Unos Green Day en llamas nos llevan de vuelta a 'Dookie' y 'American Idiot' en una noche que huye de la nostalgia
El grupo estadounidense encabezó el cartel del 'Road to Rio Babel' en Madrid
Parece que fue ayer cuando medio Estados Unidos se escandalizaba por un disco cuyo título apelaba a la diarrea —la primera idea era 'diarrea líquida', aunque se acabó descartando—, acusó al grupo que lo compuso de 'vendido' por su éxito y tuvo que retirar a Epi, de Epi y Blas, de su contraportada por haber hecho que una abuela comprara el álbum a sus nietos por pensar que era infantil. Dookie ha cumplido 30 años, y Green Day ha hecho honor a su leyenda celebrándolo a lo grande en Madrid. Empalmando también de paso con la veintena de American Idiot, claro.
Cuando el grupo punkie por excelencia de los States anunció gira mundial causó sensación, aunque más todavía cuando especificó que se interpretarían ambos discos en su totalidad. Saviors fue la excusa —un trabajo correcto y bien recibido por su público, pero del que apenas han incluido tres canciones en este setlist— para salir de gira, pero el propósito real era celebrar una carrera que ya se ha convertido en religión. Quizá por ello siguen con sus particulares rituales: el Bohemian Rhapsody de Queen marcó la cuenta atrás para que sus integrantes salieran al escenario, tal y como vienen haciendo desde hace varios tours.
Road to Rio Babel era la cita perfecta para que miles de fans se congregasen en el parking de la Caja Mágica de Madrid —donde ya tocaron en la capital en su última vez con un festival— para verles en una fecha única en Madrid, que se asumió como éxito al ver una marea de gente que ya había podido disfrutar de otros grupos como The Hives o The Interrupters horas antes. Tras cantar una de las canciones insignia de Queen al unísono, se revelaron como auténticos fans al aplaudir al Drunk Bunny —un conejo que sale a bailar torpemente sobre el escenario— con el Blitzkrieg Bop de The Ramones de fondo. Empezaba la noche.
Una marcha imperial hacia los 90s
No era ningún secreto que este tour iba de homenajear a lo grande los dos discos más aplaudidos de su trayectoria, por eso en las pantallas empezaron a verse imágenes de sus inicios, de su etapa con American Idiot —con aquella corbata roja sobre camisa negra como protagonista— y más bolos en directo. Llamó la atención encontrarse al conejo de la gira Awesome as Fuck, aunque lo más característico fue quitarle el tono de solemnidad con la marcha imperial del mismísimo Darth Vader y Star Wars de fondo. Después, y casi a modo de spoiler, We Will Rock You de Queen. Billie Joe Armstrong gritó "¡Viva España!" y empezó a sonar el primer single de su último disco.
The American Dream Is Killing Me es la contemporaneidad más absoluta para la banda, pero quizá lo más nostálgico. ¿Acaso no era ese, en parte, el mensaje de American Idiot? Sea como sea, no es culpa de Billy Joe, Mike Dirnt y Tré Cool, que ya dominaban el escenario al terminar su primera canción. Para los últimos despistados de la pista, explicaron de nuevo que iban a cantar Dookie entero. Los gritos, en cambio, demostraron que la alegría sí era generalizada.
De Burnout a All By Myself, el grupo se mostró incombustible pero cercano, moviéndose cómodamente por el escenario y conectando con el público a la más mínima oportunidad. Solo rompieron su actitud de rockstar en un momento muy concreto: cuando el avión que sacan en Coming Clean empezó a chocarse contra el público —sin daños más allá de la comedia—, algo que no pudo evitar arrancar varias carcajadas a Billie.
Por lo demás, Dookie demostró seguir tan vigente como siempre. Puede que en su día fuera todo un altavoz para tres chavales que le cantaban a un futuro incierto, desamores y demás tramas sin filtro típicas de veinteañeros; pero ahora eran himnos que representan a varias generaciones que se han abierto paso en sus tres décadas de existencia. Como colofón, un Tré Cool protagonista que eclipsaba el escenario con la pista oculta del disco, ahora convertida en broche: él, con una capa reclamando su momento y cantando ante el público que nunca se saltaba el tema tras llegar a F.O.D.. Los verdaderos fans de las escenas post-créditos de la época.
Un evento canónico, otro viaje al pasado y Black Sabbath
Bastantes risas, "te amo España", gritos y "eo, eo" que recordaban a Freddy Mercury después, Dookie acabó. Lo hizo sin demasiada epicidad, y lógico: todavía quedaba revisitar otro de sus mejores discos. Después de incendiar el escenario —y esto es literal, pues las llamas salían disparadas de la parte trasera y también de los altavoces de detrás de la banda—, la banda volvió para darlo todo en una transición bien estudiada, aunque con sorpresas.
Know Your Enemy funcionó como el espejismo perfecto para celebrar 21st Century Breakdown, otro de sus discos mejor recibidos por su vuelta a la ópera rock que inauguraron con American Idiot, aunque todo se quedó ahí. Se lanzó en 2009, así que aún habrá que esperar unos años para que se celebre en directo. En esta ocasión, fue el pretexto para invitar a una fan sobre el escenario que, a grito pelado, deleitó a los asistentes con un desafinado "Gimme, gimme revolution" que a nadie le chirrió, tal vez porque estaba cumpliendo el sueño de más de la mitad del aforo total. Finalmente, Billie la animó a tirarse en plancha sobre el público. Hasta donde se supo, nadie resultó herido.
Para todo aquel que se traía estudiado el setlist de su anterior parada en el festival O son do camiño hubo una sorpresa: añadieron una canción más de Saviors, Look Ma! No Brains, siendo ésta la primera vez que la tocaban en directo. Tras ella, siguieron en el presente con Dilemma; aunque rápidamente volvieron a lo vintage remontándose a su cuarto álbum con Brain Stew, de Insomniac. Como curiosidad, la introdujeron con el Iron Man de Black Sabbath.
El evangelio del Jesús de los suburbios
El último tramo de la noche iba a ser la más de una decena de canciones que se cantarían a continuación, que celebraban su otro aniversario pendiente. En 2010, Billie Joe respondió a la revista TIME su pregunta acerca de si los artistas tienen la responsabilidad de cantar sobre temas políticos: "Los únicos que deberían cantar sobre asuntos sociales o políticos son los que no estén llenos de mierda. No puede ser simplemente una retórica vacía y un puñado de acusaciones. Si vas a escribir una canción política, debe venir del mismo lugar del que escribes una canción de amor. Tengo una canción así, "Don't wanna be an American idiot..." y hablo de mí y de lo que está pasando en mi país al mismo tiempo".
Precisamente, esa mezcla que cita no solo dio lugar a una canción, sino a una ópera rock que desgranaba la vida de un mesías baby boomer perdido en los Estados Unidos belicistas. Su trama se ha llegado a llevar a Broadway, sobre todo por lo dramático de su historia, aunque en el festival solo se destacó su espíritu rockero levanta-estadios, que era justo lo que venía a encontrar la gente. Pero la emoción con la que se coreaba cada letra dejaba claro que el truco de Billie para escribir sobre política siempre le ha funcionado a la perfección.
Volvieron a respetar a rajatabla el orden de su disco, algo que sacrificaba dejar himnos firmados por el grupo para el final. Pero seguían teniendo sentido, pues American Idiot no deja de ser una epopeya a la que sus fans siguen regresando dándole su propio significado. Eso sí, volvió a poner el espectáculo en sus partes más célebres: el solista se crucificó a sí mismo al final de St. Jimmy, aludió al "representante de España" para darle el turno de palabra en el puente de Holiday y se "voló los sesos" al principio de Homecoming. Todo como parte de una coreografía perfectamente sincronizada con sus asistentes más fieles.
Entre otros momentos mágicos, convirtió esa "lluvia que viene de las estrellas" de Wake Me Up When September Ends en realidad llenando de chispas el escenario, además de sacar un gran puño hinchable sobre el escenario representando la portada del disco. Sin embargo, solo hubo canciones, saltos y alegría; nada de nostalgia. Excepto en el momento de los agradecimientos, donde sí quiso recalcar que sienten España como un hogar después de estar viniendo desde el 91 —barriendo para casa, tuvieron su propio LOS40 Básico en el 93—.
Good Riddance, broche inquebrantable de cada fecha de sus giras desde hace dos décadas, celebró la vida con un confeti que cayó sobre un público que ha estado desde Dookie, que ha nacido poco antes de American Idiot y otros que solo han vivido Saviors. Aun así, cuando las luces se encendieron, la mayoría de ellos seguía con una energía que solo podía venir de haber visto en directo algunos de sus discos favoritos, que muchos llevaban orgullosos en sus camisetas. Un sueño hecho realidad que ahora Green Day seguirá cumpliendo por toda Europa.
Javier Rodrigo Saavedra
Cine y música. Música y cine. Y más, claro. Me...