Crítica 'Midnights': Taylor Swift regresa al pop por la puerta grande
La cantante nos ofrece un álbum conceptual en el que se desnuda en cuerpo y alma para regalarnos música de la mejor calidad
En 2019, cuando Taylor Swift lanzó al mercado Lover, la cantante cerraba el disco con toda una declaración de intenciones enmarcada dentro de Daylight, su último tema: "I wanna be defined by the things that I love. Not the things I hate. Not the things that I'm afraid of, not the things that haunt me in the middle of the night"; o lo que es lo mismo: "Quiero definirme por las cosas que amo, no las cosas que odio. No por las cosas que me dan miedo, ni por las que me atormentan en medio de la noche". Tres años después, sin embargo, la de Tennessee revolucionaba las redes sociales con el anuncio de la llegada de Midnights tras recibir el premio a Mejor vídeo del año en los MTV Video Music Awards; un álbum que, a lo largo de trece canciones, repasa trece noches sin dormir en la vida de la artista.
El odio hacia sí misma, la fantasía de la venganza, el cuestionamiento de las decisiones tomadas y los los trenes que se han dejado pasar, enamorarse o el colapso son cinco de los temas que la solista de grandes éxitos como Love Story o Blank Space avanzaba antes de la salida de Midnights, que ya está con nosotros. Y es que Taylor no nos engaña, pues este nuevo proyecto se siente precisamente como la otra cara de la moneda de Daylight, una Cara B que no puede existir sin la A.
En Lover Taylor se alejaba de la oscuridad de Reputation para encontrarse con la luz del día, para descubrir el amor propio después de 20 años transitando en medio de la noche, para abordar el amor desde distintos puntos de vista. Ahora, sin embargo, regresamos a la madrugada y a las noches de insomio para asistir a uno de sus proyectos más personales, donde hay cabida para abrirse en canal con sus miedos e inseguridades, para ser vulnerable, pero también para el comienzo de una nueva ilusión y el amor.
"Meet me at midnight"
Precisamente sobre el amor habla Taylor Swift en Lavender Haze, la canción con la que abre el disco y que mejor representa la variedad musical que encontramos dentro del proyecto: alejada de los pianos, los instrumentos de cuerda frotada y los sonidos acústicos que caracterizaban a Folfklore y Evermore, la cantante se despide de Aaron Desneer en la producción y de su estilo cottagecore para volver a las percusiones, los sintetizadores, la voz soplada, los falsetes y un pop en mayúsculas, acompañada (como en los diez últimos años) por Jack Antonoff, que co-escribe once de las trece canciones de Midnights y participa en la producción de todas ellas.
En Lavender Haze narra la sensación de "estar en una nube" que acompaña a los primeros meses del enamoramiento, haciendo referencia a los comienzos de su relación con Joe Alwyn y su deseo de mantenerse en ese estado el mayor tiempo posible, sin hacer caso de la opinión de los demás. Maroon, por su parte, reduce el tempo para hacernos testigos de las noches de complicidad en las que se pierde la noción del tiempo, de bailes descalzos en Nueva York, de las manchas de vino sobre la ropa y del recuerdo de momentos de intimidad que semanas después nos siguen dejando sin respiración. De relaciones que lo supusieron todo pero de las que ya no queda nada.
Con Anti-Hero, su single principal, presenta un tema con grandes contrastes entre el sonido y su letra. Manteniéndose en el synth pop, hace uso de una melodía animada y etérea como base para poner delante de nuestros ojos sus inseguridades servidas en bandeja de plata: dándonos detalles sobre sus momentos de depresión y disociación de la realidad, de sus despertares tras las pesadillas, de sus comparaciones constantes con el resto del mundo y su miedo al abandono, de todo lo que ocurre cuando es capaz de mirar al sol pero no directamente a su reflejo, dejando de ser la protagonista de su propia vida para dar paso al antihéroe.
