest esperando a Chanel. Había ganado, pero allí ni celebración ni festejos. En alguna que otra entrevista dice que no fue del todo consciente de lo que se vivió desde el segundo cero que su nombre salió por la boca de los presentadores, pero el ambiente estaba raruno. Demasiado raruno. Recuerdo a un hombre que pidió la palabra y se deshizo en elogios hacia ella tras la agridulce victoria que se retransmitió en directo. Rompió a llorar, claro. Es lo que pasa cuando la euforia empieza a desaparecer y te das cuenta de que se avecina una tormenta.
A Chanel le cayó un buen chaparrón, uno de esos que te dejan exhausto y te hacen replantearte las cosas. De pronto, una chica que llevaba toda la vida currando se vio arrastrada al paredón y se la linchó públicamente porque, señora y señore, así son las cosas a veces en la red social del pájaro azul. La historia del hater de siempre. La historia del eurofan tóxico de siempre. O del que quiere casito porque sí. Nia me recordó el otro día un comentario que se movió por Twitter esos días rarunos. Era de un compañero de la industria que decía que había ganado la purpurina frente al talento.
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Bien, hablemos de la purpurina de Chanel. Hablemos de cómo pisa el escenario, con arrojo y bien de carisma. Y qué callo tiene. Hablemos de cómo ejecuta, con seguridad y sin pestañear, comiéndose la cámara con q de "qué reinona", que diría Rosalía. Muy pocas artistas son capaces de bailar y cantar así. Muy pocas. Y con pocas me refiero a Beyoncé, J Lo y ya. De eso se ha dado cuenta el eurofan, mi vecina la del segundo y el innombrable de turno que antes tenía el papo de decir que Chanel solo movía el culo.
Hablemos de cómo ejecuta, con seguridad y sin pestañear, comiéndose la cámara con q de "qué reinona", que diría Rosalía
Tenemos la extraña (y fea) manía de menospreciar lo nuestro y ensalzar lo de fuera. Y a veces tenemos que ver a los demás valorar nuestro trabajo para reconocer el propio. No quiero generalizar, pero con Chanel pasó algo parecido. Mientras algunos intentaban ahogarla en la polémica, otros, desde Londres, Amsterdam y otras tantas ciudades europeas, la llamaban diosa y hablaban de ‘winner alert’. Ella, por suerte, es una jabata que hacía de tripas corazón mientras ponía el foco en el trabajo. Trabajo, trabajo y más trabajo. Ensayo tras ensayo. Sin perder la ilusión, sin perder el control pese a todo.
Y así, poco a poco, mango a mango, Chanel ha ido conquistando a las masas, consiguiendo un cambio de tendencia y de parecer. Ha gestado el chanelazo, que no es un golpe de suerte, sino de esperanza, que bien sabe Dios que nos hacía falta. Nos ha devuelto la ilusión. Creo que no tenía tanta ilusión desde que Rosa López fue con Europe’s Living a Celebration. 2002, señores. Y aunque me da en el hocico que a estas alturas de la película todavía los hay que están frotándose las manos en sus casas esperando a que el sábado España, con Chanel a la cabeza, se dé la leche, da igual. ¿A quién le importa? A mí no, y espero que a ti, lector, tampoco. Más allá de los resultados, España ya ha ganado Eurovisión. Nos sentimos ganadores y no hay mejor sensación que la de saber que podemos soñar a lo grande.
Adriano Moreno
Periodista de LOS40 y escritor. Me gustaría vivir en la película ‘Chicas malas’ y Russell Tovey lleva...