Cuando Los Piratas encontraron su camino: treinta años de ‘Poligamia’, su segundo disco
Contenía su primer éxito: ‘Promesas que no valen nada’

Iván Ferreiro, excantante de Los Piratas, en 2023. / Europa Press News
Quienes asistimos en 1993 al lanzamiento de Los Piratas, banda hoy considerada imprescindible en el rock español de los noventa y primeros 2000, lo que percibimos fue una especie de antecedente de El Canto del Loco. Nada en su primer disco, de rock bastante convencional y letras postadolescentes, hacía presagiar que estábamos ante una banda que años después protagonizaría un hábil viraje hacia la música alternativa, terreno en que su líder, Iván Ferreiro, sigue moviéndose actualmente con merecido reconocimiento. Para entender el cambio, resulta obligado detenerse a analizar el segundo álbum del grupo vigués, Poligamia,de cuya publicación, el 28 de abril de 1995, se cumplen ahora treinta años.
Más allá de servir para ponerlos en el mapa, el disco de debut, Quiero hacerte gritar, no voló demasiadas cabezas. Mostraba a una banda como muchas otras, que emulsionaba rock con algo de blues. Los medios, en su mayoría, los identificaron como una suerte de continuación de Los Ronaldos, o incluso de Hombres G o Tequila, si bien a diferencia de estos, Los Piratas con contaban con un cantante de los que desatan las hormonas de las fans. Aparte de la canción que le daba título, ninguna cuajó del todo o, mejor dicho, mostraba el talento, aún oculto, que tenían los miembros del quinteto.
Lejos de desanimarse, en su compañía (Warner Music) se esmeraron para que el segundo disco, Poligamia,tuviera más que aportar musicalmente y reflejara mejor las inquietudes de los chicos. Encargaron la producción a Juan Luis Giménez, de Presuntos Implicados, con quienes compartían discográfica. Y, por lo que se ve, Giménez entendió muy bien el lenguaje musical de la banda y, respetando su bagaje de rock, le dio un aire más moderno, en ocasiones más duro —con las guitarras más sucias, algo que estaba muy de moda gracias a Nirvana— y, en otras, aderezado de elementos electrónicos. Así, el álbum se abría con una secuencia de efectos de sonido que incluía la voz de María Teresa Campos, algún toque de ópera y frases de películas, lo cual daba paso al tema de apertura, Reality show, en cualquier caso muy bluesero.

Todo apunta a que Ferreiro y sus entonces compañeros se devanaron los sesos para conseguir una canción que despertase genuina admiración. Y lo consiguieron: Promesas que no valen nada, de guitarras grunge, una hermosa melodía y una letra más elaborada, se convirtió en un hit instantáneo, y acabaría convirtiéndose en uno de los clásicos de la banda junto a Años 80, de 2001.
En la discográfica levantaron el teléfono para que un par de nombres ilustres colaborasen en el disco. Como resultado, Mikel Erentxun y Diego Vasallo, de Duncan Dhu, dejaron su granito de arena en el tema Tu perro guardián. Como guinda, Los Piratas grabaron para este disco una versión de Dime que me quieres, de Tequila, que ellos endurecieron y aceleraron de modo acorde con su propio sonido. Había en el álbum ingredientes muy diferentes que sabiamente fueron combinados para confirmar que Los Piratas tenían un estilo propio.
Sin llegar a ser un éxito, Poligamia atrajo la atención de los medios (ahora sorprendidos por la rápida evolución del grupo) y de muchos aficionados al rock que enseguida se hicieron fans. La progresión de la banda no quedó ahí, y para el tercer disco, Manual para los fieles, también producido por Juan Luis Giménez, incluso probaron con matices de folk gallego, y en 1998 publicaron el recopilatorio Fin de la primera parte, que reunía sus temas más conocidos y dos nuevos (y del que se vendieron 50.000 copias). Tras una pausa de tres años, en 2001 llegó Ultrasónica, en cuyo repertorio estaba Años 80, y que terminó de situar a Los Piratas en lo más alto del rock nacional.