En Snow On The Beach, su esperada colaboración con Lana del Rey, Taylor Swift regresa brevemente a un pop más alternativo, donde se nota la mano de la neoyorkina, para ofrecernos una balada que gira en torno a la sensación de enamorarse de una persona al mismo tiempo que la otra persona siente exactamente lo mismo, una sensación mágica comparable con ver la nieve caer sobre la playa.
Lluvia de medianoche
Los primeros segundos de Midnight Rain llegan totalmente por sorpresa: haciendo uso del autotune para establecer un diálogo entre ella misma y su conciencia para hablar de una relación condenada desde el principio por las expectativas no cumplidas y las diferencias insalvables entre ambos. "Él era la luz del sol y yo la lluvia de medianoche, él quería la comodidad y yo ese dolor" o "él quería una novia, yo estaba construyendo mi propio nombre" son algunas de las frases que canta Taylor durante su estribillo, volviendo este chico al que le rompió el corazón solo a su memoria durante las noches de insomio, quedando entre líneas la pregunta de qué hubiera pasado si se hubiese conformado con la vida que él le ofrecía.
Sobre los caminos no escogidos y los errores cometidos también habla Question...?, que cierra la primera mitad del disco narrando una relación llena de malentendidos en la que, cuando termina, ninguno de los dos vuelve a ser el mismo. Question...? da paso a Vigilante Shit, uno de los temas más oscuros de Midnights que recuerda musicalmente a canciones como I Did Something Bad o Don't Blame de su era Reputation para fantasear con la venganza. Una canción donde la artista muestra en el 90% del tema su voz completamente desnuda, sin florituras, que se ve interrumpida en pocas ocasiones por el uso del autone para distorsionar su voz, haciéndonos testigos de sus pausas y sus respiraciones.
En Labyrinth regresamos al uso de los sintetizadores para recrear un ambiente de ensoñación y al autotune como forma de plasmar el diálogo de los pensamientos (que rebotan con el eco de la cabeza) para asistir a un tema que nos introduce en el sentimiento de pérdida y de soledad, momentos en los que hace falta respirar para no perderse y para descubrir, también, que lo que en un primer instante parecía un dolor inaguantable termina diluyéndose con la aparición de una nueva ilusión.
El tramo final
Karma y Sweet Nothing (canción en la que vuelve a colaborar con Joe Alwyn para su composición) son dos de las canciones del último tramo del disco donde volvemos a ver una gran dosis de experimentación musical. Por un lado, Karma comienza con el sonido de lo que parece una radio sin señal para transformarse rápidamente en una canción amena y animada donde Taylor vuelve a demostrar su rango vocal utilizando grandes dosis de falsete y voz soplada. Por otro, Sweet Nothing recuerda a Invisible String desde el punto de vista de la calidez y dulcura que inundan todo el tema, en el que piano y voz cobran protagonismo para hablar de la cotidianeidad y las dinámicas establecidas en su relación, un refugio en el que se siente completamente segura.
Taylor Swift cierra un disco completamente redondo con Mastermind, a quien otorga un puesto privilegiado: el 13. Una canción que reflexiona sobre el amor, el destino, los caminos que se cruzan y la existencia (o no) de coincidencias. "¿Qué pasaría si te dijera que nada de lo que ha ocurrido ha sido accidental? ¿Qué pasaría si te dijera que tengo una mente maestra y ahora tú eres mío?" se pregunta la solista.
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Para quienes se pregunten por la familiaridad del sonido de este tema, muchos han sido quienes lo han bautizado como la "canción hermana" de Supercut de Lorde minutos después del lanzamiento del álbum, que pertenece a uno de los discos más importantes de la pasada década (Melodrama), donde la neozelandesa trabajó también de la mano de Jack Antonoff. Ambos han vuelto a demostrar que forman el tandem perfecto para ofrecernos el regreso de Taylor al pop con mayúsculas. Ella es pasado, presente y futuro de la música. Nosotros con esto, desde luego, vamos a estar muchas noches sin dormir.
Mario Caridad
Redactor en LOS40. Ana Mena y Taylor Swift son mi Imperio Romano. Un poco como Lalola: en el momento